jueves, 19 de mayo de 2022

¿Por qué sigo aquí? (y II)

El Correo de Andalucía, 3 junio 1990
Como intentaba explicar en una entrada anterior, me cuesta trabajo dar carpetazo definitivo a estas páginas virtuales porque mi gran pasión es… escribir. Lo hago desde hace muchísimo tiempo, desde que aprendí a enlazar palabras para expresar lo que de manera oral no sabía articular con soltura y precisión, sin balbucear. Comprendí que me expresaba mejor escribiendo que hablando y que elaboraba mis mensajes de manera más comprensible y elegante por escrito que verbalmente. Soy lo contrario de esos escritores que escriben como hablan (conozco algunos), con una locuacidad pasmosa. En mi caso, al hablar no me surgen con fluidez las palabras adecuadas como cuando las escribo. Por eso, hasta para felicitar a alguien en un evento familiar, prefiero preparar unas notas manuscritas con las que ordeno mi pensamiento. Si no, divago y me pierdo en circunloquios.

ABC Sevilla, 7 julio 1973
De modo que escribir siempre me ha atraído, ha sido una tendencia temprana que me ha llevado a no dejar de garabatear folios desde muy joven. Tenía menos de veinte años cuando ya elaboraba artículos y confeccionaba boletines informativos, como el que nació para representar al conjunto de investigadores y entidades que estudiaban el fenómeno ovni en Andalucía, allá por los años 70 del siglo pasado. Era un proyecto editorial en el que participaban todo tipo de personas, la mayoría de ellas con carreras profesionales (médicos, empresarios, topógrafos, maestros, etc.), dirigido por un estudiante de bachillerato. Ni qué decir tiene que, con todos sus tropiezos, me siento feliz de aquella experiencia que afirmó mi vocación “literaria”. Por aquellos años, ya me atrevía, incluso, a enviar artículos sobre astronomía a los periódicos, algunos de los cuales fueron publicados en su integridad y sin remunerar, naturalmente. Colmaba mi satisfacción ver mi nombre al pie del texto en la página impresa.

Superada esa etapa de aficiones juveniles y culminados mis estudios universitarios, tampoco dejé descansar a la máquina de escribir. La revista científica del órgano profesional en el que estaba obligatoriamente colegiado acogió los trabajos elaborados, bien en solitario o bien en colaboración con otros compañeros, a lo largo de mi vida laboral. Adquirí prematuramente conciencia profesional y social, lo que me empujó a mostrar mi opinión o experiencia en esos escritos profesionales y en numerosas cartas dirigidas a los medios de comunicación. Tanto fue así que un amigo de facultad me preguntó si me dedicaba a mandar cartas al director. Y es que la política, influido sin duda por herencia paterna, también me ha interesado de forma especial, así como la lectura infatigable de periódicos y semanarios. Me recuerdo siempre con un periódico en las manos, desde la época del diario Pueblo, como la de Informaciones y Diario16, hasta la actualidad de ABC y El País, entre los de adquisición diaria, y otros de forma aleatoria, como El Correo de Andalucía, La Vanguardia, etc. También estuve suscrito a revistas como Triunfo, Cambio16, Scientific American, Tiempo de Historia, incluyendo a la humorística Por favor, en unos momentos históricos (finales de la dictadura y nacimiento de la democracia) para el país y para la formación de mi criterio como ciudadano partícipe de su tiempo. De ahí mi fecunda actividad epistolar con la prensa.

Pero los tiempos de mayor intensidad escritora los viví cuando asumí la responsabilidad como promotor de la donación de sangre de Sevilla. No sólo debía organizar campañas de extracción por toda la provincia para satisfacer las demandas transfusionales de los hospitales, sino que además tenía que elaborar los mensajes y la estrategia para concienciar a la gente y captar donantes, así como idear los medios propagandísticos y publicitarios que dieran a conocer esta necesidad entre la población. Elaborar folletos y eslóganes publicitarios, redactar cartas y comunicados, divulgar noticias e hitos noticiosos, mantener relación con los medios y crear canales de comunicación con los donantes y colaboradores de la donación (agendas, revistas, manuales, etc.), fueron tareas que alimentaron y potenciaron mis ansias por la escritura.

Sin embargo, mi afición a la escritura no se circunscribió a estos aspectos técnicos o profesionales. El gusanillo amanuense ha estado siempre corroyéndome por dentro y no se conformaba con lo expuesto anteriormente. Durante todos esos años, no he dejado de escribir relatos breves y cuentos que han ido acumulándose en los cajones de mi mesa o los rumiaba incansablemente en la mente hasta que los plasmaba en un folio. Son narraciones que reelaboran como ficción observaciones, recuerdos, experiencias y fantasías que en parte son propias y en parte inventadas. Unas son muy antiguas y otras, recientes. Pero todas, o la mayoría de ellas, han sido finalmente recogidas en un libro que, después de tantos años, acaba de ver la luz mágica de la imprenta. Para mí, personalmente, significa el culmen de un viejo anhelo, ver cumplido un sueño. Lo más probable es que el libro sólo atraiga la curiosidad de quienes conozcan mi obsesión por la escritura y sientan interés de leer lo que escribo, más allá de lo que expongo en este blog.

Al fin y al cabo, escribir consiste en eso, en no dejar de intentar expresar con signos alfabéticos lo que eres incapaz de contar de otra manera. De contarte a ti mismo lo que piensas y sientes y que pretendes comunicar a otros. Por eso sigo aquí. Y por eso, ahora, tengo la oportunidad de ofrecer a los lectores el fruto de una vocación exigente y solitaria, pero grata. Todo cuanto he revelado de mi biografía me predisponía a un objetivo. Y éste comienza a alcanzarse con esta obra que ya está a disposición de ustedes, los lectores. Se trata de Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes (editorial Punto Rojo Libros), el producto de mi afán por la escritura que ya sólo aguarda el dictamen del público lector. Ojalá lo disfruten tanto como yo al escribirlo. 

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