sábado, 31 de diciembre de 2022

¡Feliz año 2023!

Que 2023 os sonría como merecéis y que podáis compartir esa alegría con todos vuestros seres queridos y las personas que os quieren y aprecian, con salud y paz. Es mi deseo para los lectores y seguidores de esta página. Y cuídense. ¡Feliz año!

viernes, 30 de diciembre de 2022

El machismo asesino que no cesa

El año consuma sus últimas horas y los balances que se hacen de los pasados 365 días se prestan a ser elaborados bajo múltiples enfoques. Entre otros motivos, porque este 2022 que agoniza nos ha deparado una cosecha abundante de acontecimientos que, de una manera u otra, nos han dejado con la boca abierta y la mente confusa. Desde la tragedia de Melilla, en la que murieron más de 23 inmigrantes intentando entrar a España, hasta los incendios y las reiteradas olas de calor que han achicharrado al país este verano, pasando por la crisis de liderazgo del PP, que forzó el abandono de Pablo Casado para ser sustituido por el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y la utilización del CGPJ y el TC por parte de las fuerzas conservadoras para impedir su renovación con miembros progresistas, como prevé la Constitución para reflejar las mayorías parlamentarias que surgen de las urnas, los hechos de cualquier balance son harto interesantes, pero incompletos.

A mi modo de ver, todos los asuntos citados son coyunturales debido a la contingencia de la política y de las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, existe un rasgo estructural en la vida española que me llena de espanto. En este año que está a punto de acabar, el machismo asesino parece dispuesto a aprovechar hasta el último día para demostrar que sigue siendo capaz de matar mujeres por el mero hecho de que sean mujeres. Año tras año, se mata a la mujer por ser mujer en este país. Y nada parece remediarlo. Cerca de 50 féminas han sido asesinadas este 2022 y más de 1.100 lo han sido desde que en 2003 se iniciara el registro oficial de este tipo de asesinatos. Este mes de diciembre es ya el de más mujeres asesinadas del año, convirtiéndose en el más trágico de las últimas dos décadas, con más de 10 mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas, entre ellas, una embaraza de ocho meses a quien su expareja apuñaló, acabando también con la vida del hijo que llevaba en sus entrañas.

No es coyuntural que la mujer siga siendo la víctima de un racismo repugnante y sanguinario, al soportar  esa  lacra criminal causada por un machismo asesino que no cesa. Tan grave es la situación que, en la actualidad, hay 723 mujeres que se hallan en situación de riesgo elevado o extremo y más de 31.000 figuran en el Sistema de Seguimiento Integral de Casos de Violencia de Género. Una lacra que a todos incumbe pues todos estamos involucrados en erradicarla definitivamente de la sociedad en la que queremos convivir hombres y mujeres en igualdad y con respeto, la única manera de ser auténticamente libres.  

Pero, por muchas medidas que se tomen, ese machismo asesino, que no soporta que la mujer disfrute de sus mismos derechos y, en consecuencia, adopte las decisiones que libremente decida, sigue reaccionando con violencia extrema hasta el punto de matar. No se trata de violencia de género, término ambiguo que no especifica qué genero mata y cuál es víctima, sino de violencia machista, ya que es el hombre el que, en la inmensa mayoría de los casos, asesina a la mujer. Y asesina porque no acepta que la mujer escape del papel subordinado y sumiso al hombre, quien sigue negándole la plenitud de derechos que las leyes le reconocen, en pie de igualdad y sin discriminación alguna. Un machismo que abomina que la mujer escape de la dominación a la que la somete y del continuo menosprecio con que la trata como persona.

Se trata, pues, de un problema estructural, en tanto en cuanto, siglos de supremacismo machista en las relaciones entre hombres y mujeres, no se erradican tan fácilmente de la sociedad. La lucha contra el machismo asesino y a favor de la igualdad de la mujer es relativamente reciente en comparación con la antigüedad de la mentalidad troglodita que hace perdurar tales comportamientos criminales hasta hoy. Porque fue en 1947 cuando se reunió por primera vez una Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en Nueva York, con apoyo de la recién creada ONU. Y, en 1963, cuando se elabora la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. En nuestro país, no es hasta 1983 cuando se crea el Instituto de la Mujer y, más tarde, el Ministerio de Igualdad, en 2008. Desde entonces se suceden leyes y normas para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y para la protección y asistencia a las víctimas de violencia de género. Todo ello con resultados poco satisfactorios, como este mes de diciembre ha evidenciado, puesto que se continúa matando a mujeres por parte de hombres con mentalidad y maldad machista y asesina. Algo más habrá que hacer. Y todos nos tenemos que implicar en ello.

Lo que no puede ser es que cada año nos resignemos a contabilizar, con frialdad estadística, el número de mujeres que mueren a causa de la violencia machista, aparte de otros feminicidios fuera de las relaciones de pareja y de las víctimas de la violencia vicaria, sin hacer nada. Porque no podemos aspirar a construir una sociedad justa, libre, pacífica y democrática si la mitad de sus habitantes son víctimas inocentes del machismo asesino de algunos miembros de la otra mitad. Es por ello que, puestos a hacer balance, me inclino para destacarlo por el negro balance de la violencia machista. Es mi modo de contribuir a la toma de conciencia sobre este problema que debería avergonzar a cualquier hombre digno de tal consideración.

lunes, 26 de diciembre de 2022

Inauguro y reanudo

He de reconocer una evidencia. Prometí hace meses que dejaba de escribir mis opiniones de manera periódica por sentir que ya lo había dicho todo acerca de todo, puesto que lo que ocurre es vulgar repetición de lo sucedido en otras ocasiones. Y parecía que me repetía cuando hablaba de los que sufren, de las injusticias, del machismo, del capitalismo salvaje, de los estereotipos sociales, de las imposiciones de las élites clasistas, de los abusos empresariales, de los múltiples adoctrinamientos que se ejercen sobre los ciudadanos, de las libertades y los derechos cercenados, de los destrozos al planeta, de las tutelas religiosas, de la mercantilización del arte y la cultura, del negocio espectacular del ocio, de guerras, del hambre, de la política. He hablado prácticamente de todo y pensaba que no tenía nada nuevo que decir.

 Pero resulta que no. Que nunca me había ido definitivamente ni dejado de plasmar por escrito mis observaciones y emociones. De hecho lo que hice fue cerrar un blog y abrir otro, asegurando que sólo acogería entradas insustanciales, sin orden ni concierto y, desde luego, sin ninguna pretensión periodística. Y he aquí que no es cierto. Con menos asiduidad, he seguido volcando mi parecer esporádicamente cuando me ha parecido oportuno. Y debo reconocerlo. No me fui del todo. Es evidente.

Así que, aprovechando que cumplo edad, quiero confesar que inauguro la provecta edad de los septuagenarios y reanudo mis columnas de opinión en las cabeceras de Andalucía Digital, columnas que se nutren de lo que exponga en esta bitácora tan crepuscular como mi manera de mirar a mi alrededor. Incumplo, pues, aquella promesa de jubilarme del periodismo. Pido perdón. Parte de culpa por mi incumplimiento la tiene un amigo que me sobrevalora. Pero también mi familia, y yo mismo, por supuesto. Todos esperábamos un retorno que no se ha hecho esperar. Debilidades humanas.

2023 será, por tanto, un año de inauguración vital y reanudación profesional para mí. Y de renovado tormento para los pacientes lectores que se castigan con seguirme. Muchos de ellos, en su masoquismo, seguro que se alegran. Otros, en mayor número acaso, se disgustarán de tener que volver a disentir de mis opiniones y puntos de vista. Unos y otros constituyen el veneno que corre por las venas de cualquier escritor y que le insta a no dejar ningún papel en blanco con sus chorradas mentales.

Así que inauguro década y reanudo una actividad que jamás había dejado de lado completamente. Mirada crepuscular alojará el fruto de esa actividad, como anteriormente lo hacía Lienzo de Babel, inactivo pero en cuya página de Facebook se vuelca lo publicado en este blog. Quedan avisados. Y gracias por su generosa atención. Intentaré no volver a defraudarles.      

viernes, 23 de diciembre de 2022

¡Felices fiestas!

El mundo de ayer nos dejó una pandemia que no remite, la lava y cenizas de un volcán que han sepultados cultivos y viviendas y una guerra en Europa cuyas consecuencias económicas y sociales nos empobrecen y avergüenzan a todos. Confiamos que el de mañana no nos arrebate, al menos, la esperanza, para ser feliz con lo que se tiene y por ver amanecer cada día como un regalo extraordinario. Así se logra vivir en paz. Es mi mayor deseo para todos en estas fiestas navideñas. Y salud, que no falte.

sábado, 17 de diciembre de 2022

¿Quién rompe España?

Los sectores más inmovilistas de la derecha española, aquella que irradia toda la gama de azules reaccionarios, esto es, la que va desde el celeste del PP hasta el verdoso de Vox (el anaranjado de Ciudadanos no cuenta porque se está difuminando), se desgañitan y claman al cielo estos días por las reformas que está emprendiendo el Gobierno de determinados delitos del Código Penal, en concreto, los de sedición y malversación. Según quienes padecen daltonismo cian, el Gobierno no tiene legitimidad (aunque tenga la de las urnas y sea el Parlamento quien los apruebe) para acometer cambios en nuestro ordenamiento jurídico si a esa derecha no le gustan o no le interesan. Está convencida de que sólo ella conoce lo que conviene al país y, por ende, es la única capacitada para saber qué se puede hacer o no en democracia y cómo interpretar el verdadero espíritu de la Constitución, a pesar de que de continuo la incumpla olímpicamente. Resulta curioso, además, que tal potestad se la arrogue una formación que deriva de quienes en su día estuvieron en contra de ella y se negaron o abstuvieron a votarla en el referéndum constitucional. Por eso, sería risible si no fuera repugnante, esa  propensión, tan habitual de la derecha en la actualidad, a expedir certificados de constitucionalidad y de patriotismo cada vez que quiere descalificar a quienes no hacen seguidismo de su ideario ni comparten su estrategia ni sus modos.

Para la derecha nacional, todo Gobierno que no esté encabezado por ella, aunque surja de las urnas, no puede ser otra cosa más que irresponsable, desleal, prácticamente ilegal y, por supuesto, deleznable. Calificativos que se tornan aun más duros, como traidor o vende-patrias, si quien gobierna osa introducir cambios legales que persiguen racionalizar y actualizar, adaptándolas a la realidad del país, las normas que garantizan nuestros derechos y libertades y, por tanto, una convivencia basada en el respeto, la igualdad y la tolerancia. Entonces, los atronadores gritos celestes se multiplican porque, para ellos, todo avance progresista es querer romper España.

Y no se equivocan. Tales cambios afectan al modelo social que propugna la derecha (recuérdese su negativa al divorcio, al aborto, al matrimonio homosexual, a la eutanasia, a la Dependencia, su desconfianza del feminismo, etc.), a su creencia cuasi religiosa en la economía neoliberal, tan apreciada por la fuerza del capital (recuérdense sus objeciones al incremento del salario mínimo, al Ingreso Mínimo Vital, a la reforma laboral, a ampliar y garantizar prestaciones y subsidios, a regular y contrarrestar abusos del mercado, etc.), a su “atrincheramiento” en las instituciones (recuérdese su férreo bloqueo a la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional, entre otros, generando conflictos entre los poderes del Estado por asegurarse su influencia en ellos) y su sectario concepto de país, en el que las élites disfrutan de privilegios y prebendas que son negados al resto de la ciudadanía. No hay duda: por supuesto que se intenta romper esa España de unos pocos, por muy poderosos, pudientes y conservadores que sean, para construir un país que sea de todos, en la que quepamos todos sin excluir a nadie.

Ante esta lucha tan titánica y agotadora, un nuevo alarido, que desgraciadamente no será el último, brota de las gargantas de esta derecha intransigente y reaccionaria a causa de las modificaciones que impulsa el Gobierno para “desjudicializar” y normalizar, en términos políticos, el “conflicto” catalán y encauzar las relaciones con Cataluña a través del diálogo, la lealtad institucional y el sometimiento a la legalidad. El afán independentista de una parte de la población y del Ejecutivo de aquella Comunidad Autónoma es tan legítimo y defendible, en democracia, como cualquier otro. Incluso como el de la derecha. Y, puestos a comparar, unos y otros cometen acciones que violan de forma intencionada la Constitución, como celebrar un referéndum de autodeterminación u obstruir órganos y poderes del Estado. Sin embargo, para la derecha política y mediática de este país los únicos criminales son los independentistas. ¡Curiosa vara de medir!

En su esfuerzo por reconducir la situación, el Gobierno ha decidido modificar varios artículos del Código Penal  (relativos a los delitos de malversación y sedición) que fueron utilizados para condenar con penas desorbitadas a los autores de las iniciativas soberanistas que provocaron aquel conflicto. Un conflicto que viene de antiguo, por la recurrente aspiración secesionista catalana, y que de vez en cuando enturbia las relaciones entre Cataluña y el Gobierno de la nación. Se trata, por tanto, de un problema de indudable carácter político.

Aun así, las modificaciones no se acometen para contentar a los perjudicados, sino por adecuar las penas a la debida proporcionalidad con que, en función de la gravedad, estos delitos deben ser aplicados. Y para evitar que vuelvan a ser utilizados para judicializar problemas políticos de enconada conflictividad como los protagonizados por los independentistas catalanes. Es verdad que estos promovieron movilizaciones y altercados, pero tales hechos, en cualquier democracia consolidada, solo caben ser considerados de graves desórdenes públicos y de desobediencia.

Porque acusar de sedición a quienes implementaron leyes, en función de su potestad como Gobierno de la Generalitat y refrendadas luego por el Parlamento regional, mediante las cuales se puso en marcha una convocatoria de consulta a la población catalana sobre la independencia, es pretender propinar un castigo ejemplarizante de injusta y extremada dureza. Y porque, además, el delito de sedición, versión edulcorada del de rebelión en ausencia de violencia, es un anacronismo del  Código Penal que estuvo justificado cuando se instauró en 1822, época en la que proliferaron los levantamientos militares en España, como el del general Elio (1814), el de Riego (1820) o el de Torrijos (1831), entre otros muchos. Una situación absolutamente distinta a la actual y, más aun, con lo sucedido en Cataluña en 2017.

Pero cuando se es incapaz de abordar políticamente las exigencias de aquella Comunidad histórica a través del diálogo, la comprensión y los intereses compartidos en el marco de la Constitución, se echa mano para acallarlas, que no solucionarlas, a la vía judicial, tachando de rebelión aquellos desórdenes, como hizo el fiscal general de entonces siguiendo directrices del Gobierno encabezado por Mariano Rajoy. A todas luces, tal proceder supuso un uso torticero de la justicia y una injusticia política que pone de relieve la mediocridad de los dirigentes políticos que recurrieron a ellos. Por eso se deroga el delito de sedición y se crea el de desórdenes públicos agravados, con penas más reducidas.

Y lo mismo sucede con la malversación, delito que cometen los funcionarios públicos que tienen a su cargo la custodia, administración y destino de fondos que pertenecen a la colectividad. Incluye, en su redacción de 1995, la figura de la autoridad o funcionario que, con ánimo de lucro, sustrae o consiente que un tercero con idéntico ánimo lucrativo sustraiga caudales públicos. Pues bien, ese delito se modificó expresamente, en 2015,  para poder aplicárselo a Artur Mas por haber empleado dinero público en la convocatoria de un referéndum consultivo.

 Se trata, una vez más, de otro ejemplo notorio de la incapacidad para afrontar complejas situaciones políticas por parte de dirigentes de un partido que, precisamente, por aquellos tiempos estaba siendo investigado por múltiples casos de corrupción que se castigan como malversación. Y que incluso fue condenado por ello. Tal es el talante de quienes no toleran que se practique ninguna otra política que no sea la suya.

La modificación del delito de malversación no impide el castigo de los corruptos, que son quienes malversan patrimonio público por afán de lucro. Porque, por lo demás, se crea un nuevo delito, el que castiga el enriquecimiento ilícito con penas de multa, cárcel e inhabilitación, según los casos, y que afecta a las autoridades cuyo patrimonio se incremente, durante el ejercicio del cargo público, en más de 250.000 euros sin justificar. 

Queda a la vista, pues, la indigna actitud que caracteriza a la derecha española, que niega legitimidad a cualquier otra formación para gobernar España, aun contando con el beneplácito electoral y mayoría parlamentaria. Tampoco le permite ejercer sus funciones y trasladar a los demás poderes del Estado, como establece la Constitución, las mayorías resultantes de la voluntad popular. Aparte de su gravedad, esta actitud es intolerable porque, si para lograr sus propósitos tiene que manipular, a través de sus correligionarios en la judicatura y los medios, las normas y leyes que regulan el funcionamiento ordinario de las instituciones, se presta a ello sin complejos ni reservas, a pesar del daño que causa a la credibilidad y a la confianza en el sistema democrático que nos dimos los españoles en 1978. Eso sí es romper literalmente España.

Esta miopía torpe de la derecha es de tal magnitud que es capaz de precipitar a un abismo al país con tal de poder maniobrar en su propio beneficio e impedir que gobiernen los elegidos por los ciudadanos. Es una miopía letal. Induce el mismo fanatismo de los que se creen portadores de una verdad absoluta. Y da miedo. Porque si hoy, disfrutando de un régimen democrático, la derecha se comporta de este modo, ¿qué haría en momentos más indómitos que los del presente? La respuesta ha de buscarse en nuestra propia historia.    

martes, 22 de noviembre de 2022

Aforismos de Nietzsche

Friedrich Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo alemán inquietante y profundo. Ha sido considerado como el paradigma del “filósofo trágico” porque acuñó en sus reflexiones el término de “filosofía trágica”. Su pensamiento trágico consiste, antes de nada, en la aprobación (afirmación) de lo real; es decir, en conocer el carácter único, insignificante, azaroso y cruel de cuanto existe. Y, después, en cuestionar los ídolos (representaciones) con los que sustituimos esa realidad con los productos derivados del pensamiento, el deseo, la ilusión o la naturaleza, irreales e ineficaces frente a la emergencia de lo real. Ello le condujo a la negación de las falsas apariencias y de las ilusiones de la metafísica, la denuncia de la ambigüedad y de la hipocresía de los valores. Se planteaba, por tanto, la cuestión de las bases del conocimiento, de la verdad y del valor. Y acabó siendo consciente de que todo descansaba en las palabras y en la naturaleza lingüística del pensamiento. Por eso recurrió a un modo nuevo de condensar su pensamiento: la escritura fragmentaria. Muchos críticos lo consideran, si no el primero, al menos el máximo creador del aforismo moderno. Nietzsche apreciaba del aforismo esa capacidad de interpretación que comienza cuando termina su lectura. He aquí algunos ejemplos:

-Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin.

-Si las limosnas no se diesen más que por compasión, ya habrían muerto de hambre todos los mendigos.

-Como hablaba a todos, no hablaba a nadie.

-No debes dejar que te den un derecho que tú eres capaz de conquistar.

-Cuanto menos se sabe, tanto más fácilmente se conserva la fe.

-La mayor parte de las filosofías han sido inventadas para acomodar nuestros sentimientos a las circunstancias adversas; pero tanto las circunstancias adversas como nuestros sentimientos son efímeros.

-¿Cómo? ¿El hombre será solamente un error de Dios? ¿O Dios será solamente un error del hombre?

-Bajo cada pensamiento se oculta una pasión.

-El imaginativo niega la verdad ante sí mismo; el mentiroso, únicamente ante los demás.

-Para vivir hay que valorar.

-Siempre hay un poco de locura en el amor. Pero siempre hay algo de razón en la locura.

-La ventaja de la mala memoria es que se disfruta varias veces de las mismas cosas por primera vez.

-Sin temor y sin codicia, ¿qué sería el hombre?

-Debemos confesar que los esclavos tienen, bajo todos los aspectos, una existencia más segura y más feliz que el obrero moderno, y que el trabajo servil es poca cosa en comparación con el trabajo del obrero.

-Hoy cada cual habla de cosas de las que no “puede” tener ninguna experiencia.

-¡Nada os pertenece en propiedad más que vuestros sueños!

-Aceptar una creencia simplemente porque es costumbre aceptarla, ¿no será mala fe, cobardía, pereza? La mala fe, la cobardía, la pereza, ¿no serán la primera condición de la moral?

-El verdadero epitafio para un muerto es un tardío suspiro de pesar.

-Es más agradable ofender y pedir perdón enseguida, que ser ofendido y perdonar.

-Caracteres del hombre no-científico: tiene por buena una opinión cuando le halaga y se encuentra bien a su sombra.

-¡imprimamos el sello de la eternidad en nuestra vida! Este pensamiento contiene más que todas las religiones que desprecian la vida como pasajera y hacen mirar hacia otra vida incierta.

-El talento de tener buenos amigos es, en muchas gentes, más grande que el de ser buen amigo.

-La vida es como soñar despierto. Cuanto más inteligente y comprensivo es un hombre, tanto más siente la sublime contingencia de su vida, de sus propósitos; tiembla como el durmiente cuando llega un momento en que se da cuenta de que sueña.

-Toda fe tiene el instinto de la mentira: se defiende contra cualquier verdad que amenace su voluntad de poseer “la verdad”.

-Se debe vivir de modo que se tenga, en el momento oportuno, la voluntad de morir.

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Friedrich Nietzsche, Aforismos, Editorial Renacimiento. Sevilla, 2013.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Por qué exhumar a Queipo de Llano de una iglesia.

Hace unos días, con menos revuelo de lo esperado, se procedió a exhumar los restos del general Gonzalo Queipo de Llano (1875-1951) de su sepultura en el interior de la Basílica de la Macarena, de Sevilla. Se daba así cumplimiento a la ley de Memoria Democrática, que prohíbe que “los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no pueden ser ni permanecer inhumados en lugar preeminente de acceso público (…) que pueda favorecer la (…) exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y la Dictadura”. Además, la ley propugna el reconocimiento de quienes padecieron persecución y violencia, por razones políticas, ideológicas, de pensamiento u opinión, de conciencia o creencia religiosa, de orientación o identidad sexual, desde ese período hasta la entrada en vigor de la Constitución de 1978.  

En consecuencia, un personaje que promovió, junto a otros golpistas capitaneados por el general Francisco Franco, un levantamiento militar contra el régimen legal y democrático de la II República, iniciando una Guerra Civil que instauró un régimen dictatorial en España durante más de cuarenta años, no debía continuar en lugar tan preeminente, como si fuera un santo varón de la iglesia. Es necesario, por tanto, recordar lo que significó este militar en una historia que se escamotea en la educación a los jóvenes con argumentos tan peregrinos, nada pedagógicos y en absoluto transparentes y cívicos, como los de no levantar heridas que quienes las causaron pretenden que sigan en el olvido.

Por ello, no es de extrañar que una gran parte de la juventud actual desconozca las atrocidades de una guerra fratricida que condenó España a sufrir una férrea dictadura durante décadas, en la que la arbitrariedad del poder, la intolerancia y el sectarismo de los vencedores, que impusieron su ley con sangre y fuego y mantuvieron su régimen mediante la represión, incautaciones y expropiaciones a los vencidos, constituye una de las páginas más negras y trágicas de nuestra historia. La única versión permitida de lo sucedido fue la que contaron los golpistas y simpatizantes en libros, calles, lápidas, monumentos y otros espacios para la exaltación de sus líderes, como esa tumba de Queipo de Llano en un templo de Sevilla.

Si la veracidad histórica y la dignidad de los vencidos requería que se conociera lo que, en realidad, significó aquella guerra y el régimen dictatorial que aplastó las libertades de los españoles, la exhumación del militar golpista de un lugar de culto constituía una obligación ineludible desde hacía ya mucho tiempo. Y ello, simplemente, en nombre de la paz y la reconciliación verdaderas. Porque no es posible ninguna paz auténtica sin el conocimiento objetivo de los hechos. Ni ninguna reconciliación se consigue sin el reconocimiento de las víctimas y la condena moral de los victimarios. La guerra civil y la dictadura son episodios negros de nuestra historia que sólo podrán asimilarse y superarse con la verdad de lo acontecido, con el perdón a las víctimas y con la restitución del honor y la dignidad de quienes fueron maltratados y violentados por aquellos hechos. Y no sólo para resarcir moralmente a tantos inocentes humillados y muertos, muchos de los cuales siguen aún desaparecidos en fosas comunes y bajo cunetas y tapias, sino para conjurar colectivamente, como sociedad civilizada, ese nefasto período de un pasado reciente y evitar que se repita. Eso es, precisamente, lo que se persigue con la extracción de los restos del general franquista de la Basílica de la Macarena.    

¿Pero, por qué estaba ese militar enterrado allí? Porque fue uno de los generales que encabezó la sublevación militar contra la República. Una sublevación que comenzó el 17 de julio de 1936 en Marruecos y se extendió por la Península a partir del 18, gracias a aviones proporcionados por el fascista italiano Mussolini para trasladar al ejército colonial de África, junto a moros y legionarios, en pequeños contingentes. Desde el primer momento, Queipo de Llano dirigió el levantamiento en Sevilla, por lo que fue nombrado Jefe del Ejército del Sur y asumió el Gobierno Militar y Civil en la región. Y enseguida comenzó a infundir odio y terror a través de sus soflamas por la radio e irradiar más terror y pánico con las órdenes que dictaba para la eliminación o el encarcelamiento de cualquier persona que por sus ideas, dudas o actos infundiera sospecha de “rojo” y fuera considerado enemigo de lo que los insurgentes llamaron Movimiento Nacional.

Queipo no había hecho otra cosa en toda su vida. Fue un militar que continuamente conspiró contra el poder establecido. Había apoyado al dictador Primo de Rivera para luego criticarlo. También conspiró contra la monarquía alfonsina, dirigiendo la Cuartelada de Cuatro Vientos, por lo que tuvo que exiliarse a Portugal. Declarada la II República, en la que escaló las más altas magistraturas militares, pronto volvió a mostrar su descontento para unirse a la sublevación encabezada por Franco desde África. Fue así como dirigió el levantamiento en Sevilla, perpetrando una cruel represión sobre una población indefensa en la que causó miles de muertos. Consiguió ser temido por todos y considerado virrey de Sevilla.

La iglesia católica apoyó sin reservas a los golpistas desde el principio. Una pastoral conjunta del episcopado español, del 1 de julio de 1937, calificaba de “cruzada” la guerra fratricida desatada por Franco y sus correligionarios golpistas. Y durante la posterior dictadura, paseaba al dictador bajo palio. Esa lealtad con los sublevados y su régimen recibiría el “premio” de la confesionalidad del Estado, conocido como el nacionalcatolicismo, en el que quedaban prohibidas las demás religiones. Tal sumisión de la iglesia, como la del resto de estamentos sociales, al poder conquistado con la fuerza de las armas es lo que explica que un asesino tenga cobijo en un templo relevante de Sevilla. Y que, incluso, hermandades de la ciudad hayan adoptado denominaciones derivadas del nombre del golpista o de su esposa como forma en su tiempo de honrarlo, caso de Santa Genoveva o San Gonzalo.

Si estos no fueran motivos suficientes para extraer los restos de Queipo de Llano de la Macarena, tal vez un verdadero sentimiento religioso de los que allí profesan su fe podría justificar el deseo y la conveniencia de que un templo católico sólo acoja las tumbas de almas que han dado ejemplo de auténtica vida cristiana, conduciéndose de acuerdo a sus creencias: esto es, sin matar, sin practicar el odio, con humildad, con entrega a los pobres y necesitados, sin afán de poder, ambición y riquezas. Justo lo contrario de lo que fue aquel golpista, que participó activamente en una cruel guerra civil que causó víctimas militares, pero también muchas más víctimas civiles inocentes debido a la brutal represión durante la dictadura por motivos políticos, sociales y religiosos. Para que haya reconciliación debe haber justicia. Por eso su exhumación del templo.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Halloween y Día de los Difuntos.

Es tradición arraigada en el orbe católico la celebración del Día de Todos los Santos (me imagino que incluye también a los pecadores y herejes, pues cuentan con un nombre, sea del santoral o no) y, en la siguiente jornada, de los Difuntos, cosa que seremos todos, tarde o temprano. Son festividades religiosas para acordarnos de los vivos y los muertos, y que en otras partes y culturas del mundo revisten un carácter menos serio a la hora de aceptar un hecho tan inevitable como es que, al final, hagamos lo que hagamos, todos desapareceremos de la faz de la Tierra. Es cuestión de asimilarlo como una fiesta o una tragedia.

Este año, la manera anglosajona de celebrar estas fiestas, con máscaras y disfraces, ha imperado y extendido por todo el país, tanto que ya es una importante fecha más, como el Black Friday, de la mercadotecnia consumista, que aprovecha cualquier excusa, sagrada o profana, para hacer caja. Y ese modelo burlón e irrespetuoso de acercarnos a la memoria de los que nos acompañan por nuestro tránsito en la vida y la de los que ya la han abandonado sin remedio, se hace cada vez más predominante, sobre todo entre los jóvenes, quienes todavía no tienen un pasado que recordar y la muerte les parece una cosa extraña y lejana. Sólo piensan en disfrutar cuando y cuanto pueden. Nada de extraño por otra parte, puesto que todos hemos sido jóvenes impetuosos e irresponsables alguna vez.

Halloween, con su truco o trato que sensibiliza a las nuevas hornadas de la población que toda necesidad humana puede ser satisfecha por el mercado, y el Día de los Difuntos, con sus flores en los cementerios que también son provistas por un comercio tradicional, son simplemente dos maneras de expresar unos sentimientos que, para unos, sirven para divertirse, y, para otros, revelan la fugacidad y, sin embargo, gravedad de la vida.

Los Santos y los Difuntos no son más que visiones religiosas convenidas de nuestra trayectoria vital como colectivo humano, a la que nos adherimos según la edad que tengamos y la importancia que concedamos a las costumbres de nuestro ámbito cultural. Igual que los jóvenes seguirán mostrando su predilección por un Halloween festivo que banaliza la muerte hasta convertirla en diversión. En definitiva, nada nuevo bajo el sol. Tampoco hay que rasgarse las vestiduras por esta colonización anglosajona de nuestras tradiciones. Ya el consumo nos había conquistado y no protestamos un ápice. Por eso, lo mejor es que cada cual celebre lo que le apetezca. Feliz día, futuros difuntos.

jueves, 27 de octubre de 2022

V de Victoria

Este año se conmemora, celebrando multitud de eventos, el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, una hazaña que culminó, con la arribada a Sevilla, de la única de las cinco naves que partieron hacia el Oeste, tres años antes, para llegar a las Molucas: la nao Victoria, capitaneada por Juan Sebastián Elcano, después de navegar casi 38.000 millas náuticas (unos 70.000 kilómetros). Entre todos los actos celebrados, cabe destacar el más humilde, pero no menos importante, que ha organizado el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, aportando una visión distinta, tal vez menos espectacular, pero de enorme interés documental, con los registros notariales del Distrito de Sevilla que tuvieron que efectuarse para llevar a cabo la gesta de Magallanes y Elcano, entre 1519 y 1522.

V de Victoria es la exposición que, desde el 19 de octubre hasta el 30 de diciembre, organiza el Archivo Histórico Provincial en su sede hispalense, en la que muestra de manera sucinta pero sin perder rigor ni interés los protocolos notariales, no sólo relativos a la expedición, sino también los documentales para la adquisición de la nave Victoria -como el primer testimonio documental de su existencia, el de su expropiación por 800 ducados a sus propietarios de Ondarroa-, además de los testamentos, anotaciones familiares, judiciales y económicos, y demás registros que descubren la intrahistoria privada de los componentes que protagonizaron la primera circunnavegación del planeta.

A través de los cristales de sus vitrinas podemos contemplar, por primera vez ante nuestros ojos, documentos originales, facsímiles, objetos y reproducciones de mapas de la época que nos revelan las dificultades que acompañaron aquella hazaña y a los marinos que la llevaron a cabo. La muestra, comisariada y diseñada por Braulio Vázquez Campos, cuenta con la colaboración maquetistas, cartógrafos, fotógrafos y autores audiovisuales que hacen de la exposición V de Victoria un gozo para los sentidos y un estímulo para profundizar en el conocimiento de un hito histórico del que debemos sentir auténtico orgullo por lo que representó para la humanidad.

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V de Victoria

Archivo Histórico Provincial de Sevilla

C/ Almirante Apodaca, 4

Horario: de lunes a viernes, de 9 a 14 horas.


Entrada gratuita

martes, 25 de octubre de 2022

¿Último cambio de hora?

El próximo fin de semana, el último de este mes de octubre, debemos cambiar por enésima vez de hora para adoptar el horario de invierno. Se trata de unos cambios que se vienen produciendo dos veces al año desde que se produjo la primera crisis energética por encarecimiento del precio del petróleo, allá por los años 70 del siglo pasado. En España, ya anteriormente durante la Dictadura, habíamos modificado el horario para tener el mismo que el de Centro Europa y Berlín. Es decir, que ya teníamos una hora de más en relación con el huso horario que nos correspondería por nuestra ubicación geográfica, que es la del meridiano de Greenwich, que determina los horarios del Reino Unido y Portugal. Desde entonces, cada vez que se cambia la hora, tenemos una hora o dos de diferencia (en invierno o en verano) respecto al horario que nos corresponde en realidad. Al atrasar una hora el próximo fin de semana, todavía tendremos una hora de adelanto sobre nuestro horario, sin que de verdad se obtenga de ello ningún beneficio ni ahorro económico. Entonces, ¿por qué se hacen estos cambios?

Ya en 2018 el Parlamento Europeo abordó la posibilidad de eliminar el cambio horario y, apenas un año más tarde, tras una consulta a la opinión pública en la que el 87 % de los participantes mostró su preferencia por contar con un horario fijo, el Ejecutivo Comunitario acordó, en 2019, suprimir el cambio de hora. Aunque me congratulé de ello, sin embargo se continúan efectuando tales cambios horarios dos veces al año. ¿Será este el último?

Aparte de las razones meramente técnicas, relativas a la franja horaria que debería adoptar cada país del continente, existen además fuertes intereses económicos y empresariales, sin que ninguno de ellos atienda a la verdadera exigencia de salud de los ciudadanos, que se ve afectada por tales cambios continuos. Es por ello que, en nuestro país, no existe todavía una fecha concreta para fijar nuestro horario peninsular, ni siquiera para determinar cuál se adoptará, entre el de invierno o de verano, de manera definitiva. Bruselas se ha visto obligada a ampliar el plazo otros cinco años antes de obligar adoptar la medida, a pesar de su acuerdo inicial de materializarlo en 2021. De ahí que el Ministerio español competente en la materia haya fijado el límite hasta 2026 para comprometerse acabar con los cambios horarios en nuestro país.

¿Es posible que esta vez sea la definitiva? Lo dudo. Dado que los beneficios para el ahorro energético del cambio horario son testimoniales y los motivos para continuar con ello responden a otros intereses, no hay prisas por suprimir algo que favorece al sector turístico, la primera industria de nuestro país. Que nuestros biorritmos internos se alteren y otros trastornos, tanto orgánicos como sociales (escolares, alimenticios, etc.), sean consecuencia de estos cambios, no parece suficiente para adoptar una solución definitiva acerca de un horario fijo. De hecho, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDEA) asegura que la situación hoy en día es “muy distinta a la de aquel momento”, cuando se adoptó el cambio horario con el objetivo de ahorrar energía.  

Ni hay voluntad ni existe consenso para fijar el horario en España. Así que hemos de acostumbrarnos, como lo hacemos a nuestro pesar, a seguir soportando cada seis meses que nuestros hábitos para levantarnos y acostarnos, para trabajar y divertirnos, para comer y descansar, tengan que modificarse dos veces al año, aunque con ello no se obtenga ningún beneficio energético para el país, pero sí para el bolsillo de los acaudalados patrones de una industria en concreto y los intereses particulares de una minoría, en detrimento del bien general y de la salud de todos.  No, no será el último cambio de hora, desgraciadamente.

sábado, 15 de octubre de 2022

Lo que hay detrás de los símbolos

Los símbolos, a veces, nos deslumbran. Nos arrancan emociones. La Jefatura de Estado de España es sólo el símbolo del poder ilusorio de una imagen, como cualquier bandera que ondea en el balcón de una institución. Los símbolos sólo sirven para visualizar el atributo que el que los contempla les asigna al dotarles de un significado que no les es inherente. Y eso se comprueba mirándolos desde detrás de ellos. Entonces vemos con nitidez el artificio de un objeto decorativo y completamente innecesario. Como estas banderas que cuelgan en sus mástiles al otro lado de la ventana de un edificio singular de Sevilla. Más allá de las telas que cuelgan al viento sobre los muros solemnes de un monumento está la realidad. Detrás de los símbolos no hay nada, pero delante de ellos se yerguen indiferentes los edificios de una ciudad en la que se afanan cada día por salir adelante los ciudadanos que la habitan. Delante está la vida, detrás la nada. Una vida que no precisa de símbolos o representaciones para ser contemplada, ni siquiera para ser entendida. La vida se vive sin más, los símbolos se valen de la emoción para transmitir un significado del que carecen. Ni un rey gobierna ni una bandera es la patria. Pero la vida, sin ceremonias ni adornos, es lo que de verdad nos une e identifica. Lo que vemos más allá de unos símbolos vacíos.   

viernes, 14 de octubre de 2022

Neuronas humanas en ratas

Ahora resulta que, ¡albricias!, insertando neuronas humanas en el cerebro de ratas recién nacidas, estas facultan al roedor a lamer un dispositivo cada vez que deseen ingerir agua después de un estímulo luminoso. Al parecer, las neuronas influyen en el comportamiento y en la sensibilidad del huésped. Además, se ha comprobado que las neuronas injertadas crecen siete veces más rápido que “in vitro” y se conectan sin problemas al tejido cerebral del animal. Para los científicos que han alcanzado tal milagro, se trata de un avance extraordinario de la neurociencia que abre un abanico infinito de posibilidades en el futuro.

Cada vez estamos más cerca de comportarnos como el ayudante del Creador, ingenuo aprendiz que cree poder copiar los experimentos del Maestro y jugar con los rudimentos de la vida. Por lo pronto, ya hemos hecho que las ratas aprendan rápido a buscar agua, cosa que ya sabían hacer sin tanta celeridad. Dependiendo de las neuronas que les injerten, pronto aprenderán a jugar a las quinielas y cazar gatos con humano maquiavelismo. Y es que la ciencia avanza con tanta velocidad que supera nuestra capacidad de asimilación. Ya habíamos probado a crear un clon de una oveja de la que nunca más se supo. Ni para lo que sirvió. Parece que es más aconsejable ir paso a paso, órgano a órgano, y no con un individuo al completo. Por eso ahora se experimenta con poner a las ratas células neuronales humanas. Si el bicho ya era repelente y temible de por sí, con facultades semihumanas será intratable, inaguantable y hasta más soberbio que un cuñado. Peor que Putin. Seguro.

Dicen los que saben que estos experimentos permitirán comprender muchas enfermedades y facilitarán futuros tratamientos que hoy son impensables. Me imagino que se refieren a enfermedades de humanos reproducidas en roedores, porque de las patologías de las ratas no han dicho ni . Ni falta que hacía. Tampoco aducen ninguna objeción ética que pudiera plantearse por manipular ratas con cerebros medio humanos y, ¡quién sabe!, ante un posible brote de conciencia de sí mismas y de su lugar en la creación, que las lleve a cuestionarse quiénes son, de dónde vienen y adónde van, y qué hacen los humanos con sus cerebros.

En cualquier caso, se trata de un gran paso para la humanidad que maldita gracia le hace a las ratas, que no saben cómo escapar de los laboratorios. Sin embargo, así es como avanza la ciencia, en la que alguien tiene que hacer de cobaya. Y no iba a ser el hombre que, como Dios, observa e interviene, obrando milagros, desde el cielo de su inteligencia. Amén.

martes, 11 de octubre de 2022

Paremos esta guerra

Si el ser humano se comportara en verdad de manera racional, facultad que se supone lo distingue de las demás especies, no existirían ni violencia ni matanzas entre ellos. La alta consideración de su propia relevancia, cúspide del reino animal, unido al respeto que haría prevalecer la dignidad personal y el derecho inviolable a la vida e integridad de cada hombre, formalmente reconocidos por la Declaración de los Derechos Humanos, deberían imposibilitar cualquier acto de agresión y de violencia entre los seres humanos, tanto individual como colectiva. Solo los animales, regidos por instintos irracionales, actuarían con agresividad salvaje frente a cualquier amenaza, incluso contra miembros de su misma especie. Reconocernos únicos y privilegiados entre los seres vivos, gracias a la inteligencia y la capacidad racional con las que hemos sido dotados por la evolución natural, debería permitirnos erradicar toda pulsión violenta y asesina entre nosotros, puesto que no hallaríamos motivos racionales para imitar comportamientos más propios de los animales que de los humanos. Sin embargo, no es difícil ni infrecuente el uso de la fuerza y la guerra para dirimir nuestros conflictos por simples ambiciones de dominio y poder. Y así nos va.

En este rincón del mundo más desarrollado, el que disfruta de comodidades materiales nunca imaginadas y de un marco jurídico que ampara derechos y libertades como en ningún otro, se desata una agresión militar que bombardea a la población civil por una nostalgia imperial atávica. No solo se afana en masacrar a ciudadanos inocentes que nada han hecho, salvo nacer y vivir en su país, sino que además ignora y destroza el andamiaje de una legalidad internacional, basada en la soberanía de los estados-nación, que había logrado una paz duradera y el mayor progreso y bienestar en la historia de la humanidad.

Nada de ello le ha importado a una persona para actuar como los animales: atacar con fiera violencia cuando cree sentirse amenazado o percibe una mengua de su poder e influencia. Es lo que ha demostrado el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al invadir un país vecino, Ucrania, antigua república de la órbita soviética, al considerar que la autonomía política y la soberanía de ese país significaban un peligro real que ponía en cuestión la capacidad de control de Rusia de su área de influencia. No le ha importado, por tanto, comenzar una salvajada militar, sin declarar oficialmente la guerra, que se desarrolla como cualquier guerra auténtica, es decir, siendo injusta además de inútil, puesto que sólo sirve para poner de relieve la carencia de razones que la justifiquen, dado que ninguna guerra los tiene, y la desesperación de un agresor que es incapaz de resolver sus conflictos por medios racionales y pacíficos, propios de seres inteligentes.

La guerra no es la continuación de la política por otros medios, como cínicamente afirmaba Clausewitz, sino más bien el fracaso absoluto de la política. La guerra, simplemente, es la sinrazón y el retorno a la animalidad más despiadada de los humanos, especie supuestamente cumbre entre los seres vivos e inteligentes. En Ucrania asistimos al espeluznante horror inhumano de la guerra en las mismas puertas de la civilización. Una guerra que amenaza explícitamente con el recurso a las armas atómicas si el agredido sigue oponiendo resistencia a la agresión que sufre y no claudica a unas “negociaciones” que certifiquen su rendición.

No es esta esquina de Europa el único lugar del planeta donde se aplica aquella cínica “continuación de la política por otros medios” a la hora de dirimir conflictos territoriales, étnicos, religiosos o económicos. Las balas, las bombas y los misiles vuelan por doquier para vergüenza de la supuesta capacidad racional que distingue al hombre. Hasta ahora, aquellos focos de enfrentamientos mortales nos resultaban remotos y de pueblos dominados por una mentalidad primitiva. No podíamos imaginar que tal cosa pudiera acontecer en el epicentro de la civilización occidental, como es Europa, después de la terrible experiencia de dos guerras mundiales que asolaron al continente. Una Europa, para colmo, que en su conjunto está siendo chantajeada con el miedo a la asfixia energética si continúa prestando apoyo moral y material a la víctima de la agresión irracional rusa.

Aunque no hay razones que justifiquen esta violencia, es indudable que sí existen argumentos de estrategia global que explican los motivos (más psiquiátricos que racionales) que han llevado al autoritario dirigente del Kremlin a decidir la brutal agresión bélica, todavía parcial, de un país independiente y soberano como es la vieja Ucrania de los cosacos. Pero una explicación no es ninguna razón que justifique de manera racional una iniciativa asesina, inmoral y demencial. Porque, como venimos insistiendo, no existe razón alguna para conducirse con violencia y guerras entre seres con inteligencia y raciocinio. Eso sólo es posible entre las fieras, pero incluso ellas evitan todo lo que pueden los enfrentamientos mortales entre miembros de la misma especie.

Ante el recrudecimiento de la guerra en Ucrania sólo cabe exigir el uso de la razón y la inteligencia, especialmente por parte del agresor. Que se recupere la capacidad racional para resolver de manera pacífica y sensata cualquier problema que enfrente a los contendientes y a su correspondiente tropa de seguidores y aliados. Que se comporten como seres racionales y actúen como humanos dotados de la mayor inteligencia del reino animal. Que no provoquen otra devastación injusta e inútil en una Europa que todavía sufre las consecuencias de dos guerras mundiales y de unos odios y resentimientos que no dejan de supurar. Tal vez sea ello lo que explica esta nueva agresión que intenta recomponer viejos dominios y feudos, pero en absoluto justifica un comportamiento animal, por violento e irracional, que ofende a la inteligencia humana. La guerra no es ningún mal necesario. Más bien, un mal injusto e inútil impuesto por la fuerza ante la ausencia razón y nula voluntad de entendimiento. Cuanto antes se dé cuenta Putin del fracaso de su iniciativa irracional, mejor para todos, también para él y su país. Pero, sobre todo, para los masacrados ucranianos. Paremos esta guerra insensata.     

miércoles, 5 de octubre de 2022

El Nobel y los neandertales

Que los neandertales sirvan para conseguir un Premio Nobel no es la alucinación de un chiflado. Es exactamente lo acontecido este año con la concesión del Nobel de Medicina al investigador sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 65 años), biólogo, experto en genética evolutiva y director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de Leipzig (Alemania). Sus trabajos sobre el DNA de homínidos extintos y la secuenciación del genoma neandertal le han valido para ser merecedor del Premio Nobel. Anteriormente, había sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2018.

Las investigaciones del profesor Pääbo representan el avance científico más relevante para entender a nuestros ancestros en el contexto de la evolución humana. Es decir, se ha dedicado a estudiar la historia humana por medios moleculares, investigando las variaciones de la secuencia del DNA en antiguas especies humanas ya extinguidas, como los neandertales, para comparar las diferencias, que representan mutaciones, con las del hombre actual, aunque no se sepa casi nada de cómo se traducen los genomas en las particularidades de un individuo vivo.

Sus investigaciones fueron fructíferas y en 2010 lo consiguió. Ese año pudo presentar el genoma completo de los neandertales, los homínidos más próximos al homo sapiens, que se extinguieron hace más de 40.000 años. Según registros fósiles, los neandertales aparecieron entre hace 300.000 y 400.000 años y existieron hasta hace relativamente poco. Perduraron, por tanto, tres o cuatro veces más tiempo que los humanos modernos. Descubrir y estudiar su genoma puede ayudar a comprender qué nos separa de ellos, incluso qué significa ser humano.

No fue un trabajo fácil. Empezó estudiando el DNA de momias egipcias, lo que le sirvió para depurar los procedimientos para extraer y secuenciar las bases moleculares del DNA de fósiles neandertales. Ello le supuso ser el primer científico de la historia que descubre una especie humana desconocida, los denisovanos (hallados en la cueva de Denisova), exclusivamente a partir del DNA extraído de un hueso minúsculo del dedo meñique fósil de una niña que vivió en Siberia hace unos 50.000 años, y que había permanecido congelado en el permafrost desde poco después de morir.

Los neandertales y el Homo sapiens son especies humanas que convivieron durante mucho tiempo y llegaron a mezclarse entre ellas. Tanto es así que, gracias a los trabajos del profesor Pääbo, se sabe a ciencia cierta que los europeos y los asiáticos han heredado entre el 1 y el 4 por ciento del DNA de los neandertales. Aquellos habían aportado partes de su genoma a los pueblos actuales de Eurasia. Lo que, en puridad, significa que los neandertales continúan viviendo en muchos de nosotros aún hoy. De ahí que las diferencias genómicas entre nuestros predecesores y los humanos modernos sean objeto de estudio, ya que podrían dar respuesta a qué es lo que nos convierte en “sapiens” modernos. El impacto de tales investigaciones es tan significativo para la comprensión de la evolución humana, que su impulsor, el biólogo Svante Pääbo, el experto mundial más eminente en la materia, ha sido galardonado con un merecido Premio Nobel de Medicina 2022… gracias a los neandertales, aquella idea que parecía la alucinación de un chiflado.

Para saber más acerca de la odisea que condujo a Svante Pääbo a la identificación del genoma de nuestros ancestros neandertales, los detalles y vicisitudes que tuvo que sortear este investigador visionario para poder secuenciar la estructura genética de un DNA con decenas de miles de nucleótidos, valorando teorías como la de la “Eva mitocondrial” y temiendo la reacción de los fundamentalistas religiosos contrarios a la evolución humana si publicaba sus hallazgos, recomiendo encarecidamente la lectura de su libro “El hombre de Neandertal*, donde describe, de manera amena pero sin perder rigor divulgativo, el relato de una investigación fascinante a cargo del propio e innovador protagonista. Quedarán asombrados.

Svante Pääbo, El hombre de Neandertal. Alianza editorial. Madrid, 2018.

lunes, 3 de octubre de 2022

Entrevista del Colegio Enfermería

El Colegio de Enfermería, además de acoger la presentación de mi libro, me ha realizado una entrevista que publica en la sección Actualidad (apartado "entrevista a") de su página web. Aunque contesté más preguntas, las que pueden leerse en el enlace que facilito al final de este texto recogen lo fundamental de aquella conversación. He de expresar mi sincero agradecimiento a la institución colegial de la Enfermería sevillana por contribuir a la difusión de un libro que, de otra forma, hubiera pasado desapercibido entre los compañeros sanitarios. Gracias, pues, una vez más.

Entrevista a Daniel Guerrero

Esperanzas de octubre

El otoño comenzó, con rigor astronómico, en septiembre, pero es octubre el mes en que de verdad empieza a notarse, cuando aparecen las coincidencias y señales que evidencian el cambio irrefrenable de estación. De entrada, comparten letra inicial, esa O que empareja octubre con otoño, como una especie de aviso que nos advierte de que el verano ya ha quedado definitivamente derrotado y nos encaminamos paulatinamente al reino de los días grises y los aires fríos. Una letra redonda como el ciclo que vuelve a iniciar su recorrido por el año para morir y renacer constantemente en un bucle que eterniza la existencia de todo ser vivo. Y por el que los árboles mudan sus hojas verdes, medio secas, por las ocres y pardas con las que visten la estación antes de que las yemas, que renovarán el follaje, las obliguen a volar, como lágrimas al viento, para cubrir el suelo y fertilizar el tronco del que nacen. Así surge la esperanza de una nueva vida que el otoño de octubre hace posible cada vez que asoma en el calendario. Y que permite que las madrugadas refresquen, con un aliento que parece descender desde cumbres nevadas, campos y ciudades abochornados y exhaustos de un calor y unas calimas despiadados. Y tiñe de motas blancas los cielos para alivio de los sedientos. Son las esperanzas que hace abrigar octubre, esperanzas para que el otoño también haga brillar en nuestros ojos la oportunidad de un nuevo renacer. Esperanzas de octubre, con O de otoño.       

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Una presentación cargada de emotividad

Ayer se celebró el acto de presentación del libro Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes en el Salón de Actos del Excmo. Colegio Oficial de Enfermería de Sevilla. Como autor de la obra, soy incapaz de redactar una simple nota del hecho, pues aún conservo los vellos erizados por la emoción que tanto los representantes de la institución anfitriona, especialmente el de la vocalía de Ocio y Cultura que presidía la mesa, Salvador Sobrá, como el del Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía, Juan Pablo Bellido, encargado de presentarme ante los asistentes, me incapacita para glosar con distancia y objetividad lo que allí aconteció. Y sucedió, sencillamente, que los intensos lazos de amistad y camaradería con los que me honran hicieron brotar sentimientos difícilmente contenidos. Además, por si fuera poco, me sentía acompañado y protegido por un público entregado, formado mayoritariamente por compañeros enfermeros, amigos y familiares, que hicieron del acto un encuentro fraternal. Como reconocí ante los presentes, me sentía felizmente emocionado de tantas muestras de cariñoso aprecio y calurosa confianza. Para mi asombro, nadie expresó ningún reproche a los relatos del libro, sino todo lo contrario, testimonios de que les han gustado hasta el extremo de solicitarme que no dejara de seguir escribiendo relatos para que volviera a convocarlos en futuras presentaciones.

Quisiera, por tanto, trasladar a todos los congregados, y a quienes no pudieron hacerlo por compromisos ineludibles, mi más sincero reconocimiento de gratitud. Son contadas las ocasiones en la vida en que te ves recompensado y aturdido con tantas muestras de alegría y satisfacción. Honestamente, no lo esperaba. Y considero que tampoco lo merecía, ya que sólo he puesto de relieve una pasión que desde la adolescencia he tenido, la de escribir. Y que tantos vean en ello una especie de virtud destacable de mi persona, me obliga a intentar no defraudar ese aprecio y confianza. Y a darles a todos, desde aquí, mis más sentidas gracias.

Fotos: Galería gráfica del Colegio de Enfermería de Sevilla.      

viernes, 23 de septiembre de 2022

Hoy comienza el otoño

Ayer fue verano, pues hoy comienza el otoño. El dato astronómico apenas se nota en el día a día, pues sigue haciendo un calor bochornoso que nos hace sudar aun cuando las temperaturas no alcanzan los picos extremos de julio, cuando se sucedieron los incendios forestales más voraces que se recuerdan en el país. Los atardeceres, en cambio, comienzan a ser más frescos que hace un mes y una ligera brisa, que aprovecha que ya oscurece más temprano, airea el ambiente recalentado de la ciudad y alivia el agobio de nuestros rostros. Son signos apenas perceptibles del cambio de estación, de un otoño que hoy inicia su andadura en el hemisferio norte del planeta, para alegría de muchos y fastidio de unos cuantos. Todavía no anuncia unas lluvias deseadas y necesarias para el campo y los pantanos, pero depositamos en él nuestras esperanzas de que no tarden en saciar la sed de la tierra, los animales, la vegetación y las personas. Todos necesitamos del agua para afrontar un nuevo ciclo en el que renovar la vida, proyectos y energías. Queremos que nuevos brotes surjan de las cenizas que nos dejó el verano en la piel y en los troncos. Deseamos que el otoño despierte el ánimo revitalizador que el calor y la pandemia habían apagado. Saludamos, pues, la ventura de un otoño que hoy comienza. Bienvenido sea.   

jueves, 22 de septiembre de 2022

Acto de presentación en el Colegio de Enfermería de Sevilla

El Excmo. Colegio Oficial de Enfermería de Sevilla (ECOES) acogerá el Acto de Presentación del libro Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes del que soy autor. El evento, organizado por el Departamento de Ocio y Cultura de la institución colegial, se celebrará el próximo martes, día 27 de septiembre, a las 18:00 horas, dentro de su iniciativa de apoyo a las acciones artísticas y culturales de los colegiados.   

El Acto de Presentación estará presidido por el vocal de cultura del ECOES Salvador Sobrá Calderón, coordinador del Departamento de Ocio y Cultura, quien estará acompañado en la mesa, como presentador del autor, por Juan Pablo Bellido Muñoz, decano del Colegio Oficial de Periodistas de Andalucía y editor de las cabeceras del grupo Andalucía Digital.

Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes es mi primera obra de ficción. El libro reúne una compilación de relatos, elaborados a lo largo de los años, que abordan una temática variada en la que lo onírico, lo imaginado o lo patológico condicionan conductas o sucesos que encubren una realidad oculta, sin duda sorprendente, que pasa desapercibida por la inmediatez de lo cotidiano.

Los asistentes al acto tendrán oportunidad de escuchar, de primera mano, las motivaciones o los deseos que me impulsaron a escribir unas narraciones breves, pero intensas, que exploran la complejidad de personajes y hechos singulares. Quedan, pues, todos invitados.   

lunes, 19 de septiembre de 2022

Agraciado por un sueño…

El título de esta entrada hace un juego de palabras con el del cuento que inaugura e ilustra la portada de mi libro de relatos. Si el protagonista del cuento acaba "atropellado por un sueño", yo me he visto agraciado por un sueño… cumplido. Un largo sueño que me brinda diversos momentos agradables que me impiden despertar o me hacen soñar despierto. Desde que publiqué el libro, hace sólo un par de meses, no ha hecho más que darme satisfacciones, a pesar de los temores que me embargaban y que me mantenían preocupado y hasta nervioso.

La primera satisfacción fue ver la obra en la calle. Aunque siempre acaricié la posibilidad de publicar un libro de relatos de ficción, nunca lo creí probable, pensé que jamás lo conseguiría. La mera existencia física del pequeño y humilde tomo de Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes (Editorial Punto Rojo Libros) es, en sí, motivo de una alegría indescriptible, la constatación de que un viejo sueño estaba materializándose y se hacía realidad. Se cumplía, así, aquel deseo de ver mis cuentos en forma de libro y no como simples folios grapados y guardados en un cajón.

El segundo momento de sorprendente satisfacción fue la acogida que ha tenido el librito entre amigos y familiares, no sólo por adquirirlo en cuanto supieron de su existencia, sino por las críticas y comentarios favorables que les ha generado su lectura, muchos de los cuales me los han hecho llegar con inmerecida deferencia y generosidad. Como muestra, las reseñas que hacen mi compañero y amigo Aurelio Freire Martín, que no duda declarar sentirse “orgulloso de tener un amigo con esas dotes y esa sensibilidad para escribir”. Y la del filólogo, compañero de mi hija, Javier Parejo, quien dice tener “sana envidia” mientras lee unos cuentos que no le parecen “nada minúsculos, sino contundentes”. Si estas manifestaciones no son parte de un sueño cumplido, se le parece bastante.


Pero queda aún un tercer momento de este sueño tan grato y maravilloso. Dos amigos de ámbitos diferentes se confabulan para proporcionarme una inimaginable alegría. Salvador Sobrá, vocal de cultura y coordinador del Departamento de Ocio y Cultura del Excmo. Colegio Oficial de Enfermería de Sevilla (ECOES), me propone, sin habérselo pedido, organizar un acto de presentación del libro en la sede de la institución colegial. Este ha sido el único motivo afortunado que he tenido por estar colegiado durante toda mi vida laboral, admitiendo que siempre he sido contrario a la obligatoriedad de cualquier colegiación profesional. Salvador ha conseguido dos cosas: congraciarme con el Colegio y hacerme deudor de nuestra amistad.

Y para acompañarme en ese acto, la espontánea y generosa disposición de otro amigo entrañable, Juan Pablo Bellido Muñoz, decano del Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía, quien se ha prestado a trasladarse desde Córdoba para hacer una semblanza de mi persona a la hora de presentar al autor del libro. Con seguridad, expondrá mi faceta periodística, la que me ha permitido colaborar con él durante más de una década, y que es desconocida por la mayoría de mis compañeros de Enfermería.

Este último episodio del sueño sacia todas mis expectativas. Me colma de una satisfacción enorme y de un sentimiento de gratitud para con tantos amigos, familiares, compañeros y desconocidos que, además de leer mi libro, me honran con sus apreciaciones y muestras de afecto. Ojalá pudiera expresarles personalmente a todos ellos mi agradecimiento más sincero durante el citado acto de presentación en el ECOES, el próximo día 27 de septiembre, a las seis de la tarde. Quedan, por tanto, todos invitados. Estar rodeado de tantos amigos es ser agraciado por un sueño. Un hermoso sueño. Gracias.

jueves, 8 de septiembre de 2022

Despedida de Serrat

Anoche tuvimos la nostálgica fortuna de asistir en Sevilla al concierto que Joan Manuel Serrat ha celebrado en su gira de despedida “El vicio de cantar: 1965-2022”. Hacía cuarenta años que lo vimos por primera en directo, en la Plaza de España, cuando todos éramos insolentemente jóvenes y no nos importaba el futuro. Creíamos que era una cosa que estaba muy lejana… y, mira por dónde, nos ha atropellado casi sin darnos cuenta.

Tanto Serrat como la mayor parte del público congregado anoche en la Plaza de Toros, a orillas del Guadalquivir, lucíamos alopecia o canas, andábamos medio fastidiados de las rodillas y compartíamos algunas otras dolencias orgánicas que es mejor obviar. No en vano, hace cerca de medio siglo que el cantautor catalán se adueñó de nuestras emociones y sentimientos. Tanto, que anoche no pudimos reprimir en algunos momentos las lágrimas. La emoción por lo que Serrat fue -y es- en nuestras vidas es indescriptible, pues sin él y su música no seríamos lo que somos. Por eso nos hizo sentir que también nosotros hemos ido perdiendo fulgor en la mirada y ese beso en la piel, un beso en la piel, señora, que entonces creíamos imperecederos. Y es que también nosotros vamos despidiéndonos de lo que fuimos e incluso de lo que somos.

Fue una despedida mutua que encogió nuestros corazones y empapó nuestros ojos de una nostalgia líquida que ni la optimista melodía de hoy puede ser un gran día pudo reprimir. Gracias Serrat por venir personalmente a decirnos adiós a tus 77 años y despertar hermosos recuerdos imborrables que quedan inscritos en esas canciones que jamás olvidaremos y que anoche tarareamos con una emoción que brotaba a borbotones. Gracias... y hasta la próxima.