lunes, 3 de mayo de 2021

Vivencias de un (casi) enclaustrado (26)

Harto de esperar la llamada, deseada y temida al mismo tiempo, de mi centro de salud, y de la que familiares y amigos se extrañaban que no hubiera recibido, puesto que, según ellos, hasta personas más jóvenes que yo ya habían sido convocadas, decidí solicitar cita por internet para ser vacunado de la covid-19. He estado aguardando hasta el último momento porque esperaba pacientemente que, por edad, llegase mi turno, conforme el calendario de vacunación establecido. En vista de que no me requerían en absoluto, como si no existiera, y que los familiares se inquietaban, opté por hacer las gestiones pertinentes. Por teléfono fue una aventura imposible, pero a través de la página web de ClicSalud+ resultó sumamente sencillo y… eficaz. Como reunía los requisitos de edad, me convocaron para dos días más tarde en un vacunódromo habilitado al efecto, a la hora que yo escogí. Ahora que ya tengo mi cita y no me da rubor hablar con nadie, no sólo sigo intranquilo, sino que estoy impaciente, además de preocupado. ¡Mira que si, por ser yo quien ha tentado la suerte para ser inyectado, la vacuna me provoca esa reacción tan improbable que se produce cada millón de dosis! Intento no pensar en ello, pues no soportaría que los mismos que me apremiaban para vacunarme me recriminaran ahora no haber sabido esperar a que me llamaran para ello. Haga lo que haga, la culpa será siempre mía. Y es que no tengo remedio.        

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