viernes, 7 de marzo de 2025

Un 8M más necesario que nunca

La celebración del 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer, en conmemoración de la lucha de la mujer por su participación, la igualdad y su desarrollo íntegro como persona, se torna este año más necesaria que nunca, a pesar de los avances conseguidos en favor de los derechos de la mujer, consolidados institucionalmente, y otras medidas legales que la protegen de la violencia machista. Es más pertinente que nunca porque, aunque se cumple el 20º aniversario de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, las iniciativas impulsadas durante todos estos años contra la discriminación, la desigualdad y las injusticias que todavía acechan a la mujer son percibidas, sobre todo por los jóvenes, como una afrenta que discrimina al hombre, considerándolas que han ido demasiado lejos.

Es lo que evidencia un estudio de la consultora LLYC, en el que, tras analizar 8,5 millones de mensajes publicados en X en 2024, el antifeminismo es el asunto predominante, y más de la mitad de los mensajes es para atacar la igualdad. Ello supone que un amplio sector de la población, la que se vale de las redes sociales, los titulares y los mensajes cortos como únicas fuentes de información y comunicación, constituye un colectivo sumamente sensible a los relatos y la propaganda antifeminista que difunden elementos o grupos ultraconservadores reaccionarios. Se trata de discursos atrayentes que alimentan el descontento y la frustración de una juventud que se siente marginada y con escasas alternativas vitales, y que acaban calando e influyendo en su visión del mundo, hasta el extremo de cuestionar los avances logrados por la igualdad entre hombres y mujeres.

Si a ese bombardeo propagandístico se suma la poca capacidad para contrastar o verificar cualquier desinformación o bulo recibido, no puede resultar extraño que sus receptores asuman doctrinas que manipulan la violencia machista, diluyéndola en una supuesta violencia intrafamiliar, como pretende la ultraderecha, cuando este tipo de violencia se ejerce mayoritariamente contra la mujer por parte de quienes son o han sido sus parejas o cónyuges. El cómputo provoca escalofríos: más de 1290 mujeres han sido asesinadas por violencia machista desde el año 2003.

Estos misóginos son incapaces  de valorar la importancia de un problema que afecta, según una macroencuesta elaborada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, al 57,3 % de mujeres residentes en España, de entre 16 o más años, que han sufrido algún tipo de violencia machista (violencia física o sexual en el ámbito de la pareja o fuera de él, agresión sexual o acoso reiterado) a lo largo de sus vidas. Un problema que sufren cerca de 12 millones de mujeres víctimas de violencia machista por el mero hecho de ser mujeres.

Esta actitud de menosprecio a la lucha de la mujer por su dignidad, propia de personas manipulables o sin criterio, se ve desgraciadamente reforzada por el daño ocasionado por aquellos que, precisamente, se erigen ante la sociedad en baluartes progresistas que defienden la causa contra la discriminación y los abusos que padece la mujer.

Todo ello hace que, este año, sea más necesario que nunca celebrar reivindicativamente el 8M, ya que esos episodios de líderes izquierdistas acusados de agresión sexual revelan que el machismo, lejos de estar erradicado, permanece incrustado, incluso, en ámbitos sociales que hipócritamente lo combatían. Lo que evidencia que el patriarcado es transversal y se camufla, cuando se ve arrinconado, de un machismo “light” que acompaña solo formalmente al feminismo.

Un comportamiento que explica, al menos en parte, esa violencia que se ejerce contra la mujer y que el año pasado acabó con la vida de 48 de ellas. Y que en lo que llevamos de 2025, ya son dos las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas,  Sin embargo, la percepción de los españoles sobre esta lacra es todavía miope, pues, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas que preguntó por esta materia, sólo 1,2 por ciento de los consultados lo consideraba entre los tres principales problemas del país, cuando a comienzos del siglo era alrededor del 4,5 por ciento. Estamos perdiendo fe en la lucha por la igualdad de la mujer y, con ella, por una sociedad más justa, tolerante y libre, que no discrimine a nadie por razón de sexo ni ninguna otra condición.  

No faltan, pues, motivos para participar en este 8M de manera aun más decidida y masiva, reconociendo incluso que se puedan visibilizar y defender diferentes posiciones feministas. Porque hay que defender lo conseguido y no dejar que el machismo destruya los avances logrados con tanto esfuerzo. Y porque hay que seguir peleando por lo que falta para completar este complejo y, a veces, contradictorio proceso por la efectiva igualdad entre la mujer y el hombre.  

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