Se trata de un silencio obligado por las vacaciones veraniegas, una costumbre que el cuerpo y la mente agradecen, pero que cada vez es más difícil y problemático mantener por imperativos de la sacrosanta economía de mercado, que hasta del ocio hace una fuente de suculentos "rendimientos" lucrativos. Y no sólo como industria -la más importante del país- que explota las vacaciones como turismo estacional, generando riqueza y puestos de trabajo. Sino porque el tiempo dedicado al descanso es considerado por muchas empresas como un "gasto" insoportable que no contribuye a la "productividad" que tantos patronos persiguen en sus negocios, reacios como son a conservar o respetar derechos laborales por muy consagrados que estén.
De ahí que anunciar este parón vacacional, por corto que sea, parezca casi como alardear de un privilegio. Repito. no es la intención. Aunque es cierto que tomamos un par de semanas de asueto, el silencio del blog obedece a mi impericia patológica con las nuevas tecnologías, que me impide acceder desde la distancia a la página de esta bitácora, como hago desde el ordenador doméstico. Por ello el silencio del blog, que alargo unos días hasta que elaboro nuevas entradas. Permitidme, pues, este parón vacacional, fruto antes de mi obsolescencia informática que del relax veraniego. Soy así de torpe, no se rían. Con un poco de paciencia, en agosto retomaremos la rutina. Gracias por su comprensión. Y los que puedan, disfruten también del merecido descanso veraniego. Hasta pronto.
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