domingo, 1 de septiembre de 2024
Espejismo otoñal
La casualidad o la desesperación me han brindado hoy, primer
día de septiembre, el espejismo de un cielo encapotado y un frescor mañanero que
recordaban el otoño. El verano aun continúa secando la tierra, pero el mero
hecho de que otro mes aparezca en el calendario hace que la esperanza por los
días grises, las hojas amarillentas de los árboles y los primeros fríos en el
aire se torne en desesperación. Una desesperación que se aviva con el espejismo
de un día otoñal que se adelanta como la luminosidad que precede al retumbar de
un trueno desde las nubes. La impaciencia por despedir el verano no hace que la
estación que inevitablemente lo sustituirá en la danza del clima comience más
pronto. Pero la esperanza por su llegada se ve alimentada cuando abres la
ventana cada mañana y días, como el de hoy, hacen brillar tus ojos de ilusión.
O con atardeceres que tiñen de rojos y naranjas el horizonte, como este de Loli
Martín, por donde, tarde o temprano, ha de despedirse un verano que agota su
reinado. Es primero de septiembre y el otoño
ya pinta los días con las tonalidades de la casualidad o la desesperación. Y, sobre todo, de la
esperanza.
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