miércoles, 27 de julio de 2022

Me ratifico en mi tristeza.

Ayer se hizo público el fallo del Tribunal Supremo, que ratifica en su mayor parte la sentencia de la Audiencia de Sevilla, por la que se condena en firme a dos expresidentes de la Junta de Andalucía, cinco exconsejeros y otros altos cargos por el fraude continuado cometido con los ERE bajo gobiernos socialistas del PSOE. El asunto, que la derecha se encarga de airear como el “saqueo” cometido por un “régimen” (marcas -deíxis- que delatan la presunta objetividad de cierta prensa) y restregar a la cara de los dirigentes actuales del partido socialista, es de suma gravedad, gran trascendencia y enorme letalidad para el prestigio de una formación que, sin embargo, no ha sido como tal inculpada de delito alguno. Tanto se ha hablado del fraude de los ERE, maximizándolo unos y minimizándolo otros, que hasta yo mismo no encuentro nada nuevo qué decir, como no sea ratificarme en la frustración que me producen estas actuaciones reprochables y la tristeza que empaña lo conseguido, que no ha sido poco, por unos dirigentes que no han sabido, querido o podido impedir que la hierba de la corrupción creciera bajo sus pies. Por eso, me ratifico en lo que ya expresé en su tiempo y que sigue entristeciéndome todavía con más razón, aunque me mantenga firme en mis convicciones ideológicas y lealtades políticas. Hoy es triste leer los periódicos.

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