Estos negacionistas resucitan ahora para volver a desconfiar de la
investigación y la ciencia porque su ignorancia los hace proclive a la
superstición, los infundios, los designios divinos y hasta de las leyendas conspiratorias.
Se dejan llevar por manipuladores que les hacen creer en confabulaciones gubernamentales
que persiguen atemorizar a la población para arrebatarles o limitarles sus
derechos y libertades. Consideran más convincente esa intención autoritaria en
gobiernos de todo el mundo que la propagación incontrolada de una epidemia infecciosa,
aunque ello suponga el parón de la economía, la pérdida de empleos, la quiebra
de muchos negocios y la caída de ingresos en las haciendas públicas. Para
cualquier mentalidad racional, se trataría de un despropósito, puesto que el
precio a pagar, que empobrece y perjudica a todos, es demasiado elevado en
coste social y económico. Pero los obtusos son así, asumen sólo lo que permiten
sus limitaciones.
sábado, 30 de enero de 2021
Vivencias de un (casi) enclaustrado (22)
jueves, 28 de enero de 2021
Su primer añito
Un añito, breve como un suspiro, que sin embargo no le ha
sido fácil, pues ha tenido que sortear un ambiente de incertidumbres por esta
epidemia que asola el mundo y las dificultades de una intolerancia alimenticia que
lo hacen alérgico a una proteína de la leche, la ingesta básica de todo bebé. Pero
ningún obstáculo ha podido con su fortaleza por vivir y llenar de júbilo el
hogar en el que, durante este primer año, sus padres se desviven por él. El mes
de enero está repleto de efemérides familiares, aparte de las fiestas del
calendario, pero la que añade con su nacimiento este último nieto es
especialmente significativa: es el varoncito con el que iremos a cazar
lagartijas al parque en cuanto sus piernas aprendan andar. No es un sentimiento
machista, sino de reconciliación con lo que hemos sido, aunque sea un
estereotipo: niños traviesos. ¡Felicidades, Albertito!
miércoles, 27 de enero de 2021
Hermosos 65
Los 65 años que esta mujer carga sobre sus espaldas no le apagan
el brillo de sus ojos ni el afán desinteresado por los suyos, por su familia.
Tampoco le restan belleza ni la honestidad que siempre la han caracterizado. Ahora
comienza una nueva etapa en la que recoge los frutos de su bondad y sacrificios,
en la que el descanso de sobra merecido debería calmar su ímpetu y dedicación
infatigable como esposa, madre y abuela. Una etapa que aparece justamente cuando todos hemos aprendido a valorar, porque nos los han impedido, que los abrazos, besos
y afectos realmente indispensables son los que intercambiamos con los seres más
cercanos y queridos, con nuestra familia.
Hoy, pues, es un día que la llenará de orgullo y
satisfacción por las muestras de cariño que recibirá de cuantos aprecian su
calidad humana y su honestidad personal. Nada en el mundo podrá arrebatarle la
emoción que hará que resbalen lágrimas por sus mejillas por el afecto sincero que
le mostrarán quienes más le importan, los miembros de su querida familia. Hoy,
27 de enero, celebra unos hermosos 65 años de edad, pletóricos de felicidad, la
mujer de mi vida. Nos ha dado tanto que sólo puedo corresponderle con nuestra gratitud y esta declaración
de amor. ¡Feliz cumpleaños!
martes, 26 de enero de 2021
El obispo y la vacuna
Así lo demuestra monseñor Sebastián Taltavull, como se llama
el fariseo, obispo de Mallorca, cuando acudió a inmunizarse con la primera
dosis de la vacuna de Pfizer, a principios de enero, en una residencia de
sacerdotes jubilados, a pesar de no ser residente ni jubilado ni trabajador de
la misma. No cumplía ninguno de los requisitos ni pertenecía a los colectivos que
debían ser los primeros en vacunarse: ancianos en asilos y personal sanitario.
Como buen “listillo”, no quiso esperar su turno.
El obispo se comportó de la misma manera de la que han dado muestras
otros señalados “próceres” -civiles y religiosos- de nuestra sociedad, y que
forma parte de la idiosincrasia que caracteriza a buena parte de los españoles
en cuanto se presenta la oportunidad: disfrutar de privilegios. Así, quien más o
quien menos ha recurrido a “enchufes” y contactos que le permitan librarse de normas
y procedimientos que igualan sus derechos y méritos a los del común de la
ciudadanía. Una conducta que siempre procura ventajas sin merecerlo para no
esperar una cola, acceder a un puesto, recibir alguna prestación, conseguir un
contrato, obtener una distinción o diploma y hasta recibir antes que nadie el
pinchazo de una vacuna.
Está tan extendida esa actitud picaresca en nuestro país que
aparece, no sólo en el comportamiento de clérigos y feligreses, sino también
entre políticos, militares, sanitarios y en cuantos se creen superiores o más indispensables
que los demás. Alcaldes, consejeros de Salud, jefes del Estado Mayor, funcionarios,
familiares de empleados de residencias o de personal sanitario y, también
ahora, obispos cuyo reino no es de este mundo, pero se aferran a él. Pícaros
todos ellos que no toleran ser tratados como cualquier ciudadano, con sus
mismos derechos y obligaciones, y que reclaman prebendas y privilegios, incluso
para acceder a una vacuna que se dispensa en función de la vulnerabilidad de
los colectivos sociales y la capacidad de distribución y aplicación.
El personal eclesiástico, que responde sólo ante Dios, no es
equiparable al personal no religioso, público y civil (militares incluidos), de
cuyos cargos o puestos pueden ser desalojados por voluntad propia (dimisión) o de
sus superiores (ceses), ya que están sujetos a responsabilidad civil (irregularidades)
o penal (delitos). Los puestos y atribuciones de los religiosos están garantizados
“eternamente” (en esta vida y, según ellos, compensados en la otra), siempre y
cuando los “pecados” en los que caigan (naturalmente, contra su voluntad) puedan
ser perdonados o corregidos por la jerarquía de la Santa Madre Iglesia.
Es decir, el ministro eclesiástico no dimitirá de su cargo,
ni la iglesia lo relevará o destituirá, por ser sorprendido en un
comportamiento inmoral, impropio de quien ejerce de tutor moral de la sociedad.
Ha bastado una simple vacuna para que el obispo de Mallorca haga valer el peso
de su púrpura autoridad para reclamar un trato privilegiado. Pero a diferencia
de todos los demás “listillos” que no visten hábitos, que también expresan excusas
banales para disculpar un uso patrimonialista del cargo o posición, el señor
obispo mantiene no sólo su puesto, sino también la pretensión de consejero moral de la
ciudadanía, a la que quería dar ejemplo, aunque a escondidillas. Y el ejemplo
que ofreció es el poco edificante de cómo correr para salvarse el primero. Como
el capitán del Costa Concordia.
jueves, 21 de enero de 2021
¡Estás despedido, Trump!
Y se ha largado sin despedirse de su sucesor, con el rabo y
el orgullo entre las piernas, pero rebosante de rabia y rencor, amenazando con
volver y tomarse la venganza. Toda una exhibición de la catadura moral de un
ególatra patológico sin capacidad para respetar a nada ni nadie que no sea él
mismo. La aventura política del tramposo magnate sin escrúpulos ha acabado como
cabía esperar: sin que aceptara su derrota y provocando casi una guerra civil
que sólo la solidez de la democracia norteamericana ha podido evitar.
No serán pocos ni fáciles, pues, los retos que deberá afrontar
el presidente Biden, sobre todo el de restañar las heridas causadas por el
calamitoso Donald Trump. Ojalá su temple, su experiencia, su moderación y un
equipo seleccionado por su competencia y valía, no por la endogamia familiar e ideológica,
le permitan culminar con éxito un mandato que no ha podido comenzar con mejor
pie: “Trump, you´re fired!”.
lunes, 18 de enero de 2021
Vivencias de un (casi) enclaustrado (21)
Casi un año después, más de un millón de españoles ha
sufrido o contagiado la enfermedad y alrededor de 80.000, no existen datos precisos,
han muerto por su causa. Parecía, cuando iniciamos la desescalada de aquel
rígido enclaustramiento que mantuvimos durante más de tres meses, que habíamos
doblegado la capacidad de transmisión de la enfermedad y que con medidas de
higiene y distanciamiento interpersonal podíamos ir asumiendo una “nueva”
normalidad que posibilitaría una vida más llevadera, con apertura de comercios
y el retorno paulatino de la actividad laboral. Fue una ilusión.
En verano se relajaron las medidas para, entre otros
motivos, “salvar” la temporada al sector turístico, la gran industria de este
país. De hecho, algunos -yo entre ellos- aprovechamos la oportunidad para irnos
de vacaciones, puesto que imaginábamos que sería igual pasear con mascarillas
en nuestra ciudad que en la playa. Pero fue un verano extraño, en que el recelo
a las relaciones y la asfixia por la mascarilla y el calor hicieron de aquellos
días algo parecido a una película de constante tensión. A finales de septiembre,
una segunda ola de contagios brotó para recordarnos que la enfermedad campaba por
sus respetos en nuestro país y que nada la detenía, menos aún si continuábamos con
el relajamiento de las prevenciones sanitarias. Así, nuevas restricciones
volvieron a limitar las reuniones, las aglomeraciones y nuestra inevitable
tendencia a la concurrencia social, tanto en la calle como en nuestras casas. Las
nuevas medidas no fueron tan estrictas como las de marzo, pero ayudaron a
rebajar la tendencia al alza de la curva de contagios, sin llegar a aplanarla.
Es por ello que vuelvo a sentir que vivo otro
enclaustramiento, no tan extremo como aquel, pero sí tan desesperante. Porque
desespera y agobia que, después de tanto tiempo y tantas medidas, sigamos
prácticamente en la misma situación que al principio, a pesar de que ya existe
una vacuna que aporta alguna esperanza de vencer esta epidemia. Vuelvo, pues, a
mis vivencias de un (casi) enclaustrado.
martes, 12 de enero de 2021
La luz y el mercado
Se podrá argüir que el fuerte aumento de la demanda, unido
al incremento del precio del gas que se importa para su producción y una menor
generación de energía procedente de fuentes renovables (solar y eólica) explican
la imparable subida del precio de la luz. Una explicación que se apoya en complicadas
reglas que fijan el coste del megavatio hora, sin atender a ninguna otra razón
más que al beneficio económico y no a la necesidad de los consumidores.
Las compañías eléctricas, que se reparten geográficamente el
suministro energético casi de forma monopolística, aplican unas fórmulas
complejas para determinar mediante subasta el precio final de la energía que ha
de pagar el consumidor doméstico. Evidentemente, tal procedimiento de cálculo
del coste favorece a las empresas generadoras de electricidad, no al cliente
que queda a merced de factores que le son ajenos, extraños, confusos y
adversos. Pero que, en ningún caso, sirven para justificar un incremento
desorbitado de la energía eléctrica precisamente cuando su consumo se incrementa
por causas climatológicas. Tal proceder se asemeja a la misma trampa que
encarece la gasolina cuando más alta es su demanda durante los desplazamientos
vacacionales. En ambos casos, se aprovecha la mayor demanda para encarecer abusivamente
un producto en perjuicio de los usuarios, lo que proporciona pingües beneficios
a las empresas.
No se contentan con vender más, como cualquier negocio, sino
que lo hacen cada vez más caro cuanto más venden. Extraña “lógica” mercantil
que sólo se aplica en aquellos sectores dominados por prácticas monopolistas. Y
esta es la razón, no el mercado, que “explica” los inexplicables incrementos de
precio de determinados productos cuando su demanda es necesaria. No atienden a
la necesidad, sino a la rentabilidad empresarial, aunque sean considerados
servicios o bienes esenciales, básicos para el funcionamiento de la sociedad, y
por ello sometidos a la intervención del Estado para regular, a cambio de otras contrapartidas, su oferta, distribución y coste.
A nadie convencen, pero todos están obligados a someterse a
sus dictados. El Gobierno anuncia estudiar medidas, pero es parte de los
beneficiados con ese proceder tarifario. La mitad de la factura son impuestos
que recauda el Estado, al que no le interesa perder ingresos. Sin embargo, aparenta
estar preocupado por las repercusiones sociales que conlleva la aplicación
estricta de la lógica mercantil. Y promete reformas y buenos propósitos que se
quedan siempre en meras intenciones que sólo sirven para elaborar titulares de
prensa. Mientras tanto, decenas de familias de Cañada Real y otros sitios llevan semanas soportando el rigor del invierno con mantas y fogatas, como
ciudadanos de tercera categoría de un país que margina a su población en
función de su capacidad económica. Y eso que la Constitución, de la que emana
toda la legalidad vigente, lo define como un Estado Social… etc. Estos derechos
constitucionales no son de aplicación cuando las leyes del mercado son
predominantes. Por eso las compañías de electricidad hacen lo que les da la
gana. Es lo que hay.
jueves, 7 de enero de 2021
Adiós, míster Trump.
Su última maniobra, que puede costarle consecuencias
penales, ha sido lanzar a sus huestes al asalto del Capitolio, donde se han
producido cuatro muertes y diversos heridos durante el enfrentamiento de la
turba con la policía. Si tal hecho hubiera acontecido en Venezuela, la
instigación de Trump a los desórdenes ya habría recibido las más enérgicas repulsas
políticas, diplomáticas y hasta económicas, mediante el bloqueo comercial a un
régimen que habría sido calificado de dictadura bananera.
El vergonzoso comportamiento de Trump en sus finales horas
presidenciales puede reportarle consecuencias judiciales, si se demuestra su
participación, como instigador y autor moral, en un suceso que los
norteamericanos jamás hubieran imaginado: el cuestionamiento de su sistema
democrático y la destrucción o desobediencia a sus instituciones, todo ello
impulsado desde la propia Casa Blanca. Nunca antes un presidente norteamericano
había hecho tanto daño a su país, dividiendo a la población y buscando el
enfrentamiento y la crispación social, como el bochornoso Donald Trump.
Ojalá se refugie en sus torres hoteleras de decoración
hortera de nuevo rico y se dedique, hasta el fin de sus días, a sus negocios y
chanchullos empresariales, en los que las trampas, sus modales y su mediocridad
le bastan para enriquecerse. Y que deje que el país sea dirigido por personas
más capacitadas y decentes. Su patochada en la política ha durado demasiado
tiempo, algo insoportable, no sólo para EE UU, sino para el resto del mundo.
Adiós, míster Trump.
lunes, 4 de enero de 2021
68 en 21
viernes, 1 de enero de 2021
2021, una promesa de esperanza.
Conjuramos el tiempo ido para recibir el venidero con ánimo resuelto. Nos despojamos de los miedos del pasado para abrazar un futuro de confianza y optimismo. Aspiramos a que el nuevo año nos permita olvidar el que dejamos atrás, que nos instaló en el cuerpo demasiados temores y padecimientos, así como el recuerdo amargo de las vidas que nos arrebató. Y esperamos que nunca más nos sintamos tan indefensos y vulnerables como hemos sido en el año que, por fin, dejamos atrás. Por eso anhelamos que 2021 sea la promesa de una oportunidad para la esperanza, con la certeza de que nada impedirá que la alegría vuelva a iluminar nuestros rostros, desprovistos ya de mascarillas. Feliz año.