Pero de ahí a dedicar a esta noticia toda la duración de un
Telediario es excesivo. Máxime si se trata de una televisión pública, de ámbito
nacional y generalista. La lucha por la audiencia genera este tipo de comportamientos
en los medios de comunicación, independientemente de la titularidad privada o
pública de los mismos. Compiten como si todos estuvieran obligados a generar
beneficios, cosa que sorprende en las cadenas que se financian con los
impuestos de todos los españoles y cuya finalidad fundamental es prestar un
servicio público, también en sus espacios de noticias, mediante una información
veraz, diversa, equilibrada y de interés general, sin que esté supeditada a la
rentabilidad inmediata o la demanda de moda. Que la televisión pública reproduzca
la estrategia mediática de las privadas, elaborando reportajes espectaculares
sobre acontecimientos que merecen una mera referencia en el bloque pertinente,
tal vez la referencia más notable en su sección, es cuando menos preocupante,
por lo que supone de tendencia por la cantidad y superfluo en vez de por la
calidad en lo relevante para la sociedad en su conjunto, que debería constituir
el objetivo de unos medios públicos de comunicación.
Es preocupante que desde los medios de comunicación,
especialmente desde los de titularidad pública, se contribuya al enardecimiento
de actitudes que valoran lo popular frente a lo importante, lo relacionado con
el entretenimiento frente a los problemas reales que nos agobian, por un mero afán
de competición comercial. El tratamiento informativo del fallecimiento del
jugador argentino es, a todas luces, desproporcionado para una televisión
pública, puesto que el hecho, más allá de su significancia deportiva, resulta
irrelevante para la formación de una opinión pública sobre lo que nos sucede
como sociedad. Supone la prestación de un mal servicio público, lo que incumple
la función u objeto de los medios de carácter público.
Es triste que haya muerto un futbolista que hizo historia en
ese deporte, pero más lamentable es la utilización de ese suceso como coartada
emocional en la estrategia comercial por la publicidad en unos medios de
comunicación de masas que se definen como serios y son de financiación pública. En
vez de diferenciarse de la ordinariez televisiva, Televisión Española ha preferido
compartir la misma tendencia de manera espectacular. Así no gana credibilidad ni consigue ser
identificada con un medio serio y de calidad. Una pena en tanto en cuanto la sufragamos entre todos.
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