lunes, 8 de marzo de 2021

Día desgraciado de la Mujer

Hoy es el Día de la Mujer, una fecha conmemorativa que señala una injusticia social, cultural y legal: la desigualdad de la mujer respecto del hombre en cuanto a derechos y oportunidades. Es, por tanto, un día desgraciado por la necesidad de dedicar una jornada para hacer resaltar una evidencia: que no todos los seres humanos son sujetos merecedores de reconocimiento como detentadores de derechos inalienables para todos.

La mujer, formalmente idéntica al hombre en igualdad legal, sufre, en pleno siglo veintiuno, discriminación laboral, salarial, social, religiosa y cultural en virtud de su sexo, ni tiene las mismas oportunidades, aunque se les contemplen, para alcanzar las metas que su formación, dedicación, inteligencia y habilidades podrían dispensarles. Aún hoy, existen techos de cristal que impiden la igualdad de la mujer en esferas acaparadas en exclusiva por el hombre, salvo contadas excepciones.

Por mucho que el machismo bienintencionado parezca intentarlo, no se trata de corregir la discriminación de la mujer con medidas puntuales que posibiliten su presencia en todos los ámbitos de la vida social, sino que efectivamente se erradiquen comportamientos, tanto individuales como colectivos, que hacen perdurar las condiciones de desigualdad que soporta la mujer por el hecho de ser mujer. Y eso no se consigue sólo con manifestaciones y manifiestos, sino con cambios profundos en la organización social, el modelo económico y, desde luego, en la relación entre hombre y mujer basada en estereotipos tradicionalmente machistas y misóginos.

Una tarea ingente que ha de promoverse desde la educación, en la que con dinero público no deberían financiarse colegios que segreguen por razón del sexo o creencias religiosas; desde la familia, en la que una real conciliación familiar deberá facilitar el pleno desarrollo profesional o laboral de la mujer; y desde la sociedad, en la que se procuraría eliminar, con más ahínco, las barreras que todavía preservan la desigualdad efectiva de la mujer.

Se trata, pues, de una tarea que nos atañe a todos, puesto que la concienciación sobre esta injusticia se consigue antes y con mayor intensidad desde el ejemplo personal y cotidiano que con grandes muestras multitudinarias y propagandísticas. Y mi forma de participar es esta contribución a un Día de la Mujer que ha de celebrarse los 365 días del año.  

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