Celebro el Día del Libro de una forma especial... escribiendo. Muy pronto tendré el honor de poder ofrecer a quienes me siguen y leen mi primer libro de ficción. No desesperen porque soy el primero en sentir impaciencia por alumbrar esta obra y someterme a vuestras críticas y comentarios. Con paciencia, todo se andará.
sábado, 23 de abril de 2022
martes, 5 de abril de 2022
¿Por qué sigo aquí?
Por ejemplo: siempre quise emular esa habilidad para componer
una publicación, sobre todo si yo pudiera elaborarla. Al poco se presentó esa oportunidad,
aunque he de confesar que fue de forma artesanal y muy rudimentaria, como resulta
comprensible. Por aquellos años formé un grupo de aficionados a la ufología, es
decir, de supuestos investigadores de los platillos volantes, que enseguida
comenzó a publicar un boletín periódico para facilitar información a los socios
sobre las noticias recibidas y actividades desarrolladas (mera recopilación de noticias
de avistamientos con la que elaborábamos una presunta “casuística ufológica”). Como
podéis imaginar, yo fui el impulsor y encargado de elaborar la publicación. Se
trataba de simples páginas mecanografiadas, a las que se añadía una portada elaborada
con letras adhesivas o transferibles (Decadry) y dibujos con rotuladores. Posteriormente,
conforme crecieron los “recursos técnicos” y la tirada, se recurrió a la
multicopista. No hace falta decir que la edición de aquella publicación como la
calidad de mis escritos denotaban la bisoñez y la falta de medios de su
valedor. Pero fue un aprendizaje muy provechoso.
Porque nunca han dejado de atraerme ni el periodismo ni las
artes gráficas. De hecho, aunque me decanté por una profesión sanitaria,
continué con mis aficiones editoriales y literarias. Con un amigo tan loco como
yo, confeccionamos un libelo anónimo en el hospital donde trabajábamos, en el
que abordábamos, con las armas del humor y la sátira, el trasunto laboral y
humano que existe tras las paredes de unas moles en las que conviven, mañana,
tarde y noche, cientos de trabajadores de toda ralea y condición. Fue una
experiencia excitante, pero tuvimos que dejarlo al tercer número, si queríamos
conservar el puesto.
Algo más tarde, cambié de puesto y me dediqué, como
sanitario con nociones “periodísticas”, a desempeñar un trabajo, ahora sí,
directamente relacionado con mi afición a la edición y la divulgación. Esta vez
me pagaban por divertirme, ya que era el responsable de elaborar folletos
informativos, campañas publicitarias, textos propagandísticos, libros y
revistas divulgativos, colaborar en la organización de congresos, publicar
trabajos, además de atender y relacionarme con los medios de comunicación, para
una institución sanitaria que depende en su funcionamiento de la continua y
directa participación de la población. Fueron años intensos y agotadores, en
los que aprendí muchísimo. Sin embargo, al cabo del tiempo, tuve que volver a
cambiar de destino y regresar al hospital.
Pero no volví de vacío. Tenía una experiencia acumulada que
equivalía a un máster en comunicación. Y lo aproveché para dar cumplida
satisfacción a mi preferencia innata, el periodismo y la escritura. Porque en
ese destino no sólo contribuí a publicar comunicaciones científicas y ganar
premios en congresos, sino que me decidí a cursar la carrera de periodismo de
manera oficial, consiguiendo la licenciatura correspondiente. No voy a negar
que tuve que hincar los codos, pero lo que estudiaba, con sus nombres técnicos
y sus procedimientos específicos, me recordaba felizmente los rudimentos que yo
había explorado a lo largo de mi vida, tanto en tiempos de los ovnis como en los
de la donación de sangre o la aféresis. Y me dieron la seguridad y el valor necesarios
para continuar persiguiendo lo que siempre me ha atraído desde niño: escribir. Es
lo que da sentido a las vicisitudes de mi vida y por lo que sigo aquí… (continuará).