jueves, 28 de enero de 2021

Su primer añito

El último nieto que se incorpora a la familia, el único varón de entre cinco voces que entonan un canto a la vida que nos hace rejuvenecer, cumple su primer año de vida. Y lo hace en medio de las vicisitudes de un año que, si no fuera por él, sería objeto de olvido y reproches. Pero su nacimiento lo convierte en una fecha a celebrar, en motivo de alegría y satisfacción por la maravillosa experiencia de su existencia, que ilumina de esperanzas y anhelos estos momentos tan angustiosos y desconcertantes. La inocencia de su cara, sus enormes y limpios ojos que escrutan con curiosidad cuanto le rodea y la sonrisa siempre dispuesta a las carantoñas y los achuchones lo convierten en el centro de atención de sus padres y también de los familiares que acuden a visitarlo, a darle la bienvenida a nuestro afortunado clan.

Un añito, breve como un suspiro, que sin embargo no le ha sido fácil, pues ha tenido que sortear un ambiente de incertidumbres por esta epidemia que asola el mundo y las dificultades de una intolerancia alimenticia que lo hacen alérgico a una proteína de la leche, la ingesta básica de todo bebé. Pero ningún obstáculo ha podido con su fortaleza por vivir y llenar de júbilo el hogar en el que, durante este primer año, sus padres se desviven por él. El mes de enero está repleto de efemérides familiares, aparte de las fiestas del calendario, pero la que añade con su nacimiento este último nieto es especialmente significativa: es el varoncito con el que iremos a cazar lagartijas al parque en cuanto sus piernas aprendan andar. No es un sentimiento machista, sino de reconciliación con lo que hemos sido, aunque sea un estereotipo: niños traviesos. ¡Felicidades, Albertito!    

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