jueves, 24 de octubre de 2024

La Artillería de los Machado

Era un cuartel casi en el centro de Sevilla, el de la Real Fábrica de Artillería, ubicado en el barrio de San Bernardo, a un paso, cruzando el puente, de los Jardines de Murillo. Y eran unas inmensas naves sin uso desde que el Ejército las abandonara, allá por la última década del siglo pasado. Aparte de sitio tan privilegiado, que las constructoras inmobiliarias ya hubieran mancillado con su avaricia especulativa si no fuera porque estaba catalogado como Bien de Interés Cultural, allí permanecían unas edificaciones militares del barroco industrial tardío, construidas modularmente, con un sentido unitario del espacio, formando una cuadrícula mediante un sistema arquitrabado de pilares, lo que permitía disponer de un espacio despejado de grandes dimensiones. En él se forjaron, a lo largo de su historia fabril, cañones para los galeones de indias, el Giraldillo –la veleta- de la Giralda y hasta los leones que custodian el Congreso de los Diputados. Y, absorbida ya por la Empresa Nacional Santa Bárbara, también fabricaba componentes y repuestos para carros de combate, hasta que en 1991 dejó de funcionar como industria militar. 

Afortunadamente, la piqueta no pudo arrebatar esas instalaciones que, tras años de reformas y adecentamientos, han pasado a formar parte del equipamiento público y cultural de la ciudad, destinado a convertirse en el Centro Cultural y de Innovación Magallanes. Como tal, será un espacio explicativo y conmemorativo del V Centenario de la primera vuelta al mundo, la gran gesta marinera que, partiendo del puerto de Sevilla, logró circunnavegar el planeta en barcos comandados por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Además, el nuevo centro cultural servirá también para albergar espacios de coworking para nuevas ideas empresariales, un lugar escénico experimental, talleres multidisciplinares, estudios de grabación, salas de exposición, oficinas, laboratorios de pensamiento, incubación y aceleración de startups, todo ello dispuesto en cinco espacios interconectados y con funcionalidades diferentes.     

Pero antes, desde hace unos días, la antigua Fábrica de Bronces, fundada alrededor de 1565 por iniciativa privada de la familia Morel  y que dio origen a la Fábrica Artillería, acoge una exposición sin precedentes sobre los hermanos Machado, Manuel y Antonio, que mostrará que la relación entre ellos, lejos de estar enfrentadas, eran fraternales y colaborativas. Ambos eran poetas y dramaturgos, pero la Guerra Civil los separó, al permanecer Manuel, el mayor de ellos, en Burgos, donde lo sorprendió el levantamiento militar, y huir Antonio al exilio en Francia por su defensa de los principios de la República. Tal adversidad azarosa entre hermanos sirvió para alimentar el mito de las dos Españas, basándose, entre otras cosas, en el supuesto enfrentamiento entre Manuel y Antonio Machado, separados geográfica y políticamente a causa de la guerra, pero unidos fraternalmente por la sangre y la literatura. Y eso es, precisamente, lo que la muestra trata de aclarar con la exposición Los Machado. Retrato de familia, que conmemora los 150 años del nacimiento de los hermanos Machado, y que fue inaugurada el pasado 21 de octubre en la Real Fábrica de Artillería por el rey Felipe VI.

La exposición presenta, juntos por primera vez,  los dos depósitos documentales más importantes sobre los Machado que existen en nuestro país: la colección Los papeles de los Machado, perteneciente a la Fundación Unicaja, y la de la Institución Fernán González de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, complementados, además, por elementos de otras instituciones, como el Museo del Prado, la Real Academia Española de la Lengua, la Universidad de Sevilla y el Ayuntamiento hispalense. Todo ese material, desde las colecciones hasta los elementos reunidos en la exposición, permite descubrir el legado intelectual de los Machado, un linaje sevillano que abarca tres generaciones,  poniendo de relieve el valor historiográfico, literario y emocional de una muestra que no solo trata de reconstruir la trascendencia cultural y creativa de la familia Machado, sino también la relación íntima y familiar que mantenían ambos hermanos, dos de los más notables poetas españoles a los que la guerra separó.

De este modo, se puede contemplar, reunidos por primera vez en esta exposición, los fondos documentales de los hermanos Manuel y Antonio Machado Ruiz, así como el legado de los abuelos Antonio Machado Núñez –un científico que fue rector de la Universidad de Sevilla, gobernador civil y alcalde de Sevilla- y Cipriana Álvarez Durán –pintora y apasionada de la literatura oral y el folklore-, de los padres Antonio Machado Álvarez `Demófilo´ -considerado el primer gran folklorista español- y Ana Ruiz Hernández, y del hermano José Machado Ruiz, pintor.

Y es que Manuel y Antonio Machado eran dos grandes poetas que estaban más unidos de lo que la propaganda y los prejuicios ideológicos nos hicieron creer.  No solo recibieron una educación idéntica en la Institución Libre de Enseñanza, creada por Francisco Giner de los Ríos, sino que colaboraban entre ellos, con una admiración mutua, escribiendo sobre todo obras de teatro. También colaboraron juntos, en 1893, en el semanario satírico La Caricatura, bajo los seudónimos Polilla (Manuel) y Cabellera (Antonio). Y firmaron conjuntamente, con el nombre de Tablante de Ricamonte, uno de los primeros textos escritos a cuatro manos que marcarán sus vidas.

Poema de Manuel Machado sobre un verso de su hermano Antonio, en el que también evoca a su madre:

!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera¡
¿Qué tiene este verso, madre, / que de ternura me llena, / que no lo puedo decir / sin que el corazón me duela?

!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera¡
¿Qué tienen, madre, qué tienen / estas palabras que suenan, / tan dentro de mi pecho, / y tan lejos y tan cerca...

!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera¡
¿Qué dicen sin decir nada... / Sin contar nada, ¿qué cuentan? / De estas palabras sencillas / ¿qué puso Antonio en las letras?

!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera¡
Cuando en mis labios las tomo / y hasta mis oídos llegan / ¿por qué lloro sin consuelo? / Y ¿por qué lloro sin pena?

!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera¡ 

Los dos hermanos eran poetas de enorme sensibilidad y talla, aunque Manuel quedó ensombrecido por el calvario injustificado que padeció Antonio al tener que huir de España a causa de sus ideas republicanas y morir, como su madre, en el exilio de Collioure.  Cuando estalló la Guerra Civil, España quedó dividida en dos zonas: la nacional sublevada y la republicana que se mantenía fiel a la legalidad. Antonio sería evacuado conforme avanzaba el frente de los sublevados, primero a Valencia, luego a Barcelona y, finalmente, al exilio en Francia. A Manuel lo sorprendió el levantamiento militar en Burgos, de donde no pudo regresar a Madrid y acaba detenido y encarcelado durante tres días. Esa experiencia lo aterra al temer por su vida. Y se adapta a sobrevivir en el bando nacional para “Que las olas me traigan y las olas me lleven, / y que jamás me obliguen el camino a elegir.” Antonio se convertiría en mártir de la poesía por su valor estético y moral. Manuel quedaría despreciado y olvidado, hasta hoy, por aquella infame oda a Franco (Al sable del Caudillo). Ambos, sin embargo, fueron juzgados con razones extraliterarias.

Tanto por el recinto histórico, la Real Fábrica de Artillería, como por la muestra sin precedentes que allí se exhibe, merece la pena visitar la exposición Los Machado. Retrato de familia, que se podrá disfrutar de manera gratuita hasta el próximo diciembre, antes de trasladarse a Burgos, Madrid y Salamanca. Está comisariada por Alfonso Guerra y coordinada por Eva Díaz Pérez y Belén Castillo.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Soberana barbaridad

Disfrutó de tantos privilegios que acabó creyéndose intocable. Y lo era, pero ya no engaña a nadie. Cuando ejercía de “jefe supremo” se comentaba en voz baja que de vez en cuando cometía deslices inapropiados, pero cuando fue cazado en Botswana en uno de esos deslices inapropiados para una institución suprema como la suya, la cosa ya no se pudo ocultar más. Como soberano cometía barbaridades sin freno, por lo que tuvo que abdicar para proteger, no a su persona puesto que era intocable, sino la credibilidad y continuidad de la institución que encarna y carga sobre su cabeza. Pero lo último desempolvado acerca de sus correrías indecorosas  de hace tres décadas avergüenza hasta a sus propios aduladores y protectores. Son de una soberana barbaridad. Y nunca mejor empleados estos términos literal y figuradamente.

Porque ya no es que se sospeche que el supuestamente campechano era irrefrenablemente mujeriego y saltimbanqui, sino que se confirma documentalmente que era de bragueta fácil, comisionista sin escrúpulos, delincuente fiscal  y malversador de fondos públicos. Pero sigue siendo intocable, aunque se ha retirado, en un exilio voluntario, a un país amigo de desiertos remotos, donde lo visitan periódicamente amigos, alguna hija sentimental y algún nieto aspirante a la buena vida. Pero no está lejos de su país, sino de su hijo varón y sucesor en el trono a fin de evitar mancharlo con las salpicaduras de su cochambre impúdica, tan impropia de su condición como jefe supremo o, mejor dicho, de exjefe supremo, es decir,  jefe emérito, con asignación económica, personal adscrito, escoltas de seguridad y demás gastos a cargo de los Presupuestos del Estado. Se lo cree merecido todo por ejercer un cargo vitalicio de suprema relevancia y, salvo en una ocasión, no recuerda haber hecho nada de lo que deba disculparse. Lo dicho: se cree intocable.

Pero, para  representar a una institución que se reinstauró por capricho de un dictador, que no fue elegida democráticamente por los ciudadanos y que se renueva por linaje hereditario como en tiempos medievales, poco ha hecho el intocable por dignificar su propia razón de ser y garantizar la aceptación y continuidad de su estirpe con la ejemplaridad de su conducta y dedicación como símbolo supremo de nuestro sistema político. Era lo único que tenía que hacer a cambio de vivir como un rey sin dar golpe. Pero no. Estaba convencido de que era intocable, que lo es, pero se excedió, acumulando riquezas de procedencia inconfesable y dando vía libre a sus picores de entrepìerna, por decirlo coloquialmente, a causa de una pulsión incontenible que lo entronca con el derecho de pernada de algunos de sus antepasados en el puesto. Y es que,  además de intocable, se creía el más guapo y listo del mundo, dejando un reguero de historias de vodevil que, si no fuera porque las pagamos a tocateja entre todos, a nadie le importaría un bledo. Allá él con su moral y su reputación. Total, no eran más que bribonadas de un rijoso ambicioso, como muchos de los que abundan entre los recios machos con posibilidades y privilegios, tan católicos y patriotas ellos de cara a la galería.

Pero una de sus “amigas” lo ha cazado. Lo cazó hace más de 30 años, cuando se entregaban al fornicio feliz y despreocupado, amparados por la opacidad de su estatus supremo y la protección de los servicios más secretos del Estado. Y lo que solo eran sospechas que se callaban, ahora se acaban de confirmar documentalmente para sonrojo de súbditos y.alcahuetes. Grabaciones de audio y de vídeo que muestran las debilidades humanas de quien debía representar con su persona al país como símbolo supremo del Estado. Pero lo conocido repugna y da asco. El mismo que provocaría ver usar la bandera nacional, otro símbolo del Estado, de papel higiénico. Pero, entiéndase bien, el asco no es por las calenturas del intocable ni porque se constate ahora que se bajaba los calzoncillos para refocilarse en alcobas ajenas y se le fuera la lengua entre las sábanas, cual bocazas encoñado, sobre nuestros representantes políticos y otros asuntos todavía turbios de aquella Transición que tanto nos vendieron como modélica. Sino porque sus sinvergonzonerías eran silenciadas generosamente con pagos millonarios a cargo de las arcas del Estado y perfectamente toleradas y protegidas por el gobierno, militares, empresarios, medios de comunicación y demás instituciones compinches de sus deslices impropios e inaceptables, sin que ningún juez, de esos que gustan instruir  prospectivamente hasta hallar algún indicio delictivo, haya osado mirar a palacio. Era y continúa siendo intocable.

Y eso es lo verdaderamente repugnante y preocupante de lo que ya es notorio y se publica sin cautelas regias. Esa total impunidad del intocable para cometer sus fechorías, que no consistían sólo en “regalar” dinero a cambio del silencio de sus víctimas, sino sus elusiones fiscales, su evasión de capitales, sus fundaciones opacas, sus cuentas bancarias en paraísos fiscales, sus delitos por malversación de caudales públicos y, para colmo, su inviolabilidad con la que obligaba al Estado a hacerse cargo de las gratificaciones entregadas a sus despechadas `amigas´ por los servicios carnales prestados. Todo un truhán y un señor, como cantaba aquel.

Un tinglado de complicidades en las más altas instancias del Estado para supuestamente defender el andamiaje político que se construyó en la Transición sobre la institución que el intocable representa. Y que no dudó en valerse de los servicios de inteligencia para “limpiar” las sucias huellas de sus deslices inapropiados, como cuando sometieron a acoso a la empresaria alemana, con la que cruzó continentes en secreto y se dejó fotografiar en actos oficiales sin rubor alguno mientras vivieron un romance, por negarse a devolver los 100 millones de dólares que el intocable le había regalado en forma de “donación irrevocabñle” y que después reclamaba. Un dinero, por cierto, obtenido de un país árabe rico en petróleo por la adjudicación de las obras del  tren de Alta Velocidad. Y un romance que acabó en pleito y puso al descubierto la catadura de unos personajes que vivían, entre achuchones, un mundo de adulterios, codicia, corrupción, espionaje y cacería de elefantes.    

O cuando aquella otra, conocida por su afición a deslumbrar como vedette, que después de una relación de más de 15 años, recibió 25 millones de las antiguas pesetas por no hacer público el material que grabó, la muy cuca, de sus encuentros. Y que no contenta con ello, logró un acuerdo por el que, además obtendría otros 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros), divididos en un primer desembolso de 100 millones y el resto en pagos anuales de 50 millones, durante 10 años, por destruir esas grabaciones. ¿Qué contenían de tanto valor?

Indudablemente, su valor radica no sólo en las  acrobacias amatorias de sus protagonistas, sino en las insinuaciones y confidencias que se hacían entre ellos, referidos, entre otros asuntos, a lo que sabía el intocable sobre el frustrado golpe de Estado antes de que produjera. Comentarios bajo las sábanas acerca del general Alfonso Armada, preceptor militar y secretario de su casa durante 12 años, quien, por su implicación en la intentona golpista, “ha pasado siete años en la cárcel, cariño, se ha ido a su pazo de Galicia y el tío jamás ha dicho una palabra. ¡Jamás! En cambio, este otro está largando…” El otro al que se refiere el intocable es Sabino Fernández Campo, también jefe de su casa hasta que prescindió de él y que, según el libro de memorias de José Bono, dijo que el intocable no esperaba tiros cuando escuchó los disparos en el Congreso el día del golpe. ¿Esperaba algo el intocable?

Demasiada impunidad y demasiadas zonas oscuras en el desempeño de las supremas funciones del intocable que deberían ser esclarecidas y corregidas por el bien de nuestra convivencia en democracia y para no tener que transigir con similares barbaridades soberanas en el futuro. De lo contrario, sería preferible modificar el sistema por otro en que el jefe supremo no sea intocable y fuera elegido cada cierto tiempo por los ciudadanos, sin más historias. Digo yo.       

viernes, 11 de octubre de 2024

Un otoño a tiempo

El otoño ya empieza a teñir de ocres y pardos los árboles y plantas en campos y ciudades. Sus brisas frescas se adelantaron unas fechas al inicio oficial de la estación para refrescar la despedida del verano. Pero las lluvias han sido puntuales a la hora de regar una tierra sedienta y seca, que necesitará mucha más agua para que ríos, embalses y acuíferos recuperen sus niveles normales y alejen el espectro de la sequía. El otoño, pues, ha llegado a tiempo, acompañado de sus nubes en el cielo y su frescor en el aire. Y, también, de sus días más cortos y noches tempranas, de las hojas en el suelo y las berreas en los bosques. De los primeros humos en las chimeneas y las huidas los fines de semana a la sierra. Las lecturas en el rincón favorito bajo la luz cálida de una lámpara y las sábanas arropando nuestros sueños e ilusiones. No hay duda, el otoño ha venido a tiempo y refulge en nuestros ojos con la luz tamizada de un despertar esperanzador. Bienvenido seas, otoño.