miércoles, 25 de mayo de 2022

Sevilla a vista de pájaro

Volar es lo más parecido a la plena libertad. Al ser imposible elevar los pies del suelo, las atalayas siempre han supuesto un remedo de ese deseo de surcar los aires. Otear el horizonte desde lo alto, ya sea desde un monte, una construcción o un avión, nos maravilla y despierta esas ganas de volar, libres y sin ataduras, como los pájaros. Tal es la impresión que causa contemplar desde la cúspide de la Torre de Sevilla la ciudad que se extiende, en 360 grados, entono a la misma, hasta donde la vista alcanza. Impresiona la panorámica espectacular de una urbe que reconocemos a trozos, como teselas de un puzle, y que desde allí se nos presenta en su totalidad, como la dibujan los mapas. Aparte de la altura del mirador, que convierte en miniaturas las calles y las personas, nos deja boquiabiertos la deslumbrante belleza de un caserío predominantemente blanco plagado de torres, cúpulas y monumentos, ceñido por el cinturón de un deslumbrante río domesticado, engalanado con puentes y embarcaciones. La histórica torre de la Giralda, empequeñecida en lontananza, sobresale a duras penas entre los tejados de las collaciones, luciendo sus piedras con humildad de siglos. Volar sobre Sevilla y quedar acogotados por su indescriptible y desparramada belleza, es lo que se siente al escalar el pináculo que emerge en la Isla de la Cartuja. Una experiencia que todo amante de la ciudad debería disfrutar si desea acariciar con la mirada la piel entera de su obsesión. Yo bajé de Torre Sevilla más enamorado aún de esta ciudad hermosa.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog admite y agradece los comentarios de los lectores, pero serán sometidos a moderación para evitar insultos, palabras soeces y falta de respeto. Gracias.