viernes, 5 de agosto de 2022

Enfermería sin techo

Enfermería es una carrera y una profesión que todavía puede abarcar ámbitos y funciones que distan mucho de estar limitados al marco asistencial y sanitario. De hecho, el futuro académico de los Grados de enfermería no tiene establecido los masters o postgrados -la licenciatura y doctorado antiguos- con los que podría completarse el desarrollo formativo de la carrera. Las competencias que progresivamente va adquiriendo -cuando le dejan- vaticinan una profesión que está llamada a asumir mayores y más complejas responsabilidades. Es por ello que no es sorprendente, aunque algunos reaccionen en contra, que una enfermera asuma la gestión como titular de la consejería de Salud de la Junta de Andalucía, siendo la responsable de las políticas sanitarias que emanarán del Gobierno de esta Comunidad. Se trata, sin duda, de un hito histórico, sin precedentes en Andalucía, que se suma al conseguido en Baleares, donde otra enfermera, Patricia Gómez Picard, dirige el sistema sanitario insular.

Catalina García Carrasco (Barcelona, 1969) es la representante de la cartera de Salud y Consumo del nuevo Ejecutivo andaluz, nombrada tras las elecciones de junio pasado para sustituir en el cargo al anterior consejero, el médico Jesús Aguirre, de quien dependía como viceconsejera. No es, por tanto, una neófita en la gestión sanitaria ni una advenediza en la Administración pública. De hecho, probablemente se habrá valorado, además de su dilatada experiencia profesional en el Servicio Andaluz de Salud, su capacidad y lealtad políticas, ya que fue parlamentaria, alcaldesa y senadora por el Partido Popular en diferentes etapas de su trayectoria política, asumiendo la portavocía de Sanidad en la Cámara autonómica y formando parte de las comisiones de Salud y de Políticas para la Protección de la Infancia de dicha institución. Negarle aptitudes y preparación para la gestión sanitaria es negar la evidencia.

Pero es lo que hace el colectivo de médicos a través de su órgano colegial, en palabras de Alfonso Carmona, presidente del Colegio de Médicos de Sevilla. En una entrevista, considera que este nombramiento “no es de recibo” porque “un enfermero no debe estar al frente de esa Consejería”. En su “experta” opinión, “es mejor que esté un médico con gran experiencia en la dirección que no una enfermera”. Nunca antes una miopía corporativista había sido tan grave e intensa. Lo malo es que no es nueva pues viene de antiguo, de la eterna lucha por sus espacios funcionales entre médicos y enfermeros, tratando los primeros en imponer sus criterios y limitar las potencialidades profesionales de los segundos. Sin embargo, es un enfrentamiento destinado a la derrota, ya que es imparable y esperanzador el futuro funcional y competencial de Enfermería. Obvia este galeno y los que piensan como él que Enfermería viene demostrando, desde hace años, capacidad y formación para asumir las más altas responsabilidades. Son innumerables los centros de salud y áreas sanitarias que están dirigidos por enfermeros, así como unidades de gestión clínica y departamentos sanitarios. Que ahora corone la cúspide administrativa de la gestión sanitaria no era más que cuestión de tiempo, demostradas, como venía haciendo, su capacidad y competencia para ejercerla.

Los que tachan de inapropiado que una enfermera asuma la titularidad de una consejería de Salud desconocen o pretenden ignorar que, en otros muchos ámbitos administrativos, económicos o empresariales, la dirección y la gestión la asume personal que no necesariamente tiene que ser el de más alta cualificación académica ni estar vinculado profesionalmente con los cometidos de tales ámbitos. Si no fuera así, la titular de Hacienda del Gobierno de España no podría ser una médica de profesión, sino un alto profesional de Economía y Política Fiscal. Ni un abogado podría aspirar a ser presidente de Gobierno o de una Comunidad Autómata. Ni siquiera la presidenta de El Corte Inglés alcanzaría ese puesto si no cumpliera con la exigencia de los médicos corporativistas de Sevilla de poseer la titulación máxima de Empresariales. La ceguera de estos galenos provocaría lástima e hilaridad si no fuera porque es insultante e hiriente: hiere la dignidad de los profesionales de Enfermería, el colectivo, mira por dónde, más numero de la sanidad pública, cuya voz debería ser escuchada con más atención desde ahora, no sólo por mera cuestión corporativista -no se pretende caer en el mismo pecado de los médicos-, sino por la cuantía, calidad y peso de sus profesionales en la sanidad de Andalucía. De ahí que Enfermería no tenga techo en su futuro profesional. Y es lo que alarma, presumiblemente, a los médicos del Colegio sevillano.             

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