domingo, 18 de julio de 2021

La Herradura

Otro verano más, y también distinto, de vacaciones con pandemia. mascarillas, recelos y restricciones. Pero esta vez fue mejor, a pesar de todo y de su brevedad. Una semana escasa, pero intensa. Cambiamos de aires sin abandonar Andalucía y su litoral, que se extiende por el Atlántico y el Mediterráneo. Y en vez de hundir nuestros pies en arenas finas y blancas de playas infinitas que se pierden a ambos lados del horizonte, optamos por escabullirnos a calas rocosas cubiertas de chinos o cantos rodados, en las que un paisaje de impresionante belleza hacía que las montañas acabaran precipitándose, entre peñascos y acantilados, sobre las olas del mar.

Fue todo un descubrimiento sumamente agradable apurar una semana en La Herradura, un rincón paradisíaco de la costa tropical granadina. Un pueblo arrinconado entre montes de la Cordillera Penibética y el mar Mediterráneo, que aprovecha esas aguas transparentes y el paisaje montañoso para cautivar a cuantos lo visitan con imágenes que nada tienen que envidiar a las de la isla de Capri. Allí sucumbimos a sus encantos, con vistas panorámicas de una costa abrupta pero amable y unas playas, recatadas y coquetas, donde te podías sumergir sin dejar de dejar de ver tus pies jugando con la luz y las piedrecillas en el fondo de un mar cristalino.

La Herradura, como otras localidades costeras de Granada, es una alternativa al turismo de masas que abarrota destinos habituales del veraneo vacacional, en los que las aglomeraciones suponen un peligro en tiempos epidémicos como los que vivimos. La tranquilidad y la belleza del enclave obligará, con toda seguridad, a futuras visitas.

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