sábado, 11 de octubre de 2025

Paseo por Centroeuropa (y III)

Y Budapest (Hungría)

He de reconocer que de Budapest, en particular, y Hungría, en general, apenas sabía nada, salvo que el país está gobernado por un dirigente de ultraderecha que actúa como “pepito grillo” en la Unión Europea. Creía que visitaría una ciudad gris y triste, influenciada aun por su pasado en la órbita comunista que la alejaba de la modernidad. Esta ignorancia hizo que Budapest me causase el mayor y más agradable impacto de cuantas capitales he recorrido en este Paseo por Centroeuropa. Fue, sin duda, una inesperada pero grata sorpresa, porque descubrí una ciudad hermosa, muy hermosa.

Y es que Budapest es una de las capitales que cruza el Danubio, el mítico río que constituye un elemento histórico y cultural esencial en todas ellas, que la divide en las dos partes que dan nombre a la urbe: Buda (la parte montañosa) y Pest (la parte llana). Ambas partes contribuyen a dotar de identidad y belleza a la capital húngara.

En Buda, sobre lo más estratégico de la colina, se halla el Bastión de los Pescadores, de estilo medieval, un mirador anexionado en 1902 a los antiguos muros del castillo, en el espacio que ocupaba el mercado del pescado, desde el que se puede disfrutar de unas impresionantes vistas del Danubio, del Parlamento que está situado en la orilla opuesta y de la ciudad moderna que se extiende hacia el horizonte por la parte llana, por Pest.

Si escapamos de la impresión y miramos atrás, hacia lo que dejamos a nuestras espaldas, contemplaremos los pináculos y el precioso tejado de colorido mosaico de la Iglesia de Matías, templo neogótico donde se coronaba a los reyes. Y también, por supuesto, lo que era el castillo de Buda, el cual, tras la dominación otomana, fue restaurado por los Habsburgo, en época del imperio austrohúngaro, para convertirlo en un colosal Palacio Real de estilo neobarroco, residencia de los sucesivos reyes húngaros. Más tarde, tras haber sido destruido durante la Segunda Guerra Mundial, finalmente se reconstruyó como palacio neoclásico y actual recinto gubernamental.

Cruzando el río, ya en la parte llana de Pest, podemos admirar la mole del Parlamento, un monumental edificio que ofrece una fachada de 202 metros de largo que mira al Danubio, en cuyas aguas se refleja esplendoroso, sobre todo de noche cuando está iluminado. Se trata de la mayor obra del siglo XIX construida en la ciudad, de estilo neogótico, con una estructura grandilocuente que incluye cúpula, estatuas y otros elementos decorativos arquitectónicos.

Una decena de puentes salvan el río, pero los más importantes son los tres puentes históricos más famosos de Budapest: el Puente de las Cadenas, el Puente Verde y el Puente de Elisabeth. El de las Cadenas constituye uno de los símbolos más importantes de Hungría, ya que fue el primero que unió permanentemente los dos lados de la ciudad y, por tanto, el más antiguo de Budapest  Es un puente colgante con cadenas de hierro y cuatro leones que simbolizan los “guardianes” de la ciudad.

Pero el Puente Verde, reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial, es sin duda el más hermoso y popular de Budapest, dada su arquitectura Art Nouveau, adornada con herrajes de encaje de color verde crema que lo distingue de los demás. Es el más corto y enlaza la zona de los baños Gellert, en el lado de Buda, con el Mercado Central de Pest.

Y, por último, el elegante Puente Elisabeth, bautizado así en memoria de la emperatriz austrohúngara Sisi. Se construyó como conexión ferroviaria entre Alemania y la República Checa, aunque hoy es un puente modernista reconstruido en la década de 1960.

En el Budapest cosmopolita, al final de la avenida Andrassy, nos topamos con la espectacular Plaza de los Héroes, flanqueada por un semicírculo con esculturas de figuras de la historia de Hungría y dominada por una columna de 36 metros de altura, coronada por el arcángel Gabriel. La plaza, Patrimonio de la Humanidad, comenzó a tomar su forma actual en 1896, durante la celebración del milenario de la conquista de Hungría. A la derecha de la plaza se ubica el Museo de Bellas Artes y a la izquierda, el Monumento del Milenio. La plaza es la antesala del Parque de la ciudad, en el que, junto a un lago y frondosas arboledas, podemos visitar el balneario Széchenyy y el sorprendente Castillo de Vajdahunyad, réplica del castillo de Drácula de Transilvania (Rumanía), construido para la Exposición de 1896.  En los terrenos del castillo se encuentra la estatua de Anonymus, que representa a un cronista del siglo XII que cubre el rostro con una capucha, lo que le da un aire tenebroso.

De regreso al centro de la ciudad podemos entrar en la Basílica de San Esteban, el mayor templo de Budapest, en cuyo interior se conserva la reliquia más importante de la cristiandad húngara: la mano momificada del primer rey de Hungría, Esteban I. Ricamente adornada con mármoles, esculturas y relieves de los siglos XIX y XX, la Basílica luce impresionante, siendo, además, junto al Parlamento, el edificio más alto de la ciudad, con una cúpula que se eleva hasta los 96 metros de altura.

Y puestos a admirar construcciones religiosas, no hay que olvidar la Sinagoga de Budapest, la segunda más grande del mundo, con sus dos torres con cúpulas, altas ventanas y un bello altar. El templo es una mezcla del estilo romántico con elementos bizantinos, que recuerda construcciones parecidas en España. En su interior se guardan los rollos de la Torá, custodiados por toda la simbología judía (candelabro de siete brazos, la estrella de David, una doble columna, el león y la corona). El complejo de la Sinagoga también alberga un cementerio conmemorativo del Holocausto, el Templo de los Héroes y el Museo Judío Húngaro.

Finalmente, después de recorrer la popular calle Váci, una de las calles peatonales y comerciales más concurrida de Budapest, hay que acceder al Mercado Central, el mercado cubierto más grande de la ciudad y uno de los mayores de Europa, repleto de tiendecillas y puestos en los que es posible adquirir cualquier producto tradicional húngaro, comprar un recuerdo turístico y tomar alguna delicadeza de la gastronomía húngara. El edificio es de estilo Secesión (el modernismo surgido en Viena) y un lugar donde pulsar el ritmo de la ciudad.

Budapest supuso, por tanto, una afortunada e inesperada sorpresa en este Paseo por Centroeuropa con el que recorremos lo que, para mí, eran los confines de una Europa que está ligada históricamente a España por la dinastía de los Habsburgo y, desde mucho antes, por el emperador Trajano, originario de la Itálica hispánica, quien combatió por estas tierras para consolidar el imperio romano. No hay mejor colofón para este viaje que estas asociaciones que enlazan pueblos, historia y cultura. 

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