México
Aunque se transportaban libros a América desde Europa, un acuerdo entre fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, y Juan Cromberger, hijo del fundador de la dinastía de impresores, permite que un operario del taller sevillano, el cajista italiano Giovanni Paoli –conocido como Juan Pablos- fuera enviado a México, en 1539, con los útiles necesarios para establecer la que sería la primera imprenta en el Nuevo Mundo. De su taller, llamado “Casa de Juan Cromberger”, instalado en la casa del obispo, saldría, en 1540, el primer libro americano, Manual de Adultos, una “breve y más compendiosa doctrina christiana”. Un texto escrito en español y náhuatl, lengua nativa mayoritaria en México, del que se conocen las tres últimas páginas.
Durante una primera etapa, que duraría hasta 1548, la imprenta de Juan Pablos imprimió cartillas, doctrinas y folletos, en su mayoría de carácter religioso, de los que se conocen ocho títulos realizados entre 1539 y 1544, y otros seis, en el período de 1546 y 1548.
Y es que, como sucediera en Europa, los primeros frutos de la imprenta estaban enfocados a temas religiosos y servían no solo para rendir tributo a la espiritualidad católica, sino para contribuir a la evangelización de los nuevos territorios americanos recién descubiertos. La imprenta se estableció en México porque, en ese siglo, era el centro administrativo del Virreinato mexicano desde el que se expandía la babor redentora de los nativos en la fe católica y la cultura europea. Con tal fin, los frailes de las distintas órdenes religiosas que acompañaban a los conquistadores aprendieron las lenguas indígenas y enseñaron a los nativos la lengua castellana, lo que requirió y posibilitó la edición de diccionarios, libros de enseñanza, gramáticas, catecismos, cartillas, etc., aunque posteriormente los impresores abordaron también temas de medicina, derechos eclesiástico y civil, ciencias naturales, navegación y otros.
La religión y la lengua constituyeron, en cualquier caso, las vías para el acceso a un conocimiento alfabetizador que, junto a la fusión étnica, darían lugar al florecimiento de la identidad mestiza en los descendientes de colonizadores y conquistados, un legado cultural innegable e invaluable. En ese contexto, la imprenta representó una auténtica revolución cultural en la Nueva España, donde la evangelización y la enseñanza del idioma español tuvieron éxito gracias, en gran medida, a las herramientas didácticas que pudieron imprimirse en sus talleres.
Y siendo manejadas, al principio, por operarios europeos, no es de extrañar que las primeras obras impresas en América emularan las confeccionadas en el Viejo Continente e, incluso, utilizaran caracteres góticos. Predominaban en ellas las presentaciones a dos columnas que solían utilizar iniciales enmarcadas y pequeños grabados, sobre todo en los libros destinados a los indígenas.
Lima
En Lima, capital del Virreinato del Perú y segunda ciudad de la Nueva España, se estableció la segunda imprenta de América, la primera de Sudamérica, en 1583. El primer impresor que estuvo al frente de la misma fue el italiano Antonio Ricardo, natural de Turín, que antes había trabajado como tipógrafo para Juan Pablos. La primera impresión conocida de la imprenta limeña es una Pragmática del rey Felipe II, un edicto con el que decretaba el cambio del calendario juliano al gregoriano “para poner el calendario de nuevo en línea con las estaciones del año”, en febrero de 15 82. Se considera la primera impresión conocida de América del Sur.Con la llegada de la imprenta, Lima se convertiría en la única ciudad de Sudamérica autorizada para imprimir libros hasta 1700. Y es que la Universidad de San Marcos, considerada la primera del continente, fundada por los dominicos, y otras instituciones del Virreinato requerían textos más baratos que los que llegaban de Europa para la conquista espiritual de aquellas tierras. Por eso, el 19 por ciento de lo publicado en Lima consistió en materiales didácticos y para la evangelización. No obstante, en Lima se imprimieron no solo los primeros vocabularios en lenguas indígenas, sino también obras sobre todos los dominios del conocimiento de entonces, como volúmenes de derecho, historia, literatura, científicos, etc. Destaca el hecho de que, a pesar de gran variedad de temas, en Lima no se editaron novelas de caballería, libros de rezos, música y arte. Eran obras de una elaboración artesanal, casi siempre encuadernadas en pergamino, compuestas con una tipografía precaria y sin adornos superfluos.
Tres siglos de demora
México y Lima eran importantes capitales en la estructura colonial de la época, lo que explica la temprana llegada de la imprenta a sus dominios. Pero la instalación de talleres de imprenta en el resto del continente tardaría mucho en extenderse, aunque la Corona española y la Iglesia Católica compartieran el propósito de crear focos de irradiación cultural y evangelizadora en su afán por “homogeneizar” los pueblos nativos en las creencias, costumbres, religión y cultura del Occidente cristiano.
Se tardan, pues, casi tres siglos, desde la aparición del invento de Gutenberg, en llevar las prensas de impresión tipográfica a todas las posesiones americanas conquistadas por los españoles. De hecho, en el siglo XVII se instala una sola imprenta en América del Sur, en Guatemala, en 1661, que entonces ya era una de las principales ciudades de Sudamérica, tras los virreinatos de México y Lima. El primer libro que salió de esta imprenta fue Explicatio Apologética, en 1661, obra de fray Payo Enríquez de Rivera, primer obispo.de Guatemala. En el resto de países no llegaría hasta el siglo XVIII, cuando se produce una proliferación de imprentas en Paraguay (1705), Cuba (1707), Brasil (1724), Ecuador (1775), Argentina (1781), Colombia (1782) y República Dominicana (1783), entre otros lugares.
Esta tardanza en implantar la imprenta en el subcontinente americano viene motivada por los obstáculos que dificultan su instalación. Al impedimento físico de trasladar, recorriendo las enormes distancias en aquella época, los pesados aparejos de un taller de imprenta, se añade la necesidad de contar previamente con centros culturales, originariamente religiosos, como universidades, colegios y otras instituciones, que demanden la producción de obras impresas.
A pesar de ello, el nuevo método de elaborar libros u otras publicaciones impresas fue extendiéndose por América, contribuyendo incluso a la emancipación colonial de esos países hacia la independencia y, sobre todo, al proceso civilizatorio y alfabetizador de sus sociedades y pueblos. Una irradiación cultural que atravesó transversalmente las élites españolas y criollas hasta las mestizas y populares que se apropiaron de la lengua y la escritura para sus propias reivindicaciones. Se trata del indiscutible legado “modernizador” de la imprenta durante la colonización española, aunque algunos historiadores lo consideren un instrumento destinado al adoctrinamiento religioso y el proselitismo cultural en tierras amerindias.
Puerto Rico
Caso aparte es Puerto Rico, la isla caribeña que descubrió la imprenta y el periodismo de manera simultánea. Y es que hubo países que tardaron aun más en conocer las ventajas de este invento revolucionario. En Puerto Rico se demora la llegada de la imprenta hasta 1806, casi tres siglos después de haber sido introducida en América, como hemos visto anteriormente. Sin embargo, esta tardanza hizo coincidir la imprenta con la nueva era de las comunicaciones de masas, permitiendo la aparición del primer periódico puertorriqueño, La Gaceta de Puerto Rico, que se publicó por primera vez también en 1806.Este periódico, como todas las obras impresas en cualquier dominio colonial, estaba sometido a autorización previa o censura por parte de la Corona española, por lo que desde 1806 hasta 1839 estuvo controlado por la Monarquía gobernante. Después, durante el momento constitucional de España, el periódico gozó de una libertad de prensa, sin censura, que duraría desde 1821 hasta 1823. En esos años nacería otro periódico, el Diario Liberal y de Variedades. Pero, desgraciadamente, trascurrido ese período se abolieron las libertades concedidas y el periódico regresó al régimen anterior de control. Finalmente, en 1870 España permitió la fundación de los primeros periódicos de partidos políticos.
Después de esa etapa inicial de la imprenta y la prensa, los hermanos Real (Romualdo, Cristóbal, Matías y Manuel), oriundos de Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias (España), aterrizaron en Puerto Rico y constituyeron una imprenta que renovó los procedimientos de impresión de libros y periódicos, en las primeras décadas del siglo XX, tras la ocupación de la isla por EE UU. Erigieron una rotativa que imprimía los diarios Puerto Rico Ilustrado y El Mundo, que se convirtieron en símbolo del periodismo borinqueño.y la estética modernista en la isla.
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Fuentes:
La imprenta en América, de José
Villamarín Carrascal.
La imprenta en el siglo XVI, de
Ricardo Gutiérrez Chávez
Juan Pablos, primer
impresor de México y América, de Stella María
González Cicero.
La introducción de la
imprenta en Puerto Rico, de Lidio Cruz Monclova