lunes, 30 de septiembre de 2024

Perdón por descubrir América

Todo imperio ha cometido actos violentos y actos civilizatorios en sus colonias. Unos y otros, que no tienen que ser opuestos entre sí, acaban siendo actos deplorados o resaltados en las revisiones históricas que el transcurrir del tiempo posibilita, en función de las perspectivas con que se acomete la tarea, ya sea desde el punto de vista de la potencia o de la colonia. Pero todas esas visiones no dejan de ser sesgadas al basarse en una valoración parcial, poco objetiva y escasamente académica de los acontecimientos del pasado. Es lo que ocurre con la controversia surgida entre México y España a raíz de la exigencia  epistolar del exmandatario Andrés Manuel López Obrador, quien en 2019  envió una carta al rey de España reclamándole que pidiera perdón por los excesos cometidos, hace cinco siglos, contra los pueblos originarios de un México que entonces no existía, durante el descubrimiento y la colonización de América, al objeto de proceder a una reconciliación (?) histórica entre ambas naciones.

Cinco años después, España sigue sin responder a la misiva. Y el conflicto se ha enconado hasta el punto de que las relaciones diplomáticas se mantienen “en suspenso”, a pesar de que las comerciales y culturales continúen en vigor. Por ello, la nueva presidenta que sucede, tras las elecciones, a López Obrador no ha invitado al rey de España a la ceremonia de su toma de posesión, razón por la que ningún miembro del Gobierno español asistirá oficialmente al evento. Hasta aquí la lectura política  de la crisis. La otra, la histórica, es mucho más compleja.

Porque, aunque es cierto que la historia la escriben los vencedores, lo primero que llama la atención de este artificial embrollo es su pretensión de reescribir la historia, juzgando actos de hace más de 500 años desde consideraciones contemporáneas. Asimismo, es también llamativo la vía poco diplomática o nada académica escogida para emprender una necesaria reflexión histórica sobre un pasado que comparten otros países iberoamericanos del continente, además de México. Y es, precisamente, esa vía extemporánea, con exigencias e imposiciones, lo que puede que haya motivado la falta de respuesta y el silencio del rey de España, destinatario personalizado, junto al papa Francisco,  de la carta del expresidente mexicano. Y es que las formas o modos condicionan las relaciones y los resultados de cualquier iniciativa, incluso la de volcar nueva luz para interpretar hechos históricos. No es de extrañar, por tanto, que en nuestro país el rechazo a pedir perdón haya sido generalizado, salvo en sectores de la izquierda nacionalista o independentista.

Además, la petición exuda, por el contexto en que se hace, quien la hace y cuando la hace, un deliberado tufo nacionalista que, interpelando a las emociones antes que a razones o hechos objetivos, es propio del populismo que practica al Gobierno de López Obrador. En ese sentido, la iniciativa parece responder, con una mezcla de ideología y viejos relatos parciales de la Historia, más a la necesidad de entusiasmar a su propio electorado que a la búsqueda de un conocimiento histórico objetivo..Se trata, en fin, de una tendencia que promueven formaciones populistas y extremistas en otras partes del mundo, y que se basa en un pasado imaginario de pureza virginal supuestamente mancillado por esa diversidad racial, religiosa y cultural que las invasiones o las migraciones han propiciado en muchas naciones a lo largo del tiempo. Es como si, como señala el historiador Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la universidad de Extremadura, nos pusiéramos a exigir que “los cromañones pidan perdón a los neandertales, a los musulmanes por haber invadido la Península, a los godos por invadir la Hispania romana…”, etcétera. Un auténtico disparate.

En cualquier caso, Europa –y no solo España- debería revisar, con menos chauvinismo y más objetividad, el relato de su historia expansionista y las relaciones con sus excolonias, reconociendo las atrocidades y abusos cometidos, pero teniendo la precaución de evitar, en tal empeño, el uso presentista de unos hechos que, aunque su simbolismo como proceso civilizatorio haya quedado desfasado, continúan influyendo en la construcción de identidad y forma de ser que caracteriza a las comunidades iberoamericanas, y que en el presente sirven de base para las exigencias de derechos y libertades, como los que ampara cualquier democracia contemporánea.

Porque echar culpas al pasado no es más que una estrategia oportunista para desviar la responsabilidad por problemas del presente. Así, exigir disculpas por hechos acaecidos en época anterior a los estados nacionales es lo más parecido a soslayar el hecho de que muchas de las actuales repúblicas latinoamericanas han cometido graves procesos de genocidio sobre pueblos originarios, como revela el historiador de la Universidad de Santiago de Chile, Fernando Paincan, especialista en temas indígenas.

De ahí que, más que exigir un perdón que sólo quedaría en vacua retórica, sea preferible abordar serena y metódicamente una reflexión acerca de la forma en que se explica y enseña el momento histórico del "descubrimiento” de América, de manera que incluya a todos los participantes de ese encuentro entre dos mundos, tanto a los pobladores indígenas y los africanos llevados a esas tierras como a los conquistadores españoles, que es lo que propone Miguel León-Portilla en su libro “Visión de los vencidos” (1959).  Entre otras razones, porque cuando se afirma que Colón descubrió América, no nos referimos a un hecho, sino que hacemos una interpretación de un hecho  en función de la perspectiva eurocentrista, tradicional e idealizada con la que se cuenta la historia unilateralmente, desde una única voz.

Con nuevos paradigmas historiográficos que amplíen las visiones rígidas de la historia, se podrían estrechar las relaciones de España con sus excolonias, no solo por esa reconciliación torticera que exige el exmandatario mexicano, sino para analizar nuevas formas de entender el devenir mutuo desde la honestidad y la comprensión recíprocas. Para ello, habría que dejar de lado el eurocentrismo imperialista, pero también la hispanofobia que forma parte de la cultura popular mexicana y que tiende a olvidar que México fue el primer país latinoamericano al que España reconoció como república independiente. ¿Acaso habría que pedir perdón también por eso?

domingo, 22 de septiembre de 2024

Dime con quién andas…

No solo los publicistas y diseñadores gráficos en su quehacer cotidiano como propagandistas mercantiles o ideológicos, sino cualquier persona consumista –y todos lo somos- saben que una imagen vale más que mil palabras. Aunque mil palabras, incluso si son mentiras, de tanto repetirlas puedan convertirse en una verdad que se acepta y se interioriza. De lo último es ejemplo esa encuesta del CIS que señala la inmigración como el primer problema que preocupa a los españoles. De tanto reiterarlo interesadamente el populismo de derechas, hemos creído que la inmigración es el problema más importante de España, aunque en realidad ni nos afecte personalmente. Y de lo primero, las dos fotografías que muestran, de un vistazo, la diferencia ideológica que separa a los dos líderes políticos con capacidad de gobernar en nuestro país, evidencian el notorio poder de la imagen. Con solo mirarlas, basándonos en el refranero, podemos hacernos una idea de cómo piensan y de qué pie cojean sus protagonistas al ver quienes los acompañan: Feijóo con Meloni y Sánchez con Abás. Sus afinidades delatan sus idearios políticos y su sensibilidad social, sin necesidad de más discursos ni retóricas.

Alberto Núñez Feijóo, el líder que prometía moderación al Partido Popular cuando fue elegido presidente de la formación, ha acabado asumiendo las tesis exageradas de la extrema derecha para azuzar el miedo y el odio al inmigrante con finalidad política. Y por eso, no duda en retratarse junto a Giorgia Miloni, primera ministra de Italia y líder del partido reacconario Fratelli d´Italia, para subrayar que el modelo de la italiana contra la inmigración es el que desea para España. Dicho modelo consiste en financiar a terceros países extracomunitarios (sin importar que no respeten los derechos humanos) donde expulsar a los inmigrantes que llegan al país. Y lo hace porque el miedo y el rechazo que se consigue instalar en la mente de los ciudadanos, aunque no responsa a la realidad, se traducen en votos. De ahí que continuamente se martillee a los ciudadanos con mensajes sobre si los inmigrantes roban y violan, nos quitan el trabajo, nos desnaturalizan con su cultura, costumbres y creencias religiosas, nos invaden y acaparan nuestros recursos, hasta convertirlos en el mayor problema de España. Con solo ver con quien anda, sabemos cómo es y qué pretende Feijóo si llega a gobernar. No hace falta más.

Lo mismo sucede con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, quien aparece en la foto con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, justamente cuando parte del territorio palestino está siendo arrasado y la población civil masacrada por el Ejército de Israel en venganza por el ataque terrorista que milicias armadas palestinas, en octubre del año pasado, efectuaron contra poblaciones hebreas fronterizas, dejando 1.200 muertos y más de 200 israelíes secuestrados. Se trataba de la primera visita a España del Jefe de Estado palestino desde que en mayo pasado el Gobierno español reconociera como Estado a Palestina. Y presentarse junto al líder palestino significa posicionarse contra la catástrofe humanitaria que sufre la población de Gaza, pero también la de Cisjordania, apostar por la solución de los dos Estados como única vía para que la paz reine en la región y denunciar la vulneración del derecho internacional y el menosprecio a la legalidad de las resoluciones de la ONU. Al “andar” con Abás en vez de con Netanyahu, Sánchez nos hace saber que prefiere el diálogo, la negociación, la paz y el respeto al orden internacional basado en normas. ¿Se necesitan más explicaciones con esta imagen?

Desde luego, las ideologías de uno y otro son opuestas y divergentes sus propósitos políticos. Ello queda de manifiesto al observar las fotografías. Y, aunque la expresión de que una imagen vale más que mil palabras es un adagio que se atribuye a Henrik Ibsen, en esta ocasión parece confirmarse, ya que ambas fotos transmiten el pensamiento o tendencias de sus protagonistas con mayor objetividad y efectividad que una descripción detallada efectuada por escrito o por vía oral.

Y es que, a veces, el refranero es útil para conocer mejor a nuestros dirigentes, ya que por los amigos y ambientes que frecuentan podemos advertir su personalidad y las influencias de su comportamiento. No es algo científico, desde luego, pero contribuye a orientar nuestro criterio. “Una imagen vale más que mil palabras” y "dime con quién andas y te diré quién eres” son refranes que nos ayudan a ello. Al menos, para elaborar este comentario.   

martes, 17 de septiembre de 2024

Los OVNIs de finales del franquismo

Que los ovnis constituyen un fenómeno sociológico durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en España, nadie lo niega, menos si, como en mi caso, no solo se ha sido testigo, sino partícipe activo de aquella “movida”. Eran tiempos en que aparecían con relativa frecuencia noticias en la prensa relacionadas con avistamientos de extrañas luces en el cielo que desafiaban toda lógica y las leyes físicas. Hasta medios de presunto rigor y seriedad periodística, como ABC, no pudieron evitar informar acerca de supuestas naves de origen desconocido sobrevolando campos o ciudades, y dedicaron un generoso espacio en sus páginas para tratar un tema que era de “candente actualidad”, como se diría hoy, y, por tanto, informativamente rentable. Por ello, no les parecía estrambótico encargar y publicar una serie de entrevistas a investigadores y representantes conocidos en aquel entonces del denominado  fenómeno ovni. Un fenómeno que surgió de súbito y mantuvo su interés durante muchos años, justamente cuando la sociedad española avistaba el final de una dictadura y sus prohibiciones comenzaban a relajarse, augurando la inminente bocanada fresca de  las libertades sociales, morales y políticas. Tal vez una cosa nada tenía  que ver con la otra, o quizás sí. Lo que es seguro es que con los años, y con la edad, todo se percibe de distinta manera, se contextualiza con menos apriorismos, sin los impulsos e impaciencias que caracterizan a los contemporáneos, sobre todo si son jóvenes, de cualquier emergencia, ya sea hormonal o sociológica.

Y es, precisamente, desde esa perspectiva con la que una exposición trata de ilustrar la incidencia del fenómeno ovni en la España que transitaba, en aquellos años, del final del franquismo a la restauración de la democracia. Nos referimos a la exposición fotográfica que acaba de inaugurarse en el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) de Almería, bajo el título de Spanish Files, que sugiere que se rescatan los "expedientes X" del posfranquismo y albores de la democracia. La muestra, obra del fotógrafo José Luis Carrillo (Alicante, 1977), persigue brindar un interesante recorrido fotográfico y documental de la España de aquellos años, cuando los casos de avistamientos y encuentros con ovnis abundaban por toda la geografía del país y todo tipo de incidentes extraños eran reportados, vividos por testigos de toda condición, y documentados y catalogados por una miríada de entusiastas investigadores obsesionados con el denominado fenómeno ovni. Así nació la ufología, una “ciencia” que trataba de entender y estudiar un fenómeno que escapaba del análisis científico, pero que, sin embargo, generó la eclosión de investigadores, metodologías, asociaciones, casuísticas, conferencias, informes, boletines, revistas, libros, programas radiofónicos, películas y series de televisión que, durante décadas, contribuyeron a la “popularidad” de los platillos volantes, como se conocía vulgarmente a los objetos voladores no identificados y su acrónimo ovni. Tal sarpullido social es el objeto de Spanish files, una exposición que es fruto de cuatro años de trabajo de su autor, el fotógrafo José Luis Carrillo.

Pero, en vez de fijar el foco en el denominado fenómeno ovni, la muestra se centra en la mirada de testigos e investigadores, en las personas a las que el fenómeno ha impactado de alguna manera y les ha cambiado la vida para siempre. Busca retratar un tiempo y una generación de personas que se vieron influidos por esas extrañas apariciones hasta el punto de generarles no solo curiosidad, sino también inquietudes, motivaciones y anhelos. Y para ello, la exposición combina la fotografía de creación contemporánea con la relectura de archivos a fin de comprender como los platillos volantes se convirtieron en una nueva mitología del imaginario colectivo.

Al fotógrafo, como reconoce en una entrevista en el digital elDiario.es, le empezó a interesar sobre todo la parte humana de todo aquello, poniendo el foco en lo sociológico y antropológico de aquella fiebre ufológica. Y descubre que las primeras personas que, durante la Transición, mostraron curiosidad por el fenómeno no eran chiflados, sino “verdaderos intelectuales, literatos y científicos (que) encontraron en el tema de los ovnis un lugar en el que abrirse”. Además, entre los testigos de los avistamientos y encuentros “había gente de lo más normal y corriente, con estudios y formación, junto a otros con algún trastorno psicológico”, determinando que la comunidad de contactados no hiciera distingos entre estratos sociales o niveles educativos. Tanta atracción e interés despertaban estos fenómenos que, sin necesidad de redes sociales, muchos aficionados y curiosos organizaban quedadas ufológicas donde se suponía podrían darse avistamientos o se reunían en lugares en los que ya se había producido algún caso.    

La idea de que los extraterrestres pudieran visitarnos solo era combatida por  escépticos acérrimos o descreídos con una teoría que consideraban fruto de la fantasía. Es preciso recordar que los finales del franquismo eran años de tensión social e incertidumbre, caracterizados por el temor a un posible retorno a lo ocurrido antes de la Guerra Civil, como sucedió en EE.UU. al final de la Guerra Fría. Desde ese contexto, es posible hacer una lectura psicológica del fenómeno, como hace Carl Gustav Jung en su libro “De cosas que se ven en el cielo”. E, incluso, podría extraerse una interpretación religiosa, en la que, lo que antes eran ángeles, ahora son los extraterrestres, puesto que el ser humano sigue con la necesidad de creer e indagar en lo desconocido. Y el fenómeno ovni permite toda una amplia gama de lecturas, algunas de las cuales guardan consonancia con lo religioso a través de mensajes o discursos mesiánicos centrados en la necesidad de amor e igualdad,

Toda esa influencia del fenómeno ovni en la España y en la generación de aquellos años, desde un punto de vista social o, si lo prefieren, cultural  y antropológico, es lo que pretende mostrar con sus fotografías y documentos la exposición de Spanish Files, que se exhibe en Almería hasta el 24 de noviembre. A buen seguro, los ufólogos no se la perderán.

sábado, 14 de septiembre de 2024

¿Queda algo por bombardear en Gaza?

Cerca de un año practicando, como afirma cínicamente, su derecho de legítima “defensa”, al Ejército de Israel apenas le queda nada por bombardear en la Franja de Gaza, como no sean campos de refugiados en los que se arrinconan los supervivientes gazatíes acorralados u hospitales y escuelas de la ONU semidestruidos por algún bombardeo anterior. Pero, impertérrito, el país que dice defenderse sigue en lucha por eliminar todo elemento que considere enemigo, aunque se esconda bajo las incubadoras de una uci de neonatales. Sin verificar la identidad del objetivo ni los “daños colaterales” que produzca su venganza, la orden de Netanyahu es matar, matar y matar hasta que no quede ningún presunto agresor. Incluidos esos niños que, antes de nacer, ya están condenados a morir, si no es bajo las bombas, lo serán bajo las balas cuando se manifiesten contra un invasor que les ha inoculado el odio desde la cuna y ha hecho de sus vidas un infierno. Lo cierto es que, a estas alturas de la guerra de Israel contra Gaza, nada queda ya por bombardear en aquel enclave tan criminalmente castigado. Por no haber, no hay siquiera voluntad sincera de rescatar a los rehenes israelíes que continúen con vida en manos de sus carceleros, después de tantas bombas indiscriminadas. Ya no queda nada por bombardear. Pero siguen haciéndolo sin el menor remordimiento. ¿Hasta cuándo?

Hay más de 40 mil gazatíes inocentes muertos, en su mayoría niños y mujeres, y otros 10 mil desaparecidos bajo los escombros, aparte de 100 mil heridos, entre una población de dos millones de habitantes que se hacinan en un territorio cercado, asediado y sin escapatoria, cuyas estructuras urbanas han sido arrasadas por las bombas y los tanques. Lo que queda es, pues, el resultado de una simple resta que permitirá dejar expedito el campo de batalla para que quede limpio de su población autóctona  y, a continuación, empezar a construir colonias judías que sustituyan a los árabes y amplíen, de facto, los límites del gran Estado sionista de Israel.

Su vengativo Primer Ministro lo reconoce abiertamente: aspira a un único Estado, el hebreo, que se extienda de Este a Oeste desde el Jordán hasta el Mediterráneo, incluida Jerusalén, y de Norte a Sur desde el Golán hasta Egipto, sin compartir ni un metro cuadrado de la antigua Palestina con los palestinos, aunque se reconozcan mutuamente el derecho a coexistir pacíficamente y en seguridad. No está dispuesto Netanyahu y sus ministros ultras a cumplir con las resoluciones de la ONU y demás acuerdos que contemplan la solución de los dos Estados independientes y soberanos, uno palestino y otro israelí, que se acordó tras la creación del Estado hebreo en el interior de la vieja Palestina. Desde entonces, Israel ha crecido como un cáncer, devorando el cuerpo palestino que lo aloja.

Todo delito debe tener castigo, pero ha de atenerse a la ley,  a la legalidad nacional o internacional, a los convenios, tratados y normas legales aplicables, a la correspondencia entre la dureza del castigo y la gravedad del delito, y a la garantía de protección y amparo de los inocentes afectados directa o indirectamente por el conflicto. Todo eso se lo salta Israel en su “defensa” contra la agresión terrorista de Hamás del 7 de octubre del año pasado, cuando comandos palestinos armados de ese grupo y de la Yihad Islámica atacaron en camiones, motocicletas y parapentes motorizados varios kibutz y bases militares que rodean Gaza, además de la ciudad fronteriza de Sederot, dejando un rastro de 1.200 israelíes muertos y 241 secuestrados.

Ese ataque tomó por sorpresa a Israel mientras celebraba la fiesta de Simjat Torá, a pesar de que tres días antes Estados Unidos había advertido al gobierno israelí de la probabilidad del mismo. Como fuera, Israel respondió con una despiadada represalia militar, que aun continúa, denominada Operación Espadas de Hierro, que no respeta los Derechos Humanos de víctimas y victimarios ni la legalidad internacional, sin que ningún país se atreva a denunciar tamaño desafío ni imponga sanciones económicas, militares o diplomáticas. Y haciendo caso omiso al dictamen del Tribunal  Internacional de Justicia que ordenó a Israel “detener  inmediatamente” su operación militar a fin de evitar un genocidio, a pesar de que tal mandato es de obligado cumplimiento.

Es lo que tiene creerse ser el pueblo elegido por dios: te concede impunidad frente a la ley humana. Y te permite acusar de antisemita a cualquiera que denuncie tus excesos vengativos. Han muertos ya 1.200 israelíes y más de 41.000 palestinos en un conflicto en el que una de las partes no está dispuesta a concluir su derecho a la legítima “defensa”, lo que pone los pelos de punta al imaginar lo que consideraría una acción ofensiva en toda regla..

lunes, 9 de septiembre de 2024

El disparate de creer en Dios

El Universo tiene una edad estimada en 13.720 millones de años, semana arriba, semana abajo. La Tierra tiene apenas 4.500 millones de años. Los reyes de la creación, el homo sapiens, aparecieron hace unos 300.000 años. No se explica por qué dios utilizó tanta fanfarria, tanto fuego artificial, tanto derroche de tiempo, tanta desmesura completamente inútil para la vida en la Tierra. Antes de que Adán y Eva hubiesen sido esculpidos, dominaban el paisaje los dinosaurios, animales hermosos, poderosos y fieros, pero inútiles para el proyecto de alabanza desmedida que dios había proyectado para engordar su inmenso ego.  ¿Para qué tanta criatura improductiva, intrascendente, estéril para la tarea primordial de adorarle, sin alma, de inteligencia insignificante, a la que no le tenía reservado ningún puesto en el más allá?

Para que un disparate se convierta en tradición, solo necesita tiempo. Las religiones, fundadas por cabreros o pescadores ignorantes, y expandidas por apóstoles igual de incultos, ¿son respetables porque han conformado una civilización a lo largo de los siglos o por su mensaje intrínseco?

Las religiones, que antaño, cuando la Tierra era plana y centro del Universo, suplantaban a la ciencia.

Las religiones compendian lo más refinado de la historia criminal del ser humano. Se pueden contar con los dedos de una oreja los conflictos bélicos que no hayan sido cocinados en los fogones de las iglesias, mezquitas, sinagogas, en sus altares y púlpitos, o cuyos dioses no hayan constituido la levadura fundamental que hace fermentar las guerras.

El poder de las religiones es el verdadero poder. El que gobierna sobre las conciencias de sus fieles, espíritus atados por un hilo impalpable, secuestrados desde la infancia por el terror al castigo eterno, con el poder de convertir a los creyentes en autómatas a los que se impide la utilización de la razón cuando ésta es incompatible con la fe.

La pertenencia a un grupo ayuda a no pensar, que es la base de la felicidad del idiota. Así como la verdad revelada tiene la capacidad de anular toda crítica que provenga de la razón, así las patrias disculpan a los psicópatas, asesinos, ineptos, ladrones y necios, porque la condición excelsa de patriota lava cualquier pecado original.

Las dos profesiones más antiguas del mundo, la de prostituta y la de sacerdote. En el mantenimiento de su soltería (de los curas) radica la inmensa acumulación de riquezas de la iglesia en los últimos diecisiete siglos, sin esposas ni hijos que puedan exigir inoportunamente su derecho a la herencia.

La industria de la mentira, de la también llamada posverdad, cuenta a su favor con la capacidad ilimitada del ser humano para abandonarse en brazos del líder, pues la fe no requiere esfuerzo ni análisis. Esa humanidad doliente y siempre predispuesta a creer.

La Iglesia española justificó su prevalencia en nuestra sociedad con unas estadísticas que tan solo desde la fe devota se pueden aceptar. Aseguran que el 90% de los españoles se declara católico. Con ser la mayor potencia inmobiliaria de España  entre colegios, universidades, iglesias, conventos, pisos recibidos en donación y empresas varias (además de los miles de inmatriculaciones de sospechosa legalidad), tiene que ser sufragada por el Estado a través del 0,7% de IRPF. Entre todos contribuimos a la Iglesia con cerca de 11.000 millones de euros al año, entre asignación por IRPF, exención de impuestos, profesorado de religión, conciertos educativos, etc. El actual Concordato con la Santa Sede es aberrante, anacrónico, inconstitucional e injusto, pues consagra privilegios de una empresa, de una sociedad anónima, por encima de los derechos de las demás empresas que compiten en el mercado, sean de otras religiones o se dediquen a la fabricación de componentes electrónicos.

Ya se sabe que una religión es una secta que ha prosperado socialmente, por ello las religiones, como la católica, reniegan de su pasado de secta judaica que medró gracias al espaldarazo oficial con el Edicto de Milán (313 d.C.) por el que el emperador Constantino prohibía la persecución de los cristianos. Años más tarde, el emperador Teodosio I El Grande, con el Edicto de Tesalónica (380 d.C.), convertiría legalmente el cristianismo en la única religión del imperio, prohibiendo la adoración de los dioses paganos. Los historiadores conocen como el milenio ominoso lo que vino después, como una maldición, los siglos que van desde la implantación por ley del cristianismo como religión de estado hasta los albores del Renacimiento. Aproximadamente mil años en los que la humanidad se estancó o retrocedió en el progreso científico, sustituida la investigación y la fe en los libros de ciencia por la fe en el libro sagrado.

Séneca el Joven, contemporáneo de Cristo, ya lo avisó. “La religión es considerada cierta por la gente normal, falsa por el sabio, y útil por los gobernantes”.

Las neuroimágenes con resonancia magnética del cerebro, en el estudio dirigido por el psicólogp Drew Westen en Emory University, vienen a mostrar que “la confirmación de prejuicios o de ideas preconcebidas yace en las zonas más primitivas y emocionales del cerebro, y no en las del razonamiento”. Viene a poner en primer plano la importancia de la creación de prejuicios y la implantación de la fe en los dioses en la infancia, en la fase de educación y de formación del criterio en la persona.  

Los buenos alumnos estudiarán en clase esa religión. Estudiarán que dios es uno, pero tres. Padre, hijo y espíritu santo. Tres, pero uno. Aunque tres. Y que el segundo nació de un cruce entre el tercero y una mujer virgen de la Tierra hace unos 2.000 años. Descubrirán que la madre de dios, aunque madre, sigue siendo virgen.

Los buenos alumnos estudiarán que dios, haciendo una pausa en un momento determinado de su eterna existencia, decidió crear el universo en seis días, sin que se sepa bien el motivo que le impulsó a ello, y que el séptimo descansó. Y que, al filo de su fin de semana creador, dios hizo al hombre “a su imagen y semejanza”. Sabrán que dios se dijo: “No es bueno que el hombre (el varón) esté solo”, y de una sus costillas creó a la mujer.

Los buenos alumnos estudiarán que el hombre pecó mediante el intolerable delito de comer un fruto prohibido, que le capacitaría para el análisis científico y razonado, y por ello fue expulsado del paraíso. Y recibirán la desagradable noticia de que (por ello) pende la amenaza de una condena al fuego eterno por parte de un dios.

Los buenos alumnos sabrán que el día del fin del mundo (como no sabemos por qué dios creó la Tierra, tampoco tenemos ni idea de cuáles serán sus razones para acabar con ella) se abrirán los cielos y habrá un juicio final multitudinario.  

Eso será el juicio final, el fin de fiesta donde se escenificará el reparto definitivo de premios y castigos eternos. Es sabido que resucitaremos con nuestros cuerpos tal y como fueron en vida, los fetos abortados, los embriones, los malformados genéticamente, todos los proyectos de vidas nonatas con las que dios se entretuvo en ponerles un almita estéril, todas las víctimas de todos terrorismos junto a sus asesinos, todos pendientes del humor del padre eterno y de la nota final con la que va a calificar nuestras andaduras por la vida.

A la mayoría nos es más fácil entender las historias delirantes contadas en el Génesis que  la utilidad del bosón de Higgs.

Es un axioma histórico que cuanta más dosis de dios se inocula a las sociedades humanas, cuantos más clérigos se infiltran en sus estamentos, más se empobrecen y más intransigentes, injustas y retrasadas se vuelven.

Los párrafos anteriores no son míos, ¡qué más quisiera yo!, pero me identifico con ellos. Pertenecen al libro del periodista  Manuel Saco No hay dios (probablemente), de la editorial Mong (Barcelona, 2024), en el que cuestiona la creencia en dios y en esas patrias creadas por la imaginación de los hombres que viven y se aprovechan de su exclusiva administración, pasando la fe por el filtro de la razón. Y el resultado no puede ser más espeluznante, pues desvela que el mundo imaginario de los dioses parece una colección de disparates incompatibles con la dignidad y salud mental del creyente. Muy recomendable, pues, para esos creyentes que desconfían de la razón. Y con el que disfrutarán aquellos que ponen en cuestión las verdades reveladas por dioses y las iglesias que las administran como si fueran verdades absolutas..  

sábado, 7 de septiembre de 2024

La maldición del mosquito

Tras el brote por listeriosis en carne mechada que dejó cuatro muertos y la posterior pandemia de la covid, ahora surge otro problema de salud pública a causa de la fiebre del Nilo, una infección vírica que se transmite a través del mosquito y que es capaz de desarrollar, en personas vulnerables e inmunodeprimidas, graves patologías neurológicas como meningitis, encefalitis o parálisis cerebral. Ya se han producido decenas de casos por esta infección endémica en zonas de Sevilla, Cádiz, Málaga y Huelva, donde los humedales favorecen la proliferación del insecto. Y aunque los casos graves se circunscriben al 1 % de los infectados, la población de estas zonas exige medidas efectivas contra el mosquito, transmisor de la enfermedad, a las autoridades sanitarias y responsables políticos. Incluso han llevado a cabo concentraciones en algunas localidades, como Coria del Río, la Puebla del Río e Isla Mayor, promovidas por la Plataforma Ciudadana Lucha Contra el Virus del Nilo, para reclamar cambios en la estrategia de prevención de la Junta de Andalucía que eviten con más eficacia la proliferación de mosquitos portadores del virus. Pero, hasta la fecha, las administraciones concernidas no ofrecen una respuesta ni rápida ni satisfactoria para combatir con éxito los enjambres de mosquitos que cada año invaden estos pueblos y sus alrededores. La alarma e inquietud de la población no deja de crecer al conocerse, otra vez, el goteo de muertes causadas este verano por la picadura del insecto. No quieren sentirse víctimas de una especie de maldición faraónica por un mosquito.

Y no es extraño que se sientan así porque, durante los dos últimos años, los casos de infección por el Virus del Nilo (VNO) han aumentado de manera progresiva. De hecho, este 2024 es ya el segundo peor año de la enfermedad, después de 2020, cuando se produjo el brote más grave, con ocho fallecidos y 80 casos positivos detectados. Según la Consejería de Salud, las víctimas mortales notificadas este verano por infección del VNO se elevan ya a seis: en concreto, tres en Coria del Río,  junto a otras en Dos Hermanas, La Puebla del Río y Utrera, localidad esta última donde se infectó una mujer que falleció después en Navarra. Además, se ha contabilizado más de medio centenar de infecciones asintomáticas en otras zonas de Andalucía. Y por si fuera poco, el brote de la enfermedad se ha adelantado esta temporada, pues se han producido casos mucho antes que otros años. Concretamente, “algo más de un mes antes de lo normal”, como reconoce Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana y miembro del Grupo de Ecología y Evolución de Zoonosis en el CIBER de Epidemiología y Salud Pública, una de cuyas líneas de investigación es, precisamente, la vigilancia del Virus del Nilo Occidental.

Con todo, no se trata de algo desconocido. La Fiebre del Nilo Occidental (FNO) se considera endémica en España desde al menos 2003, con brotes esporádicos en equinos y humanos. Es una enfermedad zoonótica causada por el Virus del Nilo, perteneciente a los Flaviviridae, un virus que circula normalmente entre  las aves y los mosquitos. Las aves migratorias se comportan como reservorios que propagan el virus, siendo los mosquitos los agentes que transmiten el contagio a humanos, équidos y a otras aves sanas. Tanto los humanos como los équidos son huéspedes finales de la infección; es decir, la padecen pero no la transmiten. Sólo un 1% de personas infectadas presenta un cuadro de afección neurológica, gastrointestinal y renal. El patrón de transmisión es estacional, comprendido entre el verano y principios de otoño, con pequeñas variaciones según el clima local, cuando el calor y las charcas y humedales favorecen la proliferación del mosquito Culex, el principal vector de una enfermedad que constituye, a pesar de su limitada incidencia, un riego para la salud. Y, sobre todo, un problema de salud pública que al parecer no se aborda con la debida diligencia.

Y eso es, justamente, lo que reclaman las poblaciones afectadas, que acusan a las administraciones de incompetencia o desidia por no actuar contra la proliferación de mosquitos con la intensidad y la antelación necesarias. Por ello se sienten víctimas de una especie de maldición faraónica, pero no solo por culpa del mosquito sino por la falta de coordinación entre ayuntamientos, diputaciones, Junta de Andalucía y Gobierno central para aunar esfuerzos en esta lucha. Tal incompetencia es toda una maldición que imposibilita resolver un problema cuya solución es conocida.    

Porque, aunque no existe un tratamiento específico ni una vacuna para curar la fiebre del Nilo, sí se pueden emprender acciones de prevención eficaces para controlar las poblaciones de mosquitos y minimizar que piquen a la gente, única vía de transmisión del virus al ser humano. Es decir, es factible resolver esta crisis de salud pública si se toma en serio. Bastaría con fumigar las larvas del mosquito en invierno y primavera, antes de que eclosione el insecto, llevando un control de larvas en arrozales y otros humedales. La sustancia con la que fumigar es también de sobra conocida, pues se trata de una toxina muy eficaz para eliminar dichas larvas e inocua para los humanos. Es lo que se hace en otras zonas de España, como el delta del Ebro, donde no  se registran casos mortales de la enfermedad.

¿Por qué no se hace lo mismo en Andalucía? Por recelos políticos, dejadez institucional y lentitud burocrática. La falta de acuerdo entre administraciones hace que se actúe tarde y sin la contundencia debida. Al valorar de escasa relevancia la incidencia de la infección, no se agilizan las medidas necesarias que podrían mitigarla. De ahí que el propio presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, recomendara a la población tener “calma”, recordando que el 80 % de los infectados son asintomáticos y asegurando que “engrasarán” las relaciones con los ayuntamientos afectados. Es como decir, con otras palabras, que por el virus del Nilo mueren menos personas que por accidentes de carretera, por lo que no hay que preocuparse, pues ya se engrasarán los cauces de colaboración entre administraciones cuando se pueda.

La Consejería de Salud, por su parte, se limitó a recordar a los alcaldes de los pueblos afectados su obligación de cumplir con sus competencias en relación a las actuaciones de salud pública que deberían poner en marcha según lo previsto en el Programa de vigilancia y control integral de vectores transmisores de Fiebre del Nilo Occidental. Así se tiran la piedra unos a otros. Pero  a los alcaldes no les parece suficiente. Ante la apelación a la calma, estos responsables municipales aseguran que no pueden tenerla. Tampoco alarmismo, pero calma no, tras varios años con el mismo problema, ya que desde 2020  no hacen más que solicitar ayudas que no llegan o lo hacen tarde. Y es que cada municipio por su cuenta no puede abordar de manera  integral la respuesta que requiere una crisis de salud de esta naturaleza. Se pelean para que se hagan fumigaciones en febrero o marzo, y no les hacen caso. O fumigan cuando el mosquito es adulto y es imposible, por su movilidad, eliminarlo. Así, no es extraño que los vecinos estén alarmados e inquietos ante el temor de morir a causa de una picadura de mosquito en cuanto llega el verano. Ante el consejo del presidente de la Junta, se preguntan quién, mirándolos a la cara, les pide calma a los vecinos. Y menos aun sabiendo que el problema tiene solución, pero que quien tiene que hacerlo no toma la decisión conveniente.

Al parecer, no se trata de un asunto lo suficientemente grave. De hecho, muere más gente cada semana por otras causas. Hasta que la infección de la fiebre del Nilo se extienda de manera incontrolada no se afrontará como es oportuno. Entonces, los titulares de todas las administraciones correrán a ponerse medallas por sus actuaciones tardías. Pero, mientras tanto, lo aconsejable es mantener la calma y comprar repelentes. Es lo que hay. Así de fácil.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Espejismo otoñal

La casualidad o la desesperación me han brindado hoy, primer día de septiembre, el espejismo de un cielo encapotado y un frescor mañanero que recordaban el otoño. El verano aun continúa secando la tierra, pero el mero hecho de que otro mes aparezca en el calendario hace que la esperanza por los días grises, las hojas amarillentas de los árboles y los primeros fríos en el aire se torne en desesperación. Una desesperación que se aviva con el espejismo de un día otoñal que se adelanta como la luminosidad que precede al retumbar de un trueno desde las nubes. La impaciencia por despedir el verano no hace que la estación que inevitablemente lo sustituirá en la danza del clima comience más pronto. Pero la esperanza por su llegada se ve alimentada cuando abres la ventana cada mañana y días, como el de hoy, hacen brillar tus ojos de ilusión. O con atardeceres que tiñen de rojos y naranjas el horizonte, como este de Loli Martín, por donde, tarde o temprano, ha de despedirse un verano que agota su reinado.  Es primero de septiembre y el otoño ya pinta los días con las tonalidades de la casualidad o la desesperación. Y, sobre todo, de la esperanza.