miércoles, 21 de febrero de 2024

OVNI en la Guerra Civil

Otra vez me veo en la necesidad de hablar de platillos volantes. Era en lo que me entretenía cuando apenas inauguraba la veintena de años. Y nuevamente lo hago por la interpelación de un viejo amigo, recalcitrante ufólogo que no abandona aquella juvenil pasión, José Antonio Galán, quien me obliga a recordar un pasado que creía superado. Todo viene a cuento porque hace más de cincuenta años -¡toda una vida!- realicé una entrevista y elaboré un informe sobre un supuesto  avistamiento OVNI, acaecido durante la Guerra Civil española,  que vio la luz en el Boletín Informativo Andaluz  (Nº 3, año 1972, págs. 10 a 12), un órgano de divulgación que nació de la iniciativa entre la RNC y ADIASA, grupos ufológicos sevillanos, junto a otros investigadores andaluces, que yo coordinaba y editaba por los años 70 del siglo pasado.

José Antonio me recaba ahora datos porque por el año en que ocurrió el caso resulta un precedente aun más antiguo que la fecha con la que suele datarse el origen histórico del  fenómeno ovni: 1947, año en el que el piloto estadounidense Kenneth Arnold informó del primer avistamiento de unos objetos no identificados, planos y brillantes, volando a gran velocidad en el cielo. Mi persistente amigo ufólogo reclama que haga memoria.

Pero lo que recuerdo es que entrevisté al testigo en su domicilio, confeccioné el dibujo del objeto a partir de los bocetos que me hizo y redacté el artículo que finalmente publiqué en el citado boletín (ver abajo). Después, continué con mis actividades como presidente de ADIASA sin prestarle mayor atención, dado lo antiguo del caso (1938), incluso en aquella época. Y acabó acumulando polvo en los archivos de la asociación. Se trataba de un hecho que no se sabe bien por qué se conoció en unos tiempos (finales de la dictadura impuesta en España por el bando vencedor de una guerra) en los que era prudente no profundizar demasiado sobre sucesos acaecidos en plena  Guerra Civil.

Lo que sigue lo conté en otra ocasión en esta misma bitácora. Pocos años después de abordar la investigación del caso disolví ADIASA, perdí interés por la ufología y seguí con mi vida por derroteros más ortodoxos de ganarse la vida, hasta lograr la satisfacción de disfrutar del tiempo de júbilo, propio de los pensionistas. Hasta que hace unas semanas recibí un correo electrónico de mi amigo que resucitaba aquellos hechos. Le contesto lo que acabo de exponer más arriba porque no dispongo de más documentación que los recuerdos de mi memoria. Pero, picado por la curiosidad, compruebo que todo lo que se puede descubrir en internet acerca de aquel suceso no son más que meras reproducciones periodísticas de mi informe original.

Reconozco que el caso, en sí, era interesante. Y el testigo, francamente abierto a contar su visión. También debo confesar que ignoro cómo tuve conocimiento de él ni quién me facilitó su dirección, que, por casualidad, correspondía a un edificio de la misma manzana en la que yo vivía con mis padres. Recuerdo que cuando me cruzaba con él, antes de conocerlo, resultaba un hombre serio, más bien seco, que llamaba la atención por tener una pierna de madera. Después de entrevistarlo, su trato fue cortés cada vez que nos saludábamos. Y que era mayor que yo, no puedo calcular cuánto, y que dejé de verlo al mudarme de vivienda. Nunca más supe de él.

La impresión que conservo es que la especie de “rueda de carro” que el testigo vio volando cuando su batallón defendía un cerro durante la Guerra Civil no parecía ser fruto de ninguna patraña, sino más bien del relato sincero y veraz de quien por fin puede contar un secreto. Sus descripciones de aquello desconocido se basaban en comparaciones con cosas conocidas. Pero poco más. El resto de la historia es lo que queda reflejado en el artículo que, para mi sorpresa, vuelvo a leer gracias a mi amigo ufólogo.

Aunque se puede añadir que, valorado desde la actualidad, aprecio con pesar que podría haber profundizado más en la investigación, recabar más datos y acopiar testimonios y registros documentales que hubieran servido para completarlo y dotarlo de mayor rigor. Pero aquella investigación, cuya repercusión hasta hoy ignoraba, se realizó hace más de 50 años y quien la llevó a cabo no era más que un joven estudiante con ínfulas de detective cósmico. Pero, a pesar de la tardanza aunque con más facilidades para documentarse, bien podría actualizarse con el apunte histórico y geográfico del contexto en que se produjeron los hechos.

Porque el testigo, que por la prudencia referida anteriormente quiso guardar el anonimato y no consentir  que se publicara su nombre, era un soldado que combatía en plena Guerra Civil en el  frente de Granada. Concretamente, en el Peñón de la Mata, una elevación de 1669 metros de altitud que domina la vega granadina y a cuyo pie se halla el pueblo de Cogollos-Vega.  Ese pico fue objeto de ataques por ambos bandos para controlar tan estratégica posición. Los sublevados lo toman el 1 de julio de 1937, y el 5 de febrero de 1938 lo recuperan los republicanos., la misma fecha en la que el testigo afirma haber visualizado un extraño objeto volador en forma de “rueda de carro de cañón”.  ¿A qué bando pertenecía el testigo? No me atreví a preguntárselo.

Lo que sí sé es que, como en toda contienda fratricida como nuestra Guerra Civil, muchos de los que se enfrentan son simples ciudadanos que combaten por pertenecer al territorio ocupado por los bandos beligerantes. Es decir, simples vecinos y hasta familiares empujados a ser enemigos en una guerra que ni siquiera comprenden. Tal fue el contexto en el que se pudo observar un OVNI sobrevolando la cabeza de un soldado, en 1938, en una montaña en Granada. Un caso que parece interesar a quienes investigan en la actualidad el fenómeno OVNI. Y que me hace desempolvar un pasado en el que yo también participaba de esas investigaciones con idéntica y enriquecedora pasión.

Actualización (22/02/24): El artículo aludido en esta entrada.









2 comentarios:

  1. Ni aún con el paso de los años este suceso ha perdido interés Ufológico.

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  2. Saludos, amigo. Desde aquí también están a retornando al estudio de los no identificados después de un tiempo de hastío. El interés de saber el bando del testigo no es meramente mórbido. A día de hoy sabemos que, en diferente fecha,para el 4-5 de febrero tanto los nacionales como los republicanos se encontraban en diferentes posiciones /actividad ( asalto o defensa del peñón). Conocer el bando del testigo nos ayudaría a comprender la posición de observación. En función a los datos recogidos me atrevo a pensar que era un miembro de las brigadas republicanas, pero es solo suposición que siempre sería refutable con la declaración del testigo. Gracias en cualquier caso por recordar este caso que,como granadino atesoro desde los 90, pero del que no tenía el informe original.

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