Este año, la manera anglosajona de celebrar estas fiestas,
con máscaras y disfraces, ha imperado y extendido por todo el país, tanto que
ya es una importante fecha más, como el Black Friday, de la mercadotecnia
consumista, que aprovecha cualquier excusa, sagrada o profana, para hacer caja.
Y ese modelo burlón e irrespetuoso de acercarnos a la memoria de los que nos
acompañan por nuestro tránsito en la vida y la de los que ya la han abandonado
sin remedio, se hace cada vez más predominante, sobre todo entre los jóvenes,
quienes todavía no tienen un pasado que recordar y la muerte les parece una
cosa extraña y lejana. Sólo piensan en disfrutar cuando y cuanto pueden. Nada de
extraño por otra parte, puesto que todos hemos sido jóvenes impetuosos e
irresponsables alguna vez.
Los Santos y los Difuntos no son más que visiones religiosas
convenidas de nuestra trayectoria vital como colectivo humano, a la que nos
adherimos según la edad que tengamos y la importancia que concedamos a las
costumbres de nuestro ámbito cultural. Igual que los jóvenes seguirán mostrando
su predilección por un Halloween festivo que banaliza la muerte hasta
convertirla en diversión. En definitiva, nada nuevo bajo el sol. Tampoco hay
que rasgarse las vestiduras por esta colonización anglosajona de nuestras
tradiciones. Ya el consumo nos había conquistado y no protestamos un ápice. Por
eso, lo mejor es que cada cual celebre lo que le apetezca. Feliz día, futuros
difuntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog admite y agradece los comentarios de los lectores, pero serán sometidos a moderación para evitar insultos, palabras soeces y falta de respeto. Gracias.