domingo, 14 de noviembre de 2021

El fracaso de Glasgow

La cumbre de la ONU sobre el cambio climático celebrada en la ciudad inglesa de Glasgow no pasará a los anales de la lucha medioambiental, como sucedió con el Acuerdo de París. Sí en ésta se fijaron metas ambiciosas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, en aquella de la pérfida Albión sólo se acordaron propuestas pragmáticas no vinculantes para que cada país haga lo que pueda a la hora de emprender la vía de la descarbonización en sus fuentes energéticas. Glasgow apela al voluntarismo y París asumía objetivos concretos obligatorios. A este paso, difícilmente se avanzará gran cosa en frenar el progresivo incremento de la temperatura atmosférica, acelerado por la actividad humana, que ya provoca alteraciones climáticas severas, perjudiciales para el planeta y quienes lo habitan. Lo de Glasgow es, sin duda, un fracaso sin paliativos a la hora de tomar medidas firmes y válidas contra el calentamiento global, se pinte como se pinte el dificultoso balance final. Las futuras generaciones nos reprocharán, con toda justicia, que apenas hayamos hecho nada por impedir la hecatombe climática pronosticada que le dejaremos en herencia por avaricias y egoísmos de unos y otros países.        

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