Viena (Austria)
El paseo por Centroeuropa me conduce, tras dejar atrás Praga, a Viena, capital de Austria, donde descubro una ciudad distinguida y próspera, con aires aristocráticos, que rezuma elegancia y refinamiento por su vasto patrimonio arquitectónico acumulado durante siglos. Y me entero de que Viena es considerada, desde el siglo XVI, la capital musical de Europa, ya que en ella nacieron compositores de la talla de Johann Strauss o Franz Schubert, además de haber acogido durante un tiempo a Mozart. Semejante prestigio lo mantiene con el afán por seguir cultivando su amor a la música, como demuestra el impresionante palacio de la Ópera, de estilo neorrenacentista, uno de los teatros más prestigiosos del mundo, y el no menos popular Musikverein, donde se celebra el tradicional concierto de Año Nuevo, que cada año se retransmite al mundo entero el día 1 de enero para deleite de melómanos. Por ambas causas, Viena es ejemplo vivo de arte y música.Ubicada a orillas del río Danubio, durante mi visita a Viena me siento objeto, al pasear por los lugares en que vivieron, de la curiosidad de austriacos tan insignes como Sigmund Freud o Gustav klimt. Y empequeñecido ante una ciudad que fue la mayor de Europa durante la dinastía de los Habsburgo y capital del imperio austríaco y, posteriormente, del austro-húngaro. Y eso se nota actualmente en su fisonomía, con edificaciones barrocas y neoclásicas que coexisten en armonía y belleza, dotando a la ciudad de un carácter único.
Prueba de ello es la Catedral de Viena, el edificio gótico más alto de Austria y emblema de la ciudad, con una de sus cuatro torres que se eleva hasta los 136 metros de altura. El interior ha cambiado a los largo de los siglos hasta adoptar su actual estilo barroco. El tejado está construido con ladrillos de colores que le dan un aspecto inconfundible.
Otro ejemplo es el Belvedere, un esplendoroso palacio barroco con amplios jardines, máxima expresión de arquitectura paisajística, construido en lo que eran las puertas de la ciudad como residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya. En la actualidad alberga colecciones artísticas de gran valor en Austria, como las obras más relevantes de Klimt (El beso, Judith). En total, unas 400 obras que abarcan 800 años de historia del arte, desde Cranach al modernismo vienés.O el palacio de Schönbrunn, antigua residencia de los Habsburgo desde finales del siglo XVII hasta principios del siglo XX, una de las construcciones barrocas más imponentes y mejor conservadas de Europa, dotado de recargadas estancias imperiales y un enorme y fantástico jardín, con fuentes, estatuas y monumentos, que le confieren una gran belleza y personalidad. Incluso dispuso del primer zoo del mundo, inaugurado en sus jardines en 1752. En el Salón de los Espejos del palacio interpretó Mozart piezas musicales cuando era solo un niño prodigio y el Salón Chino Azul fue el lugar en el que, en 1918, el emperador Carlos I firmaría su renuncia, dando lugar al final de la dinastía. Por todos esos motivos, históricos y arquitectónicos, el Palacio forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Pero es que, además, Viena fue la ciudad donde nació, al inicio del siglo XX, el Art Nouveau, el movimiento creativo modernista de diseñadores, artistas y arquitectos vieneses que se denominó Secesión, término por el que también se conoce al pabellón de exposiciones, de estilo modernista, construido por Joseph María Olbrich, que sería el primer centro de exposiciones de Europa Central y, hoy, una de las construcciones más conocidas de Viena. En el pórtico del pabellón figura el lema “Der Zeit ihre Kunst – der Kunst ihre Freiheit” (A cada tiempo, su arte – A cada arte, su libertad) Entre los fundadores de aquel movimiento figura el citado Gustav klimt, cuyas obras, refinadas y herméticas, se caracterizan por los motivos geométricos y la sensualidad, en un cuidado equilibrio entre líneas curvas y rectas, y abundancia del dorado, propio del arte bizantino. Tampoco hay que olvidar, entre los edificios vieneses más destacados, a la Biblioteca Nacional de Austria, la mayor biblioteca barroca de Europa y una de las más hermosas del mundo. Alberga más de 200.000 tomos históricos en sus altas estanterías de madera, incluyendo una de las mayores colecciones con los escritos de la Reforma de Martín Lutero. La impresionante Sala de Gala, con 80 metros de longitud y 30 de altura y coronada por una cúpula en su zona central, deja al visitante con la boca abierta. Una estatua de mármol en el centro del espacio, justo debajo de la cúpula, representa al emperador Carlos IV, el monarca que encargó la construcción de la biblioteca en 1723. Otras 16 estatuas representan a regentes y nobles de las familias austriaca y española de los Habsburgo. También adornan la sala dos globos terráqueos venecianos de más de un metro de diámetro. Y sin ser fúnebres, es curiosa la visita a la Cripta Imperial, bajo la Iglesia de los Capuchinos, lugar de sepultura de los Habsburgo de Viena, donde descansan 150 de ellos, entre los cuales hay 12 emperadores y 18 emperatrices. Podemos contemplar allí el magnífico sarcófago doble de María Teresa y su esposo, el emperador Francisco I, que contrasta con el sencillo féretro de su hijo, José II. También se hallan el sarcófago de la emperatriz Sisí y del príncipe heredero Rodolfo. El último emperador enterrado en la cripta fue Francisco José I (1916). No es macabro señalar que, de 1654 a 1878, los corazones de los Habsburgo serían extraídos y enterrados en la Cripta de los Corazones de la Iglesia de San Agustín.Viena, pues, no deja indiferente a nadie.
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