Y el resultado no ha podido ser más sugerente y atractivo, lleno de contenido y forma contemporáneos, a la hora de representar con la danza aquellos sketches o escenas de la cultura española que Miles Davis y Gil Evans reflejaron con música de jazz. Un maridaje perfecto que, siguiendo fielmente los acordes de trompeta de Miles, elabora un lenguaje dancístico que remite a aquellos bocetos del mundo taurino, la Semana Santa sevillana, la figura del afilador de cuchillos gallego, el tablao flamenco y hasta el segundo movimiento del Concierto de Aranjuez recogidos en el álbum de jazz de los músicos norteamericanos. Unos bocetos de España transfigurados en música y vueltos a transfigurar en danza con la fascinación y elocuencia de un virtuoso del baile como Pablo Egea. Todo un espectáculo de los sueños.
Pero, ¿cómo surgió ese disco de Miles Davis sobre España? Para un músico no hay música extraña, y menos para un intérprete con una formación académica que nada tiene que envidiar a la de sus colegas de música clásica. Por eso, cuando un amigo le hizo escuchar, a principios de 1959, una grabación del Concierto de Aranjuez, Davis quiso recrear aquella melodía, pero hacerlo bien y no necesariamente bajo la perspectiva del jazz. Aparte de documentarse profundamente sobre música española para no limitarse a tocar una serie de notas sin entender todo el contexto que la ambienta, Davis contó con la colaboración para los arreglos de Gil Evans, un pianista y director de orquesta, conocedor de la música folklórica europea, africana y latinoamericana, quien, por aquel entonces, estaba precisamente investigando el flamenco por encargo del director musical de la discográfica CBS. Con tales mimbres, Davis y Evans tejieron un disco “redondo” sobre costumbres o escenas españolas de los años sesenta del siglo pasado, en el que captaron en toda su profundidad una música con tanta historia como la española, reinterpretándola de manera magistral. Un disco excepcional y único, como ya hemos señaladoY, ahora, recreados en una danza que añade emoción visual al encantamiento acústico de la música, gracias a Pablo Egea, bailarín y coreógrafo murciano, maestro de danza española y flamenco. Con la trompeta de Miles Davis dirigiendo todos sus movimientos, Egea transporta al espectador hacia los diferentes lugares, recuerdos y sensaciones que la música recrea, embarcándonos en un viaje emocional donde la danza española y el baile flamenco son el instrumento y el jazz la inspiración. Y el baile, la materialización de un sueño del que no queremos despertar.
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