lunes, 1 de febrero de 2021
Soledad digital
Curiosamente, cuanto más "comunicados" pretendemos estar, más aislados nos volvemos, comportándonos como solitarios en una isla desierta a la que intencionadamente hemos huido. Es lo que nos pasa cuando estamos subordinados al teléfono portátil, ese "móvil" que no tiene ruedas, al que concedemos toda preferencia. La tecnología nos ha convertido en
enemigos de la cercanía física, del diálogo presencial, del calor sensible de
un abrazo y del hechizo estremecedor de una mirada o una sonrisa. Preferimos la
frialdad de una imagen perfilada en una pantalla, el sonido emitido por un
altavoz, hablarle a un micrófono. Tanto nos hemos acomodado a la copia
audiovisual de la realidad que desdeñamos la original. Nos hemos enganchados a
la soledad digital, menos comprometida que la compañía personal, hasta el
extremo de ignorar a quien nos acompaña, nos habla o nos mira. Nos parece más
importante, tanto como para ofrecerle constantemente nuestra atención, un
artilugio electrónico que la persona que está materialmente a nuestro lado, compartiendo
espacio, tiempo y vida con nosotros.
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