miércoles, 12 de julio de 2023

Un debate de lucha libre

(No puedo evitarlo. Interrumpo el silencio vacacional de esta bitácora para comentar el debate electoral mantenido entre los candidatos de las dos formaciones políticas con capacidad de sentarse en La Moncloa. Después, vuelvo a respetar la mudez del blog. Palabrita)


Se ha celebrado, el pasado 10 de julio, el único y ansiado debate cara a cara entre los dos aspirantes de los grandes partidos, PSOE (en el Gobierno) y PP (en la oposición), que tienen posibilidad de acceder al Palacio de La Moncloa (Presidencia del Gobierno), Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Un debate precedido de demasiada expectación para tan desagradables y magros resultados. Porque, más que un debate, los candidatos socialista y conservador  protagonizaron un combate dialéctico para ver quien conseguía noquear al contrario. Y desde el primer minuto del encuentro ambos contrincantes se lanzaron a ello. No dejaron de acusarse de mentir, de tergiversar hechos, de inventarse datos, de exagerar problemas y de aburrir a los sufridos espectadores de lo que el canal privado de televisión preparó y publicitó como tal, un espectáculo.

Lo que en un principio parecía que iba a ser un mero trámite para el presidente en funciones del Gobierno, pronto se convirtió en una angustiosa y dura pugna por no dejarse arrinconar por el candidato conservador que quería “derogarlo”. Fue evidente el “descoloque” inicial de Pedro Sánchez, a quien Núñez Feijóo le estaba resultando respondón y escurridizo. Nadie lo hubiera imaginado tras los enfrentamientos entre ambos en el Senado. El PSOE tenía todas las papeletas para salir airoso del debate. Entre otras cosas, por exhibir una hoja de servicios gubernamental que lo situaban como favorito en los pronósticos y con la que podía vanagloriarse del desempeño y resultados con solo haber sabido explicarla y contextualizarla. Pero se confió.

Peor aún, infravaloró al líder del PP, un experimentado expresidente con mayorías absolutas en Galicia, que hizo lo mejor que sabe: repetir eslóganes, falsear datos, faltar a la verdad, enfatizar problemas, presentar cuadros que nada aclaran e interrumpir y poner nervioso a su interlocutor. Sánchez no se lo esperaba. Incluso reconoció que desconocía el humor satírico que exhibía Feijóo en sus intervenciones. Y le costó reaccionar, pero no lo suficiente para ganar el envite.

Lo más curioso es que no supo cómo contrarrestar eficazmente los golpes del adversario, para quien el problema era la igualdad de género que propugna con sus políticas el Gobierno, no la desigualdad que sufren las mujeres en todos los ámbitos sociales por el mero hecho de ser mujer. Tampoco supo afear la espuria utilización que hizo Núñez Feijóo de las víctimas de la violencia machista y sexual para atacar y prometer derogar una ley que condena como agresión contra la libertad sexual de la mujer todo abuso, agresión, violación y violencia cometida contra ella. Una ley que ha sido corregida para enmendar errores en su aplicación. Con lo fácil que hubiera sido denunciar esa obscena utilización de las víctimas como las que hace el partido conservador con las del terrorismo, hasta el extremo de que la propia presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo ha tenido que desautorizar y repudiar tal utilización en la lid política.

Ni siquiera supo ser convincente con lo más obvio: los datos económicos. Frente a las medias verdades y exageraciones de Feijóo, Sánchez repetía  el argumentario memorizado sin improvisar respuestas que fueran más espontáneas, comprensibles y contundentes.  Llegó un momento en que Núñez Feijóo parecía ser el defensor del incremento de las pensiones de acuerdo al IPC, cuando su partido y su programa aboga por todo lo contrario: disminución y austeridad en el gasto.

En conclusión, a mi juicio, los candidatos a gobernar hicieron tablas en el debate más hosco y chusco que he visto nunca. Y he visto todos los que se han televisado en la España democrática.  Eso sí, los dirigentes y simpatizantes de ambas formaciones enseguida se proclamaron vencedores del mismo, Como siempre. Ya veremos quién gana en la cita con las urnas. Los ciudadanos, en cambio, perdimos una preciosa oportunidad para recibir información de primera mano sobre lo que los candidatos a Presidente del Gobierno piensan hacer de nuestro país y con nuestras vidas. Seguimos sin saber qué es lo que nos jugamos en estas elecciones. Tendremos que conformarnos con las pullas y las frases hueras con que intentan entretenernos y seducirnos. Para ser un combate, con Pedro Sánchez paseándose por el ring antes ponerse los guantes, el debate ha resultado ser una lucha libre. Todo tongo. ¡Una lástima!