miércoles, 10 de marzo de 2021

“Atasco” en Marte

El planeta Marte, el cuarto en distancia al Sol y el segundo más pequeño del Sistema Solar, se está convirtiendo en algo parecido a un destino turístico: todo el que puede se dirige hacia allá, ocasionando un “atasco” de vehículos. En el caso del planeta oxidado, los que pueden permitirse el lujo de viajar son aquellos países que disponen de una tecnología astronáutica tan avanzada como para enviar sondas espaciales a escudriñar, tanto desde órbita como sobre la superficie, un lugar tan atractivo, astronómicamente hablando.

Marte, por tanto, está de moda para la curiosidad científica, puesto que, en la actualidad, ya son múltiples las misiones que focalizan en el planeta rojo su actividad exploratoria, a cual más espectacular: desde satélites en órbita, naves que “amartizan”, robots que recorren el terreno y hasta por la recogida de muestras que se prevén traer, más adelante, a la Tierra. Todo un alarde de investigación astronáutica concentrada en nuestro rojizo vecino del Sistema Solar. Y los miembros de tan selectivo club con posibilidades de emprender estas hazañas son, por orden de llegada, EE UU (NASA), Unión Soviética, Europa (ESA, Agencia Espacial Europea), China, India y Emiratos Árabes Unidos, a los que se sumará, en un futuro cercano, Japón. No es extraño, pues, que la circulación sideral en torno a Marte nunca haya sido tan intensa y variopinta como hasta ahora.

Porque, en efecto, son tantas las misiones que, para cualquier profano en la materia, se hace complicado individualizarlas entre el alud de noticias que difunden, sobre cada una de ellas, los medios de comunicación. Sólo alcanzamos a distinguir la que protagoniza el robot Perseverance, de la NASA, que ha sido el último ingenio en “visitar” tan apetitoso destino, convirtiéndose, así, en el quinto vehículo con ruedas -rover- que recorre aquellos pedregales en busca de rastros de la existencia de agua. Su llegada fue realmente espectacular, retransmitiéndose en directo, para mayor emoción, los llamados “7 minutos de terror“ que tarda el vehículo en descender y posarse en el suelo, lo que contribuyó a aumentar el súbito interés de los que siguen estas proezas de la técnica.

Pero es que, pocos días antes, otra sonda, esta vez china, la Tianwen 1, había llegado al planeta y estaba efectuando maniobras para alcanzar una órbita apropiada y más próxima desde la que emprender las investigaciones y las mediciones atmosféricas que tiene programadas acerca de tan codiciado planeta. Por si fuera poco, esta nave china había llegado sólo un día después de la lanzada por Emiratos Árabes Unidos, la primera sonda árabe, denominada Al Amal, construida y enviada en colaboración con universidades de EE UU., con finalidad también exploratoria.

Todos estos vehículos se suman a otros que ya estaban operativos en Marte, ejecutando las misiones para los que fueron diseñados, como la Mars Odyssey (NASA), Mars Reconnaissance Orbiter -MRO- (NASA), Mars Atmosphere and Volatile Evolution -MAVEN-, un orbitador que desde 2014 estudia el clima marciano (NASA), Mars Express (ESA), Exomars TGO (ESA/Rusia) y Mangalyaan (India), sin contar las dos misiones que siguen activas en el planeta rojo: InSight y el “rover” Curiosyty.

Esta saturación de artefactos espaciales no tripulados sobre un mismo destino no tiene más explicación que la capacidad técnica para desarrollarlos y enviarlos, la oportunidad que brinda la “ventana” astronómica que pone a Marte a sólo 58 millones de kilómetros, cosa que se produce cada dos años y cincuenta días, y el deseo de acopiar conocimientos y datos que permitan una probable y futura misión tripulada al planeta más parecido al nuestro del Sistema Solar. En fin, un empeño de la inteligencia que está causando un “atasco” en Marte.

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