domingo, 20 de agosto de 2023

Favorita de paz y tranquilidad

Descubrir un rincón que no conocías en un pueblo al que llevas más de 40 años visitando es inexplicable. O solo se puede explicar por la inopia del visitante, que regresa una y otra vez  a lo conocido sin explorar lo que se oculta más allá de sus narices. Es, justamente, lo que me ha sucedido. Constantina en una localidad enclavada en plena Sierra Morena sevillana, de por sí un lugar encantador, sosegado y abarcable con sólo recorrer su calle Mesones hasta llegar al Paseo de la Alameda y volver a bajar. Un recorrido sucinto para hallar dónde tapear, comer, comprar, charlar y ver lo típico de un enclave armonioso, con la torre erguida de una iglesia y un castillo derruido  en lo alto de un cerro.

Pero hay más. Mucho más que permanece velado a quien no se aventura a indagar más allá del escaparate urbano. Y no me refiero a los cercanos Ribera del Huéznar o Cerro del Hierro, ni a la fábrica de anisados La Violetera, como tampoco a dejarse embriagar por su vino Zancúo, sus famosos “faisanes” o cualquier elaboración casera y exquisita de venado o cerdo, que convierten a la localidad un destino gastronómico de enorme interés. Constantina tiene, además, un alma secreta que revela sólo a quienes buscan algo más íntimo y menos material, a los que persiguen el paraíso.

Porque a las afueras del pueblo, a sólo tres kilómetros en dirección hacia la Puebla de los Infantes, se halla un vergel, escondido de la vista tras una cancela señalada con un minúsculo rótulo que es imposible leer desde el coche. Se trata de un alojamiento rural de sólo seis habitaciones-apartamento que inundan al visitante de paz y tranquilidad. Es la Finca la Favorita, ubicada en pleno Parque Natural de la Sierra Norte, donde sólo se escuchan el piar de los pájaros, el zumbido de las abejas, el canto de los gallos y el balido de las ovejas.

Sobre el cielo puro de la sierra sobrevuelan majestuosos águilas o buitres, haciendo círculos hasta elevarse sin apenas mover las alas. A ras de tierra, encinas y alcornoques, olivos y almendros, junto a algún eucalipto altísimo e higueras despistadas, roturan las ondulaciones de las montañas hasta el horizonte.  El sonido del agua, increíble en esta época sedienta, que mana de fuentes en los  jardines y de las bocas y tinajas de unas piscinas transparentes y nada convencionales, consigue calmar la inquietud del espíritu y las prisas que pueda albergar el visitante.

Todo contagia al huésped de calma, paz y relax, haciendo de su estancia un reposo necesario y tonificante para el alma y el cuerpo. Todo contribuye a ello. No sólo el paisaje, sino también la decoración del inmueble, una hacienda restaurada con exquisito gusto para hacerla confortable y acogedora, junto a la amabilidad y hospitalidad que derrochan sus gestores, Ana y Javier, volcados en un proyecto hotelero y agrícola totalmente compatible con el entorno de un Parque Natural que hay que respetar y proteger. Y la mejor manera de protegerlo y conservarlo es haciendo un uso racional y sostenible de sus riquezas.

Para mí ha sido un auténtico placer descubrir este lugar idílico de una Constantina que desconocía. Un remanso inimaginable en medio de la naturaleza para disfrutar del privilegio de una paz plena. Días de silencio ensordecedor y noches pletóricas de estrellas. Nada más recomendable a quienes huyen del bullicio, los ruidos y las prisas en cualquier época del año. Ya estoy deseando volver. Es lo que me pasa siempre con Constantina y ahora, también, con la Finca la Favorita. Una experiencia inolvidable.      

2 comentarios:

  1. Daniel hacía tiempo que no leía nada tuyo, pero esta noche me has vuelto a sorprender como cada vez que públicas algo y llega a mis ojos, de ahí a mi imaginación y a partir de ahí a soñar.
    Visitare este lugar que has descubierto y como siempre gracias por compartir

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    1. Gracias a ti. Seguro que te gustará el alojamiento y, más aún, el entorno.

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