lunes, 19 de abril de 2021

Belén o Bosé

Ayer, domingo, la televisión en España ofrecía una de esas dicotomías que ponen en evidencia la sensibilidad del espectador. Nos enfrentaba a la disyuntiva de tener que elegir entre el buen gusto o el morbo. Y todo ello por la sencilla razón de que, simultáneamente aunque por distinto canal, se emitía por la Sexta (Lo de Évole, 21:25h.) la segunda parte de la entrevista al cantante Miguel Bosé, ampliamente publicitada durante toda la semana por la emisora, en la que el artista redundaría en sus teorías negacionistas sobre la pandemia, y por La 2 de TVE (Imprescindibles, 21:30h.), el documental “La corte de Ana”, sobre la trayectoria de la también artista y cantante Ana Belén, en el que se desgranaban los más de 50 años de profesión, vivencias y opiniones que ha generado una mujer de un talento excepcional.

Para mí, no había discusión. Entre Belén o Bosé, no dudé en elegir el programa de la cadena pública sobre una artista que, en cualquier otro país, hubiera sido considerada una de las glorias incuestionables del cine, el teatro y la música, no sólo por sus dotes profesionales, sino también por la elegancia, la inteligencia y la integridad ética de su persona. Como cabía esperar, Belén no defraudó, como sí hizo un Bosé instalado en la decadencia de sus dos identidades, la de Miguel y la de Bosé, la personal y la artística. Ambos artistas simbolizan con sus trayectorias la historia de nuestro país de las últimas décadas, desde la irrupción de las libertades con la democracia hasta la polarización que enerva a la sociedad en la actualidad.

Ana Belén, desde su más tierna juventud, no ha dejado de trabajar hasta convertirse en una actriz respetada y una cantante de talento impresionante. Ello, empero, no la ha empujado a encerrarse en una torre de marfil ni a negar su compromiso con la lucha por la libertad y la democracia de este su país, incluyendo la reivindicación de derechos para los profesionales de su gremio, cuando ello representaba exponerse a un serio peligro en los estertores de la dictadura. Repasa su vida en el documental sin renegar de aquel compromiso ideológico ni renunciar a unas convicciones que ha mantenido con coherencia a favor de la convivencia pacífica, tolerante y respetuosa que se supone en un país democrático. Su vida, pues, corre pareja a las vicisitudes del país que se libró de las cadenas dictatoriales y se ilusionó con una Transición que lo instaló entre las democracias más sólidas del entorno. Sin dejar de trabajar y asumiendo cada vez mayores retos profesionales, Ana Belén exhibe una trayectoria de más de 54 años de superación, esfuerzo y responsabilidad que la encumbran como una artista única y excepcional, si más apoyo que el coraje que empujó a una niña de Lavapiés a hacer lo que le gustaba: cantar.

Miguel Bosé, hijo de famosos, también fue un joven que revolucionó la música moderna española, no sólo por su voz, sino también por la capacidad intencionadamente ambigua de interpretarla. Una trayectoria artística que, al contrario de la de Ana Belén, no ha sabido o podido mantener hasta el presente. En los últimos años, de Bosé sólo se conocen escándalos por su vida íntima o sus declaraciones negacionistas. En la entrevista con el periodista Jordi Évole, como anunciaba la publicidad del programa, el cantante se reafirmó en sus teorías de negación de la pandemia, contra las vacunas, sobre conspiraciones mundiales de políticos, multimillonarios psicópatas y farmacéuticas por controlar a la gente mediante virus y vacunaciones y contra aquellas militancias que había practicado en el pasado. De hecho, negó haberse vuelto conservador, sino más lúcido. Tampoco aportó prueba alguna de sus denuncias y rehuyó contrastar sus opiniones con científicos por no considerarse acreditado, pero creyéndose no estar equivocado. Una sinceridad anulada por la soberbia. Su vida es también paralela a la de un país que se ha desencantado de la democracia, siempre compleja e imperfecta, para entregarse a los cantos de sirena de un populismo manipulador que promete soluciones simples y radicales a cualquier problema.

Si, a través de sus trayectorias, Ana Belén se manifestaba en sus inicios artísticos por las libertades, Bosé hacía activismo en su declive artístico contra el uso de las mascarillas, pero eludiendo asistir a tales convocatorias. Hoy en día, Belén sigue cantando y dando conciertos, y Bosé ha perdido la voz y se dedica a los bulos negacionistas. Representan dos rumbos vitales, dos historias, un mismo país. Con toda seguridad, el de Bosé sería el más visto, pero el de Belén fue el más exquisito, interesante y enriquecedor de ambos programas. Por todo ello, yo preferí Belén a Bosé.       

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog admite y agradece los comentarios de los lectores, pero serán sometidos a moderación para evitar insultos, palabras soeces y falta de respeto. Gracias.